La forma corriente, distorsionada, altanera y grosera de intentar el debate público, por parte de la derecha mexicana, es una manera de hacer política. Tiene su fundamento en el tipo de relaciones sociales que promueve pero que oculta, o al menos justifica, porque son relaciones socialmente injustas, promotoras de desigualdades, opresión y sometimiento. De ahí que se trate de posturas discriminatorias y clasistas, que no les llama a las cosas por su nombre y cubren la formalidad de todo lo contrario.
Algunos de esos ejemplos los tenemos en personas que se hacen pasar por gente de bien. Como el caso del magnate Ricardo Benjamín Francisco Salinas Pliego, o la intelectual derechista Guadalupe Loaeza. Igual lo vemos en los expresidentes Felipe del Sagrado Corazón de Jesús Calderón Hinojosa y Vicente Fox Quezada; o en los escritores y “periodistas” Héctor Aguilar Camín, Francisco Martín Moreno, Enrique Krauze, León Krauze, Denise Dresser, Beatriz Pagés Rebollar, Joaquín López Dóriga, Ciro Gómez Leyva, José Cárdenas, Rafael y Carlos Loret de Mola; o de empresarios como Gustavo de Hoyos, Claudio X. (Xavier) González Laporte y su hijo Claudio X. González Guajardo.
No son ejemplos arbitrarios, sino fundados en declaraciones que hacen. Por ejemplo: Salinas Pliego en entrevista con Adela Micha, atribuye que su riqueza es producto de su trabajo. Él, como Xochitl Gálvez, Vicente Fox, Ricardo Anaya, entre otros, no sólo coinciden en que son personas que han progresado por su trabajo, también en que el actual presidente es un vividor, que nunca ha trabajado (vaya que están ciegos frente al intenso trabajo de AMLO)
En realidad, se trata de personas que no trabajan, viven de aprovecharse de la riqueza que producen otros. Es un hecho, que ya no ocupa demostración, que la riqueza la producen los trabajadores, los capitalistas viven de apropiarse de parte de la producción de sus trabajadores, a quienes les pagan un salario “x” y ellos se quedan con el resto (plusvalía). A ese proceso se le llama explotación.
Nuestro presidente ha dicho, en varias ocasiones que en México el capitalismo no se desarrolló y no existe de forma clásica, en la que un capitalista se apropia de la producción de sus trabajadores, sino que el proceso de enriquecimiento se efectúa por la existencia de la corrupción. No voy a abundar en esta discrepancia que, para el caso es secundaria, pero como no soy fanático, sólo diré que la forma clásica no existe en ninguna parte del mundo, el capitalismo no existe en forma pura y sólo se le puede ver como tal al formular un modelo lógico que permita analizar el comportamiento sus leyes.
La carta que recientemente escribió la intelectual Guadalupe Loaeza, en la que se dice desamparada por una candidata que la represente, con alusión enfática a Xochitl Gálvez abanderada de la derecha corrupta, evidencia una actitud clasista y discriminatoria contra los que menos tenemos, al subrayar que se ocupa de una candidata que no intente identificarse con un ama de casa cocinando, porque no es lo que México necesita, así como tampoco se requiere escuchar las aburridas charlas de familias que le abren las puertas mientras finge que necesita posada, al estilo de la virgen María, porque supuestamente la 4T pretende quitarle la “humilde” casa que ya se sabe la obtuvo mediante hechos de corrupción.
En ese tono, Salinas Pliego reclama de la 4T apoyos a los capitalistas mexicanos y dice que los empresarios deben inconformarse con el pago de impuestos, que es suficiente cobrar el IVA a los consumidores y transferirlo al gobierno, en lugar de fastidiar tanto a la inversión privada que, según él, es la única que produce riqueza, salarios y crecimiento económico.
En un debate serio, esas cantaletas no pueden sostenerse, sin mentir. Lo peor es el lenguaje lépero, la adjetivación o apodos con los que pretenden convencer.
Una postura así es decadente, se entiende por el desconsuelo que viven, por la agresividad y el grado de odio que acumulan y transpiran. Se han divorciado de la realidad. No comprenden que en México se vive un cambio irreversible. Sólo podrían aspirar al poder si son capaces de autocriticarse, innovar modos en la práctica política y replantear una ruta que no signifique regresar al pasado que los derrotó. El argentinazo de Meli no se repetirá en México, vivimos circunstancias diferentes.
Ese divorcio de la realidad también se nos muestra con matices, según los intereses que defienden sus actores. Como quiera que sea, la derecha ocupa “un mesías”, sólo que esos no existen. Los grandes dirigentes surgen de las intensas necesidades de cambio social. Igual, la flaca campaña de la candidata de la derecha no solo resulta de sus limitaciones personales; también de la anémica representatividad que tienen con las necesidades de cambio nacional.