Vivimos un momento extremadamente crítico de la historia humana (México y Zacatecas, incluidos). Mencionaré brevemente –y no solo porque ahora está en el “candelero”- lo relacionado con la Cumbre sobre el Cambio Climático-COP21.
Sin ninguna duda, es un consenso compartido por la comunidad científica y por innumerables actores sociales vinculados al estudio y a la lucha contra las graves implicaciones ecológicas -planetarias- del calentamiento global. Todos los indicadores son absolutamente alarmantes. Seguimos transgrediendo umbrales que son irreversibles, mientras continuamos irresponsablemente sin asumir -ni actuar en consecuencia- abocándonos en la transformación –profunda- de nuestros modos de organizar la sociedad actual.
Después de la “derrota” de la infame –criminal- campaña de los negacionistas del cambio climático, bien financiados por los sectores empresariales, gubernamentales, militares, etc., que se benefician con una economía basada en la producción basada principalmente en el petróleo, entre cuyas “externalidades” generadas se encuentran la emisión de crecientes cantidades de las partículas -y gases- que provocan el “efecto invernadero” causa directa del aumento de la temperatura global.
Mientras tanto, se generalizan cada vez más las exigencias y protestas ciudadanas -a escala global- sin –tristemente- alcanzar -aun- la masa crítica capaz de catalizar los cambios urgentes que debemos emprender -desde abajo- si queremos de verdad evitar el colapso.
Aunque es extremadamente importante la ampliación de ese reconocimiento público sobre él diagnostico del momento crítico en que nos encontramos, las manifestaciones en numerosas ciudades del mundo, registran participaciones masivas de quienes salen a pronunciarse, alcanzando hitos que son históricos… pero es necesario acumular mayores fuerzas.
Y junto con ello, combinar nuestras estrategias de lucha, no solo tomar las calles, sino también construir activamente modos progresivos de desarticular el rol monstruoso que la economía neoloiberal (financiarizada, neoextractivista, etc.), el rol que ha llegado a tener gracias a la mundialización efectiva del capitalismo desbocado del Siglo XXI.
La imagen de la “Gran bifurcación”, hace tiempo utilizada (Ervin Lazlo), está hoy más vigente que nunca, aunque tenemos que subrayar, que necesitamos enfocarla hacia otros aspectos fundamentales que son ocultados deliberadamente.
Veamos algunas figuras, para mostrar como la imagen de la Gran bifurcación la podemos encontrar formuladas desde diferentes visiones que iluminan rasgos incluso contrapuestos: Primer ejemplo, la frase de Barack Obama…“Somos la primera generación que siente los efectos del calentamiento global, y la última que puede hacer algo para remediarlo”. Sin que podamos olvidar que EUA es la primera potencia mundial en cantidad de emisiones.
O, entre líneas, podemos leer esa gran bifurcación, en Naomi Klein, cuando comenta la afirmación de Rebecca Solnit “el cambio climático es violencia”, argumentando que efectivamente…. “Cuando gobiernos y grandes empresas no son capaces de actuar para prevenir un calentamiento catastrófico, eso constituye un acto de violencia. Es una violencia tan grande, tan global y que se inflige contra tantas temporalidades simultáneamente (antiguas culturas, vidas presentes, potencial futuro) que no hay todavía una palabra capaz de contener su monstruosidad”
También la encontramos en la encíclica del 24 de mayo (Laudato si) donde el papa Francisco la expresa con claridad meridiana cuando reconoce la “deuda ecológica”, entre países ricos y países pobres, y al vincular el cambio climático a “un sistema de relaciones comerciales y de propiedad estructuralmente perverso”.
Julien Rivoire, la señala, al denunciar que, enmascarada tras los “Acuerdos de París”, encontramos la inanidad de los resultados de las negociaciones de la COP21, especialmente porque conocemos bien lo que debe de hacerse….“limitar drásticamente las extracciones de hidrocarburos, realizar inversiones públicas masivas en ahorro energético y en energías renovables y, lanzar un programa de creación de empleos movilizando inmediatamente todas las energías disponibles para limitar nuestro consumo de energía y reorganizar nuestras formas de producción y de consumo.”
En este panorama, a mi juicio, siguiendo diversas interpretaciones, los aspectos más peligrosos de la actual “gran bifurcación” en vías de realización, es la que enfrentamos desde el punto de vista de la creación política en este preciso horizonte histórico determinado por el cambio climático.
Forzando la interpretación de modo reduccionista, podemos sintetizarla con la siguiente serie de factores: cambio climático; terrorismo; narcotráfico; neoliberalismo: resistencias y construcción de alternativas, entre otros puntos nodales. Produce una combinación de factores en la que son previsibles dos tipos de desembocaduras (dos escenarios): el primero es el de nuevos tipos de totalitarismos, “Estado de excepción” policiaco/militarizado/ mediático que enfrentará la catástrofe privilegiando a los ya privilegiados (el 1%). Y deshaciéndose de los desfavorecidos, como pura y simple humanidad superflua (muy visible en Medio Oriente; ¿y en México?). Y, por otro lado, antinómica -y antagónicamente- contrapuesta al totalitarismo, el segundo escenario, al que Amigos de la Tierra apunta cuando escriben… “La rebelión energética ya está en marcha y seguirá creciendo de la mano de la sociedad civil”. ■
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