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sábado, 10 mayo, 2025
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Mirada circular. Un mar de tonos diversos: ‘La vie d’Adele’

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Por: Mar García • José Méndez •

La Gualdra 260 / Mirada circular / Cine

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La distancia ha puesto en la palabra el murmullo para comprar una imagen, la cercanía. Reconocer la cápsula o la indigestión son los pasos recurrentes de un párpado que se tira a la gangrena. Al natural, ser siniestro o pasante del tiempo hacen legible la distorsión de una orilla, a la izquierda principia, a la derecha también es izquierda. La ciudad siempre comienza con una claridad que habla, un sueño constante barajando un abismo, un sueño es la meta de un ave, la pena es el trago amargo de quien no vuela. Y es que el cuerpo, sin alas, sin pena y sin tragos amargos cuenta la rabia y el rescoldo, pero el incendio y el ojo fino son espejos femeninos, en ellos el agua salada es un jardín de estatuas, vasijas para guardar miradas ajenas, ramas y follajes que son cerradas a la chispa, al esbelto término que traspasa la conciencia.

De esto, se olvida lo demás, allá afuera hay espacios cerrados, miradas quejumbrosas, sombras que se reflejan en las mismas ventanas, ahí donde trazar un horizonte es dedicarse a lo perdido, sanar, es la edad y la montaña, mas olfato, gusto, tacto, son imperfecciones instantáneas, fuera del vértigo, es acostumbrarse a decir nada, a callar en el fruto que se derrama, es acostumbrarse a la herida, a la oquedad, a ser el ojo ajeno.

La vie d’Adèle es el quinto largometraje dirigido por el franco-tunecino Abdellatif Kechiche, el filme ganador de la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2013 es una adaptación de la novela gráfica de Julie Maroh Le bleu est une couleur chaud. ¿Qué significa ser una adaptación? Ser un texto al que se le han hecho las transformaciones necesarias de acuerdo con el medio por el que ha de comunicarse. Aquí cabe preguntarse: ¿el libro siempre será mejor que la película?

Tanto en el filme como en la novela gráfica destaca una cosa, la intención de los creadores por demostrar que lo importante es el amor, la tragedia comienza cuando el largo de sus manos no alcanza para homogeneizar la vista/lectura de los lectores/espectadores.

¿Cada quien ve/lee lo que quiere ver/leer? No, cada quien ve y lee lo que puede ver y leer. Algunos verán sobre escenas, otros, los que antes echaron un vistazo a la novela, se darán cuenta de la disminución dramática en la película, un final más asequible para los espectadores, pero si la imagen es texto, sin mayor o menor valor que la palabra.

En todo caso, un final distinto.

La adaptación implica cambio.

Veamos más allá de lo que se ve, leamos más allá de lo que se lee. Alguna vez escuchamos que todo texto es inacabado, quizá después de ver La vie d’Adèle (Blue is the warmest color, en inglés) o leer Le bleu est une couleur chaud, el azul siga siendo un color frío.

No se trata de la cantidad de escenas de sexo explícito, no se trata de quiénes lo hacen: dos condiciones orgánicas iguales o diferentes, se trata de la pérdida del erotismo, de la banalización sexual que se vive entre los espectadores de este siglo. La vie d’Adèle es atracción, deseo, sensaciones humanas sumergidas, insertadas, flotantes, percepciones que cubren la superficie de un mar.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/260

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