La Gualdra 260 / Cine
Al escribir el título de este breve artículo me sentí un poco inseguro en cuanto a la traducción, pero al pensar en los pésimos títulos que la industria cinematográfica de nuestro país escogía para filmes importados, no me importó dejarlo como tal. Y es que hablaré precisamente de una película, Sing Street, una película gringo-irlandesa-inglesa, dirigida por John Carney y estrenada en el festival de cine Sundance en enero de este año.
La trama, muy simple, es de un joven que decide formar una banda de rock para impresionar a una chica; el resultado, una semblanza de una Irlanda devastada por la crisis y con un futuro poco prometedor, pues la película está ambientada en Dublín, Irlanda, en los años 80, por lo que refleja algunos de los problemas más comunes de esa sociedad. Destaca el contraste entre la educación laica y cara, frente a la católica opresora; así como la pobreza espiritual de los jóvenes, quienes veían en la, tan lejos pero tan cerca, Inglaterra una respuesta a sus inquietudes.
Hay otra historia entre líneas, quizá lo mejor de la película, acerca de un hermano que sacrificó su futuro, es decir, la universidad, para proteger a su hermano del clásico matrimonio setentero, es decir, un matrimonio sin amor, unido por el sexo y por escapar de la casa paterna. El hermano del protagonista resulta ser la clave para el éxito de la banda, pues da un seminario musical al lego músico, mostrando la pauta a seguir. Así, salva a la agrupación al dejar claro que una banda de covers no sirve para nada, y que hay muchos músicos que jamás pudieron destacar en la vida por dedicarse a tratar de emular lo que otros hacen. Tal vez por ello, al final se dedica el trabajo fílmico a cualquier hermano donde quiera que esté.
En el trayecto de la formación del joven grupo, encontramos música de The Cure, A-ha, Duran Duran, The Clash, Hall & Oates, Spandau Ballet y The Jam; unas de las principales bandas ochenteras que marcaron caminos a recorrer. Asimismo, para la producción de la película se crearon los temas que dentro de la película Sing Street crearía, con influencias de las primeras. Sencillas, fresas, melosas y melómanas, resultan ser especialmente geniales en el contexto de la cinta. Por ejemplo, en una escena de seducción, la joven, un poco desencantada de la vida, le comenta a su pretendiente que aunque la invade la tristeza no por ello le es imposible encontrar algo de felicidad, una felicidad triste. Cuando el joven llega con su hermano y le platica lo sucedido, el hermano le dice que tiene lo necesario para crear una canción triste y feliz y pone en la tornamesa The head on the door The Cure. Como resultado los jóvenes crean una canción muy al estilo de la cura.
Melomanía total para alguien que creció en los años 80. Es esta cinta la que muestra el espíritu de la época, la fórmula que tanto necesitamos aquéllos que vivimos esa época: seguridad, valentía y disfrutar de la vida como si no hubiera un mañana, pues por aquella época aún se podían cimentar sueños, no como hoy en día, donde la inseguridad y el mal gobierno han convertido a este país en un laberinto más terrorífico y nauseabundo que el del minotauro.