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sábado, 27 abril, 2024
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Canto de enredaderas de Alejandra R. Montelongo: brevedad y melodías

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Por: REBECA MEDINA ARAGÓN •

La Gualdra 486 / Libros

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El escritor mexicano Julio Torri fue introductor de los relatos cortos, o bien microrrelatos, y de la hibridez entre poesía, cuento y ensayo en la literatura mexicana. La brevedad fue su insignia y herencia. Escritor de inicios del XX se alejó de los temas mexicanos y políticos, se encontraba más interesado por el arte y el estilo. Esto a pesar de que su amor por la brevedad proviene de autores franceses e ingleses, en los que destaca el autor Marcel Schwob con Vidas imaginarias (1896), donde se incluyen relatos cortos sobre vidas poco favorecidas por la Francia moderna.

La tradición de la brevedad con hibridez ha sido cultivada en las letras mexicanas por varios autores desde entonces, pasando por Juan José Arreola con Bestiario (Joaquín Mortiz, 1972), José Emilio Pacheco con La sangre de Medusa (Era, 1990) y más recientemente Cecilia Eudave con Microlapsos (Paraíso Perdido, 2017), por mencionar algunos. A este linaje se suma el primer libro de la autora zacatecana Alejandra R. Montelongo Canto de enredaderas (Crisálida ediciones, 2021).

Al igual que Torri, Montelongo escribe a inicios de un nuevo siglo en el cual se siente que ya todo ha sido dicho. Montelongo no incluye reflexiones ensayísticas en su libro, pero la hibridez entre poesía, narrativa y prosa poética late desde los títulos: “Templo de agua”, “Ondas en el espejo”, “Que no falten rezos hogueras y cantos”, entre otros.

A diferencia de Torri, la escritura de Montelongo sí posee tonos de realismo y protesta ante la realidad social mexicana. Así, encontramos un tono similar al cultivado por Rosario Castellanos, el cual se encuentra en relatos como “Medusa”, “Pececitos de colores” e “Hijo de otoño”. También resalta el manejo de lo siniestro al poetizarlo, como ocurre en la prosa de Inés Arredondo, en los cuentos “Moneditas” y “Números: el performance”. No obstante, los relatos de Montelongo no son un pastiche, encuentran su propia voz autoral con cada narrador, escenario y personajes relatados.

Canto de enredaderas está dividido en tres partes “Silencio de semilla”, “Fuga de las Ololiuquis”, “Coro de Sépalos”, cada parte reserva un tono distinto al lector, y complementa a los relatos que encierra. Primero es el silencio, la calma, el confort, luego lo cruel, lo bello y lo siniestro, para culminar con la protesta poética, profética y mítica. Cada parte se encuentra sucedida por epígrafes que forman un poema de la autora, el cual muestra al lector una metáfora sencilla, pero poderosa que encuentra su cauce en el cuento “Flores violetas”.

La brevedad hace de la prosa de Montelongo exacta, recorrer las líneas de los relatos de Canto de enredaderas es mantenerse quieto, hipnotizado por esas voces narrativas que lo tenían todo preparado desde el principio. ¿Lectura rápida? No ¿Complicada? Menos. Los cuentos de Montelongo piden volver sobre sí mismo por el mero disfrute de hacerlo. En esa brevedad se encierra el secreto torriano que pocos han adaptado a su propia pluma: la poesía de la prosa. Canto de enredaderas es un libro que recita sus melodías y que augura, al tiempo que resguarda, a una de las plumas que marcarán la tradición de este temible y prometedor siglo XXI.

Canto de enredaderas se encuentra a la venta en el perfil de Facebook de la editorial independiente “Crisálida ediciones”, proyecto potosino que se encuentra reuniendo grandes talentos jóvenes mexicanos.

 

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