Al momento de escribir estas líneas ha pasado media semana de que tuvieron lugar las primeras elecciones para elegir a quiénes formarán parte de la Suprema Corte de Justicia, el Tribunal de Disciplina Judicial y un porcentaje considerable del resto de las instancias que constituyen el Poder Judicial en México, tanto a nivel federal como subnacional. Es muy temprano para conocer los resultados, y más temprano aún para conocer los impactos reales que tendrá el ejercicio electoral que tuvimos el pasado domingo. Sin embargo, la tarea que sigue debe comenzar ya. Esa tarea implica una evaluación seria y objetiva del diseño de la reforma que estamos implementando. Me atrevo a considerar apenas unos cuestionamientos que creo deben responderse ¿qué implica el bajo nivel de participación? ¿desidia, desinterés, resistencia, incomprensión, falta de difusión? ¿la intención del Estado mexicano es ampliar la participación o considerar ese nivel aceptable para un ejercicio que seguirá siendo único en el mundo? ¿podemos hacer mejoras inmediatas a la reforma, disminuyendo el número de las candidaturas y vigorizando la revisión, fiscalización y su seguimiento?
Me atrevo a realizar algunas sugerencias inmediatas: el número de candidaturas debe reducirse a razón de dos por cargo a elegir, una propuesta por el Poder Legislativo y otra por el Poder Judicial. Finalmente, sí lo que pretendemos con la reforma misma, es la independencia de la función judicial, históricamente la mayor presión y amenaza a ésta siempre lo ha sido el muy poderoso Ejecutivo. Dos: la selección debiera conllevar cuando menos el período suficiente para que los comités cuenten con la suficiente información para determinar que una persona es elegible, contando con herramientas institucionales suficientes, como la posibilidad de requerir información a las áreas de investigación del Estado mexicano, tanto a nivel procuración de justicia, como fiscal (me refiero tanto a Fiscalías como a la Unidad de Inteligencia Financiera e inclusive instancias de control administrativo). Tercero, una vez realizado el análisis de elegibilidad, dejar la definición final al azar a través del método de insaculación (sí, una tómbola), de la que se extraiga la persona que se someterá a votación. Todo lo anterior nos permitiría contar con ciertos rangos de certeza y seguridad que, lamentablemente por las prisas e improvisación, no logramos en esta primera etapa del proceso de implementación. Cuarto, hay que apostar por la renovación escalonada en los órganos colegiados. Por ejemplo, el Pleno de la Suprema Corte podría renovarse a razón de una tercera parte de sus integrantes cada tres años, así, en cada elección solo tendríamos que seleccionar a tres de los nueve integrantes. De forma análoga debería suceder en lo local, así como en el Tribunal Electoral y el de Disciplina Judicial. Y quinto, mejorar la regulación de las campañas para estos cargos; el proceso que recién culminó, por la cantidad de candidaturas, pero también, por la dinámica que se impuso a quiénes se postularon, convirtió el proceso en un laberinto que propios y extraños reconocieron como inviable de sortear.
Finalmente, ante la nueva etapa del Poder Judicial en México el Estado debe impulsar, incentivar y financiar la participación e incidencia ciudadana en el seguimiento, vigilancia y la rendición de cuentas vertical a través de observatorios, asociaciones y/o ejercicios de contraloría social, transparencia, apertura institucional e involucramiento de la participación social. También deben involucrarse en este ejercicio las cámaras empresariales, organizaciones sociales, universidades, colegios de abogados, sindicatos y demás organizaciones no gubernamentales. Hayamos estado de acuerdo o no con la reforma, hayamos ido a votar o no, la reforma es hoy una realidad Constitucional, legal y política. Debemos pues apostar por, como todo asunto público, analizar, criticar, proponer e impulsar mejoras desde la perspectiva de los procesos institucionales existentes. Sí de lo que se trata es de transparentar la función judicial, acercarla a la sociedad y abrirla al escrutinio, hagámoslo en serio, con profesionalismo, innovando, participando y aceptando el reto con astucia y seriedad.
@CarlosETorres_