La Gualdra 588 / Río de palabras
[Dos]
Entré a la oficina de correos, dejé la carta sobre el mostrador, pagué. Era la última vez que te escribiría, la última vez que cifraba la palabra / amor /. Estaba agotado como el mismo tema. Sentía que había corrido la maratón y finalmente renunciaba a llegar a la meta. No tenía 20 años ni la fuerza con la que una y otra vez te penetraba. Quería echarme en cualquier rincón, recitar algunos versos y dormir durante horas consecutivas; quería establecer como mi verdadera realidad a los sueños. ¿Te había contado mi sueño más sueño de todos? Yo creo que no, por eso te vuelvo a escribir a pesar de haber prometido que no lo haría más.
Estaban Hernández Estrada y Adrián Morant, faltaba Teo. Teníamos un plan: escribir un Octavio Paz programando alguna de las inteligencia artificiales que estaban en boga en el mercado. Últimamente, delegábamos nuestras tareas a la Ias, así que disponíamos de más tiempo para dedicarnos a los placeres que más nos interesaban: drogarnos, coger, comer, dormir y robar libros. De alguna forma habíamos logrado jubilarnos en vida y a los ventipocos años. La Black Pen seguía enviándonos las deadlines y otras agencias solicitaban nuestra cooperación. Estábamos encantados con la encomienda, volveríamos a la vida a Paz y para cuando el mundo se diera cuenta del engaño, sería tarde. ¿Nos interesaban las ganancias, la plata? Por supuesto que sí. Pero más nos interesaba demostrar que cualquier mono tipeador era capaz de escribir un poema paciano, aunque en este caso se tratara no de un simio sino de una pastilla de circuitos.
El sueño sólo consistía en ello, la alegría de la rebelión, de la estafa. Desperté. Desperté. Desperté. Lo soñé 300 veces, te lo prometo. Sabía que lo volvería a soñar si no hacía algo al respecto. Quise juntar a Hernández Estrada y a Morant, pero resultaba imposible. Ninguno de los tres vivíamos ni siquiera en el mismo país. Aunque les expliqué el plan, no resultaron interesados. Estaba a punto de darme por vencido cuando tuve otra idea.
Vivir es increíble porque puedes recurrir a la literatura para comprender la realidad. No quiero quitarte el tiempo con esta lectura, estimado lector, sólo quiero que comprendas un tema, la próxima vez que tengas frente a ti el libro de tu autor favorito, tendrás que preguntarte si no lo he escrito yo, alguno de los otros negros, o una inteligencia artificial, porque te aseguro que estamos por todas partes, nosotros, los monos tipeadores, los fantasmas, las sombras.
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