La Gualdra 588 / Literatura / Don Quijote
[Parte 3, última]
DS (Llegue, entonces, el día y la hora de recibir el regalo de su ejercicio: llegue un día de batalla, que allí le aparecerán en la cabeza, hecho de locuras, para curarse algún moretón que quizá le habrá sobrepasado la sien, o le dejará herido el brazo y la pierna. Y cuando la ficción suceda, sino que las pastillas lo mantengan cuerdo y sano y vivo, podrá ser que vuelva a comenzar en la pobreza del que tanto huía y que suceda una y otra vez, una y otra batalla, y que todas sean victorias, para enmendar errores; pero estos milagros son voluntarios, raras veces comprendidos. Pero, díganme, lectores, si han mirado en la pantalla: ¿cuántos son los emprendedores, por el dinero y las redes sociales, los que han salido derrotados? Sin duda, pueden decir que muchos, que se podrán contar los empresarios y los propios jefes, que las muertes se pueden reducir con un Tweet o un comentario, y que los emprendedores serán la generación más premiada con los tres caminos predispuestos hacia la muerte, la locura o la cárcel. […] Pero a esto se puede decir que una campaña de Facebook o una cancelación social, premia a los que moralmente aguantan las ficciones de lo digital, a la riqueza del dinero inmediato y sin derechos, o con pocas prestaciones. Que los que escriben sólo sueñan en un oficio sin funcionalidad ni monetización. Pocos son los que ejercen su profesión ahora. […] Y así, considerando esto, que la mente y las emociones me explotan cada cierto tiempo por haber tomado la escritura como oficio en edad tan detestable como en la que ahora vivo; porque aunque quiero decir que no me doy miedo, todavía me sale el resentimiento y los celos que la envidia genera a través de las pantallas, y que mi errar sea visto en sus monitores de cancelación, para quitarme la fama pasajera, por todo lo egoísta que se ha vuelto la tierra y sus inventos. Pero haga estas palabras lo que sea útil a cualquier lector, que tanto seré más olvidado, si salgo con lo que pretendo, que a mayores límites y peligros de mí mismo he enfrentado que con los que se opusieron la mayoría de autores en el siglo pasado).
CR [Lléguese, pues, a todo esto, el día y la hora de recibir el grado de su ejercicio: lléguese un día de batalla, que allí le pondrán la borla en la cabeza, hecha de hilas, para curarle algún balazo que quizá le habrá pasado las sienes o le dejará estropeado de brazo o de pierna. Y cuando esto no suceda, sino que el cielo piadoso le guarde y conserve sano y vivo, podrá ser que se quede en la misma pobreza que antes estaba y que sea menester que suceda uno y otro rencuentro, una y otra batalla, y que de todas salga vencedor, para medrar en algo; pero estos milagros vencen raras veces. Pero, decidme señores, si habéis mirado en ello: ¿cuán menos son los premiados por la guerra que los que han perecido en ella? Sin duda habéis de responder que no tienen comparación ni se pueden reducir a cuenta los muertos, y que se podrán contar los premiados vivos con tres letras de guarismo. (…) Pero a esto se puede responder que es más fácil premiar a dos mil letrados que a treinta mil soldados, porque a aquéllos se premian con darles oficios que por fuerza se han de dar a los de su profesión. (…) Y así, considerando esto, estoy por decir que en el alma me pesa de haber tomado este ejercicio de caballero andante en edad tan detestable como es ésta que ahora vivimos; porque aunque a mí ningún peligro me pone miedo, todavía me pone recelo pensar si la pólvora y el estaño me han de quitar la ocasión de hacerme famoso y conocido por el valor de mi brazo y filos de mi espada, por todo lo descubierto de la tierra. Pero haga el cielo lo que fuere servido, que tanto seré más estimado, si salgo con lo que pretendo, cuanto a mayores peligros me he puesto que se pusieron los caballeros andantes de los pasados siglos].
He conseguido poco a poco terminar por primera vez en mi vida este libro en su IV Centenario de la edición (2004) hecha por Alfaguara y la Real Academia Española, con muchas otras instituciones que resucitan este lenguaje cada año. El libro es más que una ficción, es un “canto a la libertad”, como dice Vargas Llosa en esta impresión, “la soberanía de un individuo para decidir su vida sin presiones ni condicionamientos, en exclusiva función de su inteligencia y voluntad”. Esta misma rebeldía y “locura”, como bien muchos lo señalan, viene a romper esos moldes de la moral construidas en el tiempo oscuro cervantino. Hoy me asemejo a aquel ser desquiciado hacia la ficción, como lo fue alguna vez el Quijote, y no me da miedo ser uno, en una época en donde la realidad está traspasada por un velo digital lleno de mentiras, pero que le gusta anunciar una sartén de “realidades” que provoca la negación absoluta de errar en el ser humano. Yo he sido víctima de esa especie de mundo construido a través de las pantallas, he perdido la razón y el sano juicio, hoy sólo me toca admitir, que al interior de ese mundo igual soy un adicto, y regresar a esa otra ficción, la de los libros, es para mí una forma de batallar contra el gran gigante que puede ser el mundo de las plataformas. Sí, aún sigo tratando de meditar y pensar en el presente. También leo ya la segunda parte de esta gran obra. Quisiera saber si alguien más se ha sentido atravesado y vencido por esa otra falsa realidad del Internet, ¿podría usted identificar a esos Gigantes de Etiopía?, ¿o le da vergüenza ser señalado por su “poca cordura”? La locura del Quijote y sus gigantes, pueden, como lo hice hace poco, interpretarse a través de otras formas de luchar contra lo digital o las adicciones, con todo lo físico y anticuado que puede ser, por ejemplo, el leer un libro físico mientras corres en un maratón solitario alrededor de un parque deportivo durante un día nublado. Ah, qué refrescante es a veces fugarte incluso de lo digital. Escríbame si así desea al correo: [email protected], con mucho gusto les leeré.
*Daniel Sibaja (Mérida, Yucatán, 1997).
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