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jueves, 15 mayo, 2025
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Tortas japonesas

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Por: HERÓN EDUARDO DOMÍNGUEZ •

Aun las situaciones más ventajosas tienen un lado oscuro, y viceversa. Nos hallamos en el segundo caso: el de una situación que atrozmente desventajosa, tiene sin embargo su lado luminoso.

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Los rendimientos decrecientes no obstante creímos, ingenuamente, a lo largo de muchas décadas, que las instituciones del estado mexicano habían sido edificadas para servirnos, tal y como lo indican, seguramente, las exposiciones de motivos impresas en los decretos o iniciativas que les dieron origen.

Un aparato propagandístico y distractivo elemental, mas en extremo eficaz, ejercía el control de daños.

Así, a la experiencia cotidiana que hacía rehuir más al policía que al ratero común y corriente se sobreponía la imagen de Pedro Infante uniformado, cantando Qué te ha dado esa mujer, y volvía el alma al cuerpo; ante la injusticia flagrante, o la miseria sin salida, se recurría a las telenovelas, donde tras mucho sufrir los buenos se imponían finalmente a los malos, y la heroína pobre pero honrada resultaba una rica heredera.

Empero todo por servir se acaba, y si al desgaste acumulado y los procesos degenerativos consecuentes agregamos una apertura al mundo y el aluvión informativo de las redes cibernéticas podemos ahora percibir, con meridiana claridad, que, por ejemplo, el objetivo de la secretaría de educación no es precisamente educar; que la secretaría de la defensa no está hecha para defender a los ciudadanos; que la lotería nacional no es para la beneficencia pública; que la obra pública no es para beneficio de la población; que si un funcionario que sistemáticamente nos ha ignorado resulta promovido, es porque no estaba ahí para servirnos; que para ascender en las diversas jerarquías los méritos resultan lo de menos y las relaciones (de todo tipo) lo de más; que el estado laico es una leyenda urbana; y así como éstas, un enorme cúmulo de cosas.

Nos tomó un montón de tiempo y pagamos un precio desmesuradamente alto, pero de tener fundadas sospechas hemos transitado a la cabal certidumbre. No es poca cosa.

Por eso estamos tan enojados.■

 

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