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domingo, 28 abril, 2024
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■ HOSPITAL GENERAL DE ZACATECAS “LUZ GONZÁLEZ COSÍO”/

Hospital “Luz González Cosío” sigue en funcionamiento sin importar las carencias

■ Esto se debe a los trabajadores que laboran bajo protesta y sin la presencia de los directivos

■ Empleados se habrían manifestado, desde junio, por la falta de medicamentos y de equipo

■ Hasta la fecha las negociaciones se mantienen empantanadas y no hay solución a su pliego

■ Afirman estar dolidos por las acusaciones del gobernador, quien los calificó como “flojos”

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Por: ALEJANDRO ORTEGA NERI •

“El barco sigue a flote, como usted lo ve. No se ha hundido aun y cuando los capitanes ya saltaron”, me dice en un cuarto reducido y caluroso del piso de Pediatría, una de las trabajadoras del Hospital General de Zacatecas “Luz González Cosío”. La lúcida analogía la utiliza para darme a entender que, aunque el director Mario Rodríguez Herrera, y la directora administrativa del nosocomio, Crucita Ávalos Rivera, no asistan, los trabajadores que laboran bajo protesta mantienen en funcionamiento el hospital sin importar las carencias de insumos y equipo. 

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Desde el pasado 8 de junio, los trabajadores afiliados al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Salud (Sntsa), sección 39, se mantienen en asamblea permanente y laboran bajo protesta debido al trato que reciben por parte de los directivos, tanto de los hospitales generales de Fresnillo como de Zacatecas, aunado a las carencias que tienen en medicamento e insumos médicos, que los pone en una disyuntiva en lo que la atención a los pacientes se refiere, pero hasta la fecha las negociaciones se mantienen empantanadas y no hay solución a su pliego petitorio y, por el contrario, los ataques mediáticos en su contra se acrecientan, pues ahora es el gobernador David Monreal Ávila, quien los ha tachado de “flojos” en una entrevista radiofónica. 

Invitados por los propios trabajadores en lucha, a hacer un recorrido por las distintas áreas del nosocomio, La Jornada Zacatecas acudió para constatar que la labor de atención no ha parado, no solamente por voz propia de los trabajadores, sino por testimonios también de pacientes y familiares de estos, quienes aseguran que la lucha sindical que mantiene las batas colgadas, a las afueras del hospital, no ha intervenido para que reciban la atención, aunque eso sí, la falta de medicamentos ha sacudido un poco sus bolsillos porque tienen que conseguirlos fuera y a costos considerables.

Más de 60% de los pacientes se van sin tratamiento completo

Insulina, levetiracetam, cloroquina, metformina, ácido micofenólico, ampicilina, son sólo algunos nombres que llueven fuera de la farmacia situada en la sala de consulta externa del hospital, que apenas pasadas las 10 de la mañana luce tranquila y en su rutina habitual. Ahí, personal encargado de revisar las recetas, y entregar a los pacientes el medicamento, enumera las carencias. 

“Desde que llegué hace año y medio ha habido muchas carencias. Les faltan medicamentos para enfermedades crónicas como insulina, levetiracetam. Llega muy poco medicamento y los pacientes vienen de muy lejos y con muy poco dinero para decirles que no hay. Tratamos de decirles que tienen que hablar para ver si hay y luego vengan, pero nos dicen que ya no tienen dinero para venir y comprar ese medicamento”, señala una trabajadora del área. 

Refieren que esta carencia ocasiona que pacientes no se tomen el medicamento y afecten, por tanto, sus tratamientos. “Cloroquina ya tiene más de un año sin haber porque no lo compran. ¿Qué sucede? Que los pacientes se van para abajo y siguen ocupando otros medicamentos más caros para aumentar un poquito su calidad de vida”. 

“Llega muy poco
medicamento y los
pacientes vienen de
muy lejos y con muy
poco dinero para
decirles que no hay”

“Casi todos faltan. La insulina NPH para los diabéticos. Sabemos que es una de las enfermedades que están en el número uno, y esa tiene ya más de medio año sin haber y si llega son 10 frasquitos. Metformina tampoco hay”, añadió, para luego aseverar que no hay respuesta de las autoridades, pues aun y cuando les dicen que sí hay, no llega, y a ellos, como dependientes de la farmacia, “nos dan insultos todos días” porque les dicen que no hay. 

“Nosotros estamos haciendo nuestros reportes de cuáles son las recetas surtidas y las que se van sin surtir. Más de 60 por ciento se van parcialmente. El paciente no se va completo y entonces se interrumpe su tratamiento… hay un medicamento específico de cada enfermedad que no hay”, dice la trabajadora. “Recibimos todas las mentadas de madre, y con justa razón, porque se está hablando de gratuidad cuando no es así, lo tienes que comprar”, remata un compañero. Todos, cabe destacar, decidieron no dar su nombre por temor a represalias. 

“Cada trabajador social tiene que ver a 32 pacientes, ¿de dónde saca que somos flojos?”

“La verdad es una situación muy difícil la que estamos pasando ahorita por la cuestión de falta de insumos por el área que le busques. Este año vinieron a tratar de acreditar ciertos diagnósticos aquí en el hospital y no pasamos por falta de insumos, no por el personal, porque el personal ha hecho la parte que corresponde, todos hacemos las gestiones, las actividades que tenemos que desempeñar, sin embargo, la falta de medicamentos, materiales, todos los puntos a evaluarse para la acreditación, que le corresponden a la administración y a la dirección de oficina central, no los pasamos porque, simple y sencillamente, en esta administración no se tienen los medicamentos, no se tienen los materiales, lo que se requiere para poder acreditar el hospital”. 

Quien habla es una trabajadora social del nosocomio, un sector que en el inicio del conflicto fue atacado por y señalado por corrupción de parte del secretario de Salud, Uswaldo Pinedo Barrios, quien tuvo que pedirle una disculpa pública frente a la líder sindical Norma Castorena Berrelleza y medios de comunicación. 

“Desde marzo de este año no funciona el tomógrafo; nosotros como Trabajo Social hacemos las gestiones para que al paciente se le haga su tomografía. Si bien, cuando está funcionando, nosotros no tenemos ninguna intervención porque ni siquiera nos corresponde porque son cuestiones médicas, cuando no hay, con base en nuestros conocimientos, valoramos si enviamos a los pacientes al Hospital General de Fresnillo o a la Uneme de urgencias”. 

“Yo tengo seis años en este hospital y la administración que tenemos ahorita no da, son protagonistas. La licenciada Crucita quiere tener el mando de toda la institución, ha descuidado áreas que le corresponden por meterse en todas. Ella se ha apoderado de material y uno tiene que recurrir a ella y que tú sientas, como trabajador y familiar, que la que te está haciendo el favor y está resolviendo es ella, cuando son cosas de la institución, pero ella por protagonista, por hambre de poder”. 

“El licenciado David Monreal ya está mencionando que somos una bola de huevones. Tú sabes que sus hermanas han trabajado con nosotros. Yo digo, cómo se atreve a catalogar una institución, cómo se atreve a hablar de personas que no conoce, cómo se atreve a decir algo de lo que él no está informado, cuando él no ha venido. Ese comentario que dijo nos pegó a todos porque la verdad somos gente trabajadora; hacemos un poco más de lo que nos corresponde.

Aparte de dolidos estamos tristes, al ver el poco interés que tienen las autoridades y el gobernador. Sin embargo, tenemos la esperanza de que alguien le haga ver cómo está la situación, que él se dé cuenta que no solamente somos trabajadores, sino ciudadanos, que muchos trabajadores votaron por él, por un cambio que supuestamente pensamos que se iba a dar. Cada trabajador social tiene que ver a 32 pacientes más aparte a sus familiares, de dónde saca que somos flojos. Eso no lo ve, no lo sabe”. 

El gobernador tiene
otros datos, el
secretario de Salud
tiene otros datos

Las voces de las trabajadoras sociales se cruzan, chocan, las palabras de denuncia se agolpan queriendo salir todas al mismo tiempo y romper el silencio. Otra de ellas cuestiona: “¿Por qué abrazar a dos personas que no tienen el conocimiento ni la capacidad para gestionar, para resolver todas las necesidades de los trabajadores de este hospital? ¿Por qué proteger a dos personas a las que se les dio la oportunidad para que ocuparan el cargo, pero no se dieron a la tarea de conocer, de investigar, de gestionar, porque hay manuales de seguimiento, de mantenimiento, para no haber llegado a esta crisis en la que ahora estamos?”. 

Y remata: “el gobernador tiene otros datos, el secretario de Salud tiene otros datos. Los invitamos a los dos para que estén un día completo y vean cuál es la dinámica de este hospital, cuál es la necesidad y que vean cada una de las áreas, cuáles han sido las demandas no sólo de nosotros como trabajadores, porque la manifestación es para brindar calidad de atención al usuario. No estamos pidiendo ningún favor ni nada para nosotros; estamos pidiendo insumos, medicamentos, un trato digno, que es lo que merecemos”. 

“No tenemos director ni administradora y el hospital sigue funcionando”

Pediatría fue la última área que se visitó. Decorada con personajes infantiles como los Paw Patrol y los de los cuentos clásicos de Disney, se busca que el lugar sea menos lúgubre. Este piso es significativo porque fue escenario del más claro desconocimiento del director del hospital, Mario Rodríguez Herrera, quien sólo ha subido dos veces, contadas: una para evidenciar el funcionamiento del área y de espacios como la escuelita “Sigamos aprendiendo”, y la segunda para regañar al personal. 

“Tengo 70 años, estoy cansando. Vengo de trabajar en el Seguro Social y me quieren para esto. Yo allá en el Seguro sí trabajo. Cuando usted tenga 70 años me va a entender el cansancio que tengo. Yo aquí vengo a descansar, yo no vengo a aquí a trabajar”, dicen que dijo el director en una ocasión. En ese sentido, achacan las trabajadoras y trabajadores, las autoridades estatales están cegadas porque saben lo que está pasando y lo quieren “maquillar”. “Esto nos unió a nosotros más como trabajadores y lo estamos demostrando, que con lo que tenemos estamos haciendo el trabajo”. 

En ese piso de Pediatría platico con la señora Daisy Guadalupe, originaria del municipio de Tabasco, Zacatecas, y mamá de Axel, un niño de ocho años con parálisis cerebral infantil, que llegó al hospital hace tres meses a causa de una diarrea, que derivó luego en desnutrición y posteriormente en una neumonía y que, al momento de nuestra visita, tiene fiebre. 

No obstante, a pesar de que hay días difíciles, la madre de Axel asegura que la atención no le ha faltado y han sido ayudados por el área de Trabajo Social. Aunque reconoce que sí han tenido que gastar en aminoácidos porque en ocasiones no había, y la ampicilina se ha demorado algunas veces también, pero gracias al apoyo de vecinos de Tabasco, que les han regalado cosas para rifar, han podido costear esos gastos. 

También Selene Macías está en el lugar. Ella es madre de Jorge Macías, un niño de dos años con neumonía e hidrocefalia. Ellos llevan un mes en el hospital y la madre, a diferencia de Daisy, duerme ahí porque es soltera. Es de Loreto. A Jorge le han hecho muchos estudios, dice, incluso, como no funciona el tomógrafo, tuvieron que trasladarlo en ambulancia a la Uneme para realizarle el estudio, lo que genera otro sinfín de complicaciones porque el niño necesitó una sedación especial y esa noche no durmieron. De ahí en más, dijo, la han atendido bien. 

El recorrido culminó en ese piso, para bajar a la planta baja lo hicimos por el elevador de traslados, el único que sirve de los dos que hay, y por el que lo mismo bajan cadáveres, partes amputadas de las personas, que alimentos. Es oscuro y caliente y, al momento de bajar, hace lo mismo un paciente en camilla con su pareja y el aire es apenas respirable. 

“En este momento no tenemos director y administradora y el hospital sigue funcionando con los mismos trabajadores que han estado permanentes. El ambiente laboral ha sido mejor. Solos hemos podido. Nosotros estamos atendiendo a la población 24 horas, 7 días”, dicen a las afueras del nosocomio, donde las batas colgadas proyectan un interesante juego de sombras en el asfalto, mientras la gente entra y sale del hospital. 

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