La Gualdra 624 / 13 Aniversario Gualdreño
Yo soy de esas lectoras a la antigua que cree que la literatura le ha salvado la vida. Sí, quizá es “romantizar” a los libros, pero lo que yo creo es que a otras personas las han salvado otras cosas, pero a mí, una vida dedicada a leer, ha representado una forma más amable de andar por el mundo, ha sostenido mi curiosidad y con ello mis ganas de quedarme aquí un rato más. En estos días he limpiado mi biblioteca y es buen momento para hacer un recuento, siempre con deudas, de los trece libros que han marcado mi existencia lectora.
- Shakespeare cuenta…, Mary y Charles Lamb. La importancia de una buena adaptación de un clásico para presentarla a los niños es fundamental, me recuerda siempre mi amor por los clásicos.
- Demasiada felicidad, Alice Munro. En 2013 Alice ganaba el Nobel. A las pocas semanas murió quien en ese entonces era mi novio, compré mi primer libro de Munro y leí el cuento de inicio, Dimensiones, que me ayudó a entender qué se puede hacer con el dolor, desde entonces ella es mi favorita.
- A sangre fría, Truman Capote. Mi amor por Truman Capote es conocido, esta famosa novela me parece una de las más perfectas jamás escritas, una donde se presencia la lucha, siempre vigente, del bien y el mal.
- La hora y el sitio/Bajo llave, Guillermo Fernández. Encontré a Guillermo en una de mis muchas exploraciones en la biblioteca local. Mi poeta favorito, un poeta de la soledad, una soledad como la mía.
- Sonetos para decir nuestro amor, Alicia Delaval. En la secundaria, un profesor nos dejó investigar qué era un soneto, a mi solicitud, la encargada de la biblioteca me dio este libro y al leerlo, supe que desde siempre yo quería ser poeta.
- El adversario, Emmanuel Carrère. Mi idilio con Emmanuel es que abro cualquiera de sus libros y escucho su voz nítidamente en mi cabeza hablando de las cosas que me importan. Podría poner El reino, Yoga, De vidas ajenas, etc, pero dejaré este título breve y escalofriante.
- Nada, Carmen Laforet. La sensibilidad para describir el mundo interior de una muchacha en una época de cambios, es preciosa y conmovedora.
- El conde de Montecristo, Alejandro Dumas. Leí todos los Dumas que pude en la colección Sepan cuántos, las horas de mejor entretenimiento en mi adolescencia se las debo a él y a Edmond Dantès parte de mi formación sentimental.
- Cyrano de Bergerac, Edmond Rostand. El teatro ha tenido un gran impacto en mi formación como lectora y escritora, ¡tantas veces recité los monólogos de Cyrano, ese poeta enamorado, triste y feo! Yo era Cyrano.
- Los tigres de Mompracem, Emilio Salgari. Cuando de niña leía a Salgari, siempre deseaba ser igual de valiente que sus piratas. Tal vez escribir poesía sea una forma de ser valiente. Quizá, como Salgari, sólo en los libros se pueda ser el héroe que quisiéramos ser.
- El hombre en el castillo, Philip K. Dick. Con esta novela aprendí una lección importantísima: las palabras pueden cambiar la realidad. Sí, sí pueden hacerlo.
- Alquimia de tendajón, Charles Simic. Me encantan los libros de poemas que pueden ser otra cosa: libreta de notas, ensayo, catálogo de exposición, compendio de asombros…
- Manual para mujeres de la limpieza, Lucia Berlín. Poner la propia vida en el centro de la ficción, con todas las carencias, defectos y errores, y con humor y bondad crear unos “cuentos” entrañables, ése es el superpoder de Lucia.
* Beatriz Pérez Pereda. Tabasco. Premio Iberoamericano Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer para obra publicada 2023. Sus libros más recientes son Crónicas hacia Plutón y Persona no humana. Imparte talleres de lectura y escritura, entrevista a autores, cuida de su hermana y tres perros. Estudió Derecho y Creación literaria.
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