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martes, 22 abril, 2025
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El gran elector de su propio sucesor

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Por: SOCORRO MARTÍNEZ ORTIZ •

     El cambio de Presidente en México constituye un momento decisivo para la continuidad y la legitimidad del sistema político mexicano. 

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     ¿Cómo se elige en México al sucesor del presidente?  ¿Quién lo elige? ¿En esa elección se toma en cuenta realmente la voluntad ciudadana? ¿Es importante el sufragio depositado en las urnas?

     La respuesta a todas las preguntas es breve: el gran elector del presidente, es su antecesor. Se hace creer a la ciudadanía que su voto es importante porque será el que determine el triunfo del candidato y que, de entre varias propuestas se optará por la que mejor “compromisos” tenga, para atender la problemática que “el electorado le plantee”.  

     De diversas formas los procesos de recambio electoral en casi todos los países del mundo tienen un significado parecido. Dos características peculiares subrayan sin embargo, la importancia de la sucesión en nuestro país. Una es la naturaleza del poder Presidencial en México que supone la concentración de facultades decisorias en el Presidente de la República, y la no participación de los ciudadanos en una larga serie de determinaciones concretas. Este “modo de ser” político hace que el jefe de Estado no sea designado para traducir en hechos las opciones de la sociedad, sino para elegir por ella a cada paso, sustituyendo la voluntad del pueblo y legitimando, en definitiva, las decisiones así adoptadas. La otra peculiaridad mexicana, es que el proceso de selección del Presidente de la República, no se da en la urna, (allí se formaliza, solamente), y ni siquiera en el trayecto interno del partido oficial y monopólico del poder, sino que se restringe al plano subjetivo de una sola persona: el mandatario saliente.

      Así ha sucedido en México. No solo en los gobiernos prianistas, también en los  de alternancia.

      Particularmente durante el tiempo en que nuestro país fue gobernado por el PRI, se pensaba ingenuamente que los candidatos surgían de las bases del partido. Sin embargo, se mantenía el mismo sistema político anterior a la Revolución, en el que  don Porfirio Díaz solo cambia de nombre con el mismo desaseo de origen y de procedimiento.

     Dicho lo anterior, esa práctica continuó con posterioridad a la Revolución, ya que el Presidente de la República en turno, era el que más conocía y estaba informado de cuanto realizaban sus colaboradores en todos los aspectos, por eso, la auscultación interna para La nominación del candidato, corresponde a un fenómeno natural y la elección era automática. Respecto a la nominación interna de los candidatos a gobernadores, también el sistema era particularmente simple.

     Además para elegir al próximo presidente, el mandatario en turno no solo toma en cuenta la amistad o las buenas relaciones entre ellos; valora también, de manera muy particular, el hecho de que la fidelidad se antepone a la capacidad, porque esto representa una garantía de que su mandato tendrá continuidad y en cierta manera “cuidará” los cuestionamientos a la forma en que ejerció su gobierno.  

     Demetrio Vallejo, sobre el tema llegó a manifestar “cada presidente designa a su sucesor, buscando a la persona más allegada a él para que no actúe en su contra… También los gobernadores han tratado de hacer lo mismo, se puede decir que es una especie de dinastía, de grupo, donde se van cambiando nada más para asegurar que no vayan a ejercer en contra de ellos, ningún procedimiento penal, por los robos o fraudes que hayan cometido”. 

          Abel Vicencio Tovar (PAN)  indicaba: “el procedimiento más que discreto es un secreto. Pero lo que es un secreto a voces, es que el pueblo nada tiene que ver con esa decisión. Lo demás son conclusiones lógicas de premisas conocidas. Si en México el Presidente de la República ejerce el 90 por ciento del poder que existe en el ámbito político, pues el presidente en turno tendrá que ver mucho, tal vez en esa proporción, en la designación del sucesor. Por otro lado también es lógico que las principales fuerzas que se constituyen en factores de participación en México tengan su parte en la decisión. Si México es, como yo afirmo que lo es, una oligarquía plutocrática, quiere decir que en ese pequeño círculo que genera las principales decisiones, la fuerza del poder económico contará mucho. La participación del poder económico siempre ha sido importante”. 

     Se hablaba también de que se pedía la opinión del Ejército, y es evidente que había aumentado su injerencia  en la vida pública, pero de manera muy “discreta”.  Aunque tenía más importancia que en otro tiempo,  y se habría de esperar cuál era su punto de vista. 

     Lo lamentable es que en todo esto el pueblo nada tiene que ver y ello significa, por desgracia, que hay un vacío de autoridad que tiene que ser llenado por el poder como una situación de hecho. Seguramente todo esto tiene que cambiar. El destino manifiesto del sistema del gran elector de su propio sucesor debe desaparecer, si no se transforma radicalmente. ¿Hasta dónde y con qué características? Eso dependerá de la  actividad de los grupos, y partidos realmente representativos en México. 

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