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miércoles, 2 abril, 2025
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Los recortes presupuestales y la alta tasa de interés nos llevan a la recesión

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Por: ARTURO HUERTA GONZÁLEZ •

El gobierno federal festeja la consolidación fiscal alcanzada en los dos primeros meses de 2025 debido a que logró un superávit fiscal primario (donde el gobierno gasta menos de lo que recauda excluyendo el pago del servicio de la deuda) por 77.7 mil millones de pesos, resultado de mayor recaudación tributaria y por los recortes del gasto público. 

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Lo recaudado por el impuesto al valor agregado (IVA), entre enero y febrero, fue 20.3 % superior a lo que ingresó por tal concepto en el mismo lapso de 2024. Los ingresos derivados del impuesto sobre la renta aumentaron en 7 % en el mismo período. La entrada de recursos no petroleros fueron 7.7 % superiores en términos reales respecto a igual período de 2024. El total de ingresos públicos aumentaron 4.8 % en términos reales en el mismo período.

Uno se pregunta ¿Cómo es posible que haya aumentado la recaudación tributaria en un período donde la economía y el ingreso de empresas e individuos está cayendo? El Sistema de Administración Tributaria (SAT) señala que es por su eficiencia, que está reduciendo la evasión tributaria. Que bien que cobre impuestos a las grandes empresas que eludían el pago de impuestos, pero el problema se presenta cuando hace cumplir el pago de impuestos a empresas que enfrentan reducción de ingresos por la desaceleración de la economía nacional, las cuales tienen que reducir inversión para pagar impuestos para no ser sujetas de grandes multas por parte del SAT si no pagan los impuestos a tiempo. De tal forma, gran parte de la mayor recaudación tributaria se logra a costa de mayor contracción del gasto e inversión del sector privado, lo que viene a contraer más la demanda y la actividad económica. En vez que Hacienda y el SAT den trato preferencial en el pago de impuestos a las empresas que están teniendo problemas financieros a fin de que mantengan sus ritmos de inversión y generación de empleo, los sancionan con multas por no pagar impuestos, lo que ha llevado a algunas a cerrar y/o a reducir la inversión y despedir trabajadores. A ello se suman los recortes de la inversión y del gasto del sector público para reducir el déficit fiscal y alcanzar el superávit primario antes señalado. El gasto público ejercido en los dos primeros meses de 2025 muestra una disminución del 17% en términos reales en relación con el mismo período de 2024, según informó la secretaría de Hacienda. La mayor disminución del gasto público fue en los ramos administrativos, los cuales cayeron en 46.9 % en relación con los dos primeros meses de 2024, lo que implicó aumento del desempleo de funcionarios públicos.

Tal política fiscal de aumento de ingresos tributarios y reducción del gasto, al disminuir la demanda, actúa en forma procíclica a la caída del consumo e inversión privada que viene aconteciendo, lo que contraerá el mercado interno y no contrarrestará la caída de exportaciones ante la desaceleración de la economía estadounidense y por los aranceles que dicha economía está estableciendo a las exportaciones provenientes de México. La economía no tendrá motor interno, ni externo que impulse el crecimiento. En vez que la política fiscal incremente el gasto público para dinamizar el mercado interno y el empleo e impulse la sustitución de importaciones agrícolas e industriales y así contrarrestar la disminución de exportaciones, como la menor entrada de capitales asociada a ellas para evitar la recesión económica, la política fiscal opta por subordinarse a los dictámenes de las calificadoras internacionales que exigen la reducción del déficit fiscal para no comprometer el pago de la deuda que pueda afectar a los acreedores, es decir, al capital financiero internacional. La política económica desde hace décadas ha relegado las demandas nacionales de crecimiento industrial y agrícola, de empleo formal y de bienestar de la población. 

Los recortes del gasto público, la alta tasa de interés de Banxico y la estabilidad del tipo de cambio encaminados a reducir la inflación están llevando a la economía nacional a una prolongada recesión, a otra década perdida. No van a ser los aranceles que establezca Donald Trump a las exportaciones que México realiza a su país lo que nos lleve a la recesión, sino será la política monetaria y fiscal y el libre movimiento de mercancías y capitales predominante en México, los causantes de que nuestro país no tenga capacidad productiva para encarar la caída de exportaciones y la menor entrada de capitales que se avecina.

La tasa de interés de 9% establecida por el banco central y las mayores tasas de interés que cobra la banca comercial, han descapitalizado a los sectores endeudados, tanto al sector público, como al sector privado que los lleva a reducir el gasto e inversión para cubrir el alto costo del servicio de la deuda, situación que además de contraer la actividad productiva, acentúa la desigualdad de la riqueza a favor del sector bancario.

La política monetaria, cambiaria y fiscal en vez de encaminarse a reducir la inflación (lo que a su vez no o logran), deben priorizar el crecimiento económico y la generación de empleo.

El INEGI reportó que en el mes de febrero de 2025 la población ocupada en México fue 276 mil 937 menos respecto a lo reportado en enero pasado. Al no cambiar la política económica causante de ello, tales cifras irán creciendo, aunado a los mayores niveles de descontento y delincuencia presentes a lo largo del país.

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