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viernes, 19 abril, 2024
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Un crimen común o cómo nombrar los asesinatos cotidianos

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Por: Carlos Belmonte Grey / La Gualdra •

Es una película de Francisco Márquez, presente en Berlín, en la selección Panorama

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El cine argentino es el más presente en las diferentes secciones de la Berlinale y tiene muy diversos tonos y eficacia de sus discursos. Un caso peculiar es la cinta de Francisco Márquez de la selección Panorama, Un crimen común.

Un proyecto que tardó más de tres años en concluirse y actuado por la actriz profesional Elisa Carricajo y los no profesionales Mecha Martínez y Eliot Otazo. La cinta es la historia de la muerte del hijo de la mujer que hace el aseo en la casa de una profesora de sociología. Ésta no sabe qué resentir o que parte de culpa puede tener en la muerte porque no se atrevió a abrir la puerta del chico que buscaba resguardo en una noche lluviosa.

Márquez trató de crear una historia que mostrara los estigmas de clases sociales que llevan a algunas de ellas a tener siempre miedo de los otros, de los pobres. Una alienación que nos ha llevado a tener una sociedad egoísta y violenta.

Pero el director argentino quiso hacer lo anterior no de forma directa, sino por el rodeo de una estructura del cine de terror y psicológico.

Entre el documental
y la ficción de terror
Márquez explicó el título: “No se trata de que sea un crimen que cometamos todos, porque sería deslindar a la gente del poder. Pero sí que es común… es en su doble acepción porque sucede todos los días. Pero también porque es social porque convivimos con eso”. Por eso el personaje principal no es juzgado, sino que sólo se le pone incómodo.

Es honesto Márquez al reconocer que se acercó a un tema desde la visión de un intelectual que entra en un terreno que no le es habitual. Por eso recurrió tanto a la ficción a través de elementos del terror y al documental al salir al barrio y al contacto con gente de ahí:

“Hay algo muy complejo en el cine que es abordar espacios a los que no estamos habituados, un barrio popular que no es el espacio que transitamos normalmente. Abordarlos requiere mucha responsabilidad porque muchas veces en el cine son tratados de una manera espectacular o de miserabilibismo”.

Cruce de ojos, sus ojos profundos verdes.

Márquez aprovechó los intensos ojos verdes de Carricajo para conseguir la expresividad. Ella lo explicó: “Hay un deseo de mostrar y de trabajar mucho en el rostro y la expresión. Sí es algo de interpelar con la mirada, estuvo buscado. Es un personaje que no puede hablar no puede decir lo que le pasa. Lo que le ocurre lo dice a través de la mirada. Una expresividad acotada y a la vez intensa”.

Carricajo describe su papel, el tono y quizás el punto flaco de Un crimen común con la metáfora de los nudos en la garganta: “El problema era encontrar la forma de desatar ese nudo, es encontrar la palabra para desatarlo. La película se pierde en el intento de desatar ese nudo, de cómo nombrar eso que está ocurriendo en el cotidiana […] en cómo abordar la historia de una mujer blanca, de clase media y que se topa con esta realidad. Perderse en el intento para buscar cómo acercarnos”.

En México aún no sabemos cómo hacerlo tampoco.

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