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jueves, 28 marzo, 2024
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México, la inseguridad y las decisiones gubernamentales

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Por: RICARDO ARTEAGA ANAYA •

Los mexicanos hemos estado sumidos en una guerra sin sentido desde hace más de diez años, el crimen organizado en nuestro país resultó una creación de los Gobiernos Mexicano y Estadounidense en los años sesenta, los grandes capos salieron del ejercito y de lo que en aquel entonces solía ser la Dirección Federal de Seguridad, fueron ellos los encargados de dirigir los cárteles que en aquellos entonces eran controlados por el Gobierno Federal que distribuía las regiones del país para los distintos cárteles. El homicidio del agente norteamericano de la DEA, Enrique Camarena, dio origen a la ruptura de los acuerdos entre el gobierno mexicano y los cárteles de la droga, un negocio que ha resultado fructífero para quienes se dedican a la venta de armas en los Estados Unidos.

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Durante años el gobierno mexicano detuvo a algunos capos con la intención de mediatizar y simular el combate al crimen organizado sin que este disminuyera su operación, la historia nos ha demostrado que el crimen organizado desde su nacimiento ha actuado bajo el amparo del poder, al menos hasta el sexenio de Enrique Peña Nieto. La inseguridad como hoy la conocemos inició por decisión del ex Presidente Felipe Calderón en un intento desesperado por legitimar un gobierno del que había grandes pruebas de que se había robado y había sido financiado por el crimen organizado.

Ante estos señalamientos Calderón declaró una guerra contra el crimen organizado, lanzó operativos para detener a los capos líderes de los cárteles, lo que los fraccionó y ocasionó el nacimiento de nuevos cárteles de la droga y que comenzaron a disputarse las plazas al haber sido detenidos quienes evitaban que eso sucediera. Miles de muertos fueron y han sido el costo de esta fallida guerra, fallida porque hasta el momento solamente incrementó la inseguridad cuando debió haber disminuido según la intención del aquel entonces presidente emanado del PAN.

Al llegar Peña Nieto al poder se tuvo la creencia de que implementaría las acciones del viejo PRI y llegaría acuerdos con el crimen organizado, era tanta la desesperación por que terminara la inseguridad que se veía como una opción valida, sin embargo, la violencia durante su sexenio incrementó, no por la falta de alguna estrategia, incrementó porque era el cause natural de la guerra que ya había desatado su antecesor, Peña Nieto optó por mantenerse al margen de la situación.

López Obrador asume la presidencia heredando un país envuelto en la inseguridad, en la pobreza y en una podredumbre de las instituciones públicas, el crimen organizado había infiltrado todos los poderes y todos los niveles de gobierno, presidentes municipales, diputados y hasta gobernadores fueron emanados de las filas del crimen organizado; una gran cantidad de empresarios lavan dinero del crimen y la impunidad fue el pan de cada día, la consecuencia: vivimos en uno de los países más violentos.

El ahora Presidente está obligado a disminuir la inseguridad, comenzó combatiendo frontalmente a la corrupción, creadora de los grandes males del país, incluyendo la inseguridad. La crisis vivida en Culiacán, Sinaloa reflejó que todos los gobiernos cometen errores, el intento por detener a uno de los hijos del capo más poderoso del mundo y que más Presidentes a corrompido y financiado, desató una ola de violencia en aquella ciudad, el crimen organizado mostró el enorme poder de movilización y armamento desatando balaceras, bloqueos y ataques en contra de civiles, lo que orilló al gobierno mexicano a liberar al criminal para salvaguardar el orden, la paz y el bienestar de los ciudadanos, una decisión de gran costo político pero que sin duda muchos sinaloenses deben estar agradeciendo.

Esto vulneró la imagen del gobierno no solamente ante la oposición que aprovechó para aplaudir el error, demostrando que les interesa más el fracaso de un gobierno que la vida de los ciudadanos, ahora la administración federal deberá imponerse ante el crimen organizado que bien podrá chantajear cada vez que uno de sus miembros sea detenido, deberá enmendar el error y evitar que esto suceda pero nunca más debe pactar con el crimen organizado para enriquecer a sus funcionarios o al mismo presidente, el pacto en esta ocasión fue el bienestar de la población.

La estrategia debe cambiar, es necesario identificar el origen del problema para darle solución; apostar a la disminución de la pobreza, el apoyo a los más necesitados, el fortalecimiento a la educación, la inversión del sector privado, el combate a la corrupción y la erradicación de la impunidad siempre serán mejor estrategia que una guerra con miles de muertes colaterales y muchos representantes populares enriquecidos por su pacto con el crimen. ■

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