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viernes, 26 abril, 2024
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Política, realidad, improbabilidad

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Por: RENÉ LARA RAMOS •

De vez en cuando, las Universidades Públicas y Autónomas requieren con urgencia la “implementación de auténticos programas de rescate” para salir de la crisis financiera a la que llegan en su devenir o por falta de atención institucional – estatal. ¿Cómo debería ser esa atención institucional – estatal para evitarla?

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El flujo de recursos públicos hacia las universidades autónomas siempre se acompaña con estrictas medidas que garanticen la transparencia y la eficiencia en el gasto de los mismos y su correcta aplicación, tanto para atender su transcurso ordinario como para respaldar los esfuerzos académicos extraordinarios que también, de vez en vez, requieren algún financiamiento más allá de lo ordinario, como cuando se convoca a la comunidad escolar o a la universitaria, en su conjunto, a debatir para valorar algún momento o alguna situación extraordinaria, todo ello sería académico en lo fundamental.

En la universidad, hasta cuando se trata de debatir lo político, algo tan ordinario, lo académico tiene prioridad; porque lo académico es la razón y misión social, política y cultural, para la que fueron creadas las universidades públicas y autónomas como forma de contribuir a incrementar el valor de los recursos intelectuales y culturales de quienes llegan a sus aulas. Una razón de existir, académica y cultural, para atender con espíritu de servicio, libertad de pensamiento y responsabilidad académica y política, a quien llegue a las aulas universitarias.

En su devenir juega el entorno e importa sobre manera lo que en él suceda porque de continuo y periódicamente la universidad recibe impactos que los universitarios deben procesar con todos los recursos organizativos y culturales de que dispongan. Si cambia el Gobernador del Estado o el Presidente de la República, la Universidad entra en tensión, no tanto ideológica y política, sino intelectual para convocar a sus instancias escolares, académicas y de investigación, a reflexionar y valorar, el pasado y su presente, al debatir con énfasis, para poder, como comunidad académica, dilucidar o vislumbrar, no el futuro, sino los futuros posibles para reformarse, reconstruirse o construirse, en lo que haya lugar teniendo en cuenta la prospectiva del mundo, su país, su estado y su Ciudad o ciudades, donde ésta sea enclave o punto de referencia cultural y de conocimiento, incluso, ideológico y político.

No obstante, ¿por qué llegan las universidades públicas y autónomas, sobre todo las de provincia, casi periódicamente a una situación de rescate que bien puede ser planificada y atendida por las autoridades con la debida anticipación y además evitada, sobre todo, en tiempos de renovación política, nacional o estatal? Con todo, siempre es importante en la Universidad saber cómo evitar llegar a la crisis financiera y a una falta de recursos, casi proverbial, por ser ésta, una característica riesgosa y recurrente en las universidades públicas, ¿gracias al status?

Ante eso, queda mal pensar la falta de recursos más como un recurso ideológico -político del Poder Estatal a utilizar contra las Universidades Públicas y al ministrarlos de ese modo, ¿intentar limitar o socavar su Autonomía o torcer su Academia? Improbable, pero posible pues dependería de la consistencia y conciencia política y cultural de su “comunidad” de profesores, estudiantes y trabajadores, así como de sus posibilidades y experiencias, concretas, en movilización y usarla.

Como sea, antes de rescatarlas o al mismo tiempo, primero sería indagar para saber y debatir, ¿por qué y qué es lo que hace necesario su rescate? En una universidad, un rescate financiero se supone hacerlo para resolver la falta de recursos en esa institución universitaria. En lo académico, se supone a los debates ser más regulares como modulación interna en las correspondientes Unidades Académicas y no sólo eso sino son foros permanentes de cara a la innovación. Aunque siempre existe el riesgo de quedar invisible la causa o causas que provocaron la falta de recursos, motivo del rescate y aquí es donde cobra relevancia la memoria escrita, el acta del trabajo académico – discursivo, etc. No se diga más en estos tiempos de computación para operar su registro ¿y construir o descubrir elementos que incrementen la complejidad?

Con todo, lo primero sería, indagar para saber, qué llevó a cada una de ellas, a cada universidad, a estar en situación de rescate financiero y cómo saber si su rescate, al ser “acompañado de estrictas medidas que garanticen la transparencia y la eficiencia en el gasto”, ¿será la solución a sus problemas?

Como puede verse en el párrafo anterior, nada hay que muestre los problemas de una universidad, cuyo rescate financiero los enmascara, si la universidad se limita sólo a acompañarlo “de estrictas medidas que garanticen la transparencia y la eficiencia en el gasto”. ¡UPS! ¿Tanto para nada o mucho ruido oficial y pocas nueces a cascar?

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