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viernes, 19 abril, 2024
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El abandono de la instrucción pública en el municipio de Sauceda al promediar el siglo 19

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

En nuestro tiempo se conoce por rezago o abandono educativo lo que tiene que ver con variables como la deserción de alumnos, el bajo aprovechamiento, la baja eficiencia terminal, una pobre infraestructura, falta de equipamiento de las escuelas, actualización y capacitación y pedagógica insuficientes de los docentes entre otros factores. Este abandono escolar es histórico y se puede decir que hasta crónico. No es sino una particularidad del subdesarrollo propio de los países emergentes. En su naturaleza sigue siendo igual, las diferencias son de grado según el desarrollo económico reflejado en la pobreza o niveles de bienestar de los pobladores de un lugar.
Sauceda se fundó como una hacienda de beneficio para separar la plata y metales de la tierra y piedras que se extraían de las minas descubiertas en su alrededor, desde la época novohispana y hasta antes de que pasara a formar parte del municipio de Guadalupe fue una municipalidad que perteneció a la jurisdicción territorial de la capital de la provincia zacatecana. Formaba parte de su distrito minero. Con la creación de la intendencia de Zacatecas, el partido de la capital tenía entre sus municipalidades a Pánuco, Veta Grande, Guadalupe, San José de la Isla y la propia Sauceda; además de las muy importantes y ricas haciendas agrícola ganaderas de Malpaso y el Maguey.
En el periodo borbónico y durante todo el siglo 19 siguió siendo hacienda de beneficio y como municipalidad de la subdelegación o partido de Zacatecas formaban parte de ella las haciendas de Tacoaleche y Casa Blanca, además de los ranchos de Bemejo, La Era, El Lampotal.
La instrucción pública que se observaba en la municipalidad de Sauceda incluidas sus haciendas y ranchos al promediar el siglo 19, como en el resto del estado, no era precisamente la más halagüeña. Esto se desprende del informe que enviaron al Jefe del Partido de Zacatecas Apolonio Valle y Vicente B. Vázquez, según un muy interesante testimonio de archivo reproducido por “El pregonero”, Cuarta época, Año 7, Zacatecas., México, febrero de 2018, Núm. 76, pp. 6-7.
Lo interesante de este informe es que, nos permite darnos cuenta además del abandono en que se encontraba la instrucción pública en Sauceda, es la valiosa información que contiene en cuanto a la legislación educativa vigente, los ramos (materias) de enseñanza y los métodos utilizados entre los que se cruzaban el impuesto por la tradición y el correspondiente a la moda del momento.
El informe en cuestión señala que en acatamiento a las prevenciones que emitidas el gobierno del estado el 28 de febrero de 1850, en el sentido de que los municipios informaran sobre el estado que guardan los establecimientos educativos, los ciudadanos aludidos: Valle y Vázquez presidente y secretario de la Junta municipal de Sauceda, hizo llegar al jefe político del partido, esto es el de Zacatecas, el informe del que dan cuenta menciona que con excepción de la cabecera del municipio, en ningún otro lugar de la misma existían escuelas. La de Tacoaleche se cerró cuando faltaron los recursos para pagar al maestro, razón por la cual, 40 niños se encontraban sin recibir la instrucción. En el rancho de Bermejo en donde existían 36 niños y 27 niñas en edad escolar, tampoco había escuelas, si bien existía la disposición de los padres de cooperar con seis pesos y tres reales cada uno de ellos para sostener le sueldo del maestro y maestra que se requerían. Por su parte, la Hacienda de Casa Blanca reportaba que hacía apenas dos meses que debido a la falta de maestro el establecimiento no operaba. El administrador ya había solicitado la reposición pues la falta de recursos no era el problema debido a que la Hacienda podía pagar su sueldo mediante seis pesos mensuales y una ración de alimentos seguramente con almudes de granos de maíz, frijol, trigo o los cultivos cosechados en ese lugar y que se pagaba “gradúa en dos de que resulta por sueldo ocho pesos cada mes y local para el establecimiento”. Tanto en los ranchos de la Era como el del Lampotal, habitado por mozos o peones de labranza conocidos como “gañanes”, pequeños en vecindario tampoco había establecimientos educativos. En el segundo de estos “en ninguna época ha tenido escuela”. En la Era había once niños aptos para recibir la instrucción y los padres de estos estaban en disposición de contribuir con dos pesos cinco reales cada uno para completar el sueldo de seis pesos para el maestro y para la compra de los útiles para los niños.
Con el retorno de los liberales, durante este tiempo en que gobernaba Victoriano Zamora, volvió a regir la ley del 9 de junio de 1831 aprobada en el mandato de García Salinas, misma que en sus artículos 25 y 28 establecía los impuestos y contribuciones que los administradores de rentas deberían reunir para alimentar al fondo de enseñanza pública y de esta formar hacer posible la instrucción primaria gratuita, universal y obligatoria, según eran las bases generales de la LGEP.
De todos los vecindarios, es la escuela de Sauceda la que nos ilustra cual era la situación que guardaba el municipio en materia de instrucción pública entre lo deseable y lo posible, según lo que establecía la ley en la materia y lo que se observaba en la realidad. Aquí funcionaba la única escuela de todo el municipio. A la misma acudían de 40 a 60 niños. Según la época del año. Correspondiendo la primera cifra al periodo de lluvias o “tiempo de aguas” y siembras y cosechas; y la segunda a la del periodo de seca o estiaje.
En relación con el maestro de la escuela de niños, este no debió de estar muy preparado y carecía del dominio del sistema de enseñanza mutua o método lancasteriano que de acuerdo con la ley vigente referida de 1831 era con el que debería enseñar, pues el informe menciona: “cumple con su obligación en la parte posible”. Sus clases las impartía con el método antiguo o tradicional. Lo anterior tiene como lectura que era responsable, acudía a cumplir su tarea con responsabilidad y aunque se esforzaba en hacer su trabajo de la mejor manera carecía de los conocimientos suficientes y la falta del dominio del método de moda. El salón de la escuela era lo suficientemente amplio y podía albergar hasta 80 alumnos y el que no se enseñara con el método lancasteriano obedecía más bien no a la falta de dinero para dotarlo de las mesas, bancas y demás enseres que dicho método exigía, sino a la carencia del sujeto que enseñara con dicho método.
Sauceda carecía de una escuela de niñas formal. Pero no faltaban “algunas mujeres pobres que enseñan a leer a las hijas de los padres que quieren darle esos cortos principios; muy benéfico es a la juventud femenina plantear un establecimiento de enseñanza en ésta, dirigida por una maestra de medianos conocimientos en lectura, escritura y costuras, dotada de diez pesos cada mes y los útiles necesarios, graduando que a lo más concurrirán treinta niñas; …”.
La LGEP que era la norma vigente en el ramo educativo que regía la primera enseñanza fijaba que la instrucción pública debería ser universal para lo cual deberían abrirse escuelas en todos los pueblos o municipios (fueran reales, villas, pueblos o ciudades), obligatoria multando en teoría a los padres que no enviaran a la escuela a sus hijos, gratuita en cuanto a que debería ser sostenida por el Estado vía los fondos municipales y uniforme en cuanto a que los niños deberían recibir una enseñanza con las mismos ramos de lectura, escritura, aritmética y moral religiosa y cívica, ramos a los que se agregaban en el caso de las escuelas de niñas el de costura y dibujo. Sin embargo, las condiciones políticas y económicas hacían muy difícil concretar en la práctica la utopía educativa de “Tata Pachito” y los liberales zacatecanos como Luis de la Rosa y el mismo Gómez Farías habían concebido. ■

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