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viernes, 29 marzo, 2024
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La indispensable participación ciudadana para detener la inseguridad

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Por: La Jornada Zacatecas •

El cúmulo de asesinatos, secuestros y tragedias que han cimbrado a la sociedad zacatecana expresa su indignación por muchas vías: desde la protesta en las calles, mensajes en redes sociales o a través de los medios de comunicación tradicionales; algunos exigen justicia, otros para convocar a movilizarse en la plaza pública, y otros más expresan su desaliento ante la aparente ineficacia de ese tipo de manifestaciones de la indignación. Las encuestas indican que la inseguridad es la mayor preocupación de los mexicanos y zacatecanos, aunque el gobierno no asume que es un problema multicausal que no se resolverá con la sencilla pero ineficaz fórmula de incrementar el poder de las corporaciones policiacas y/o de las fuerzas armadas. Para contribuir a esbozar otro rumbo es que este medio junto con la Universidad Autónoma de Zacatecas, la Escuela de Trabajo Social y la asociación civil Zacatecanos por la Paz, hoy publicamos en nuestra versión digital, todas las propuestas recibidas y expuestas en el pasado Foro de Participación por la Seguridad Humana.

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Como contexto debemos de dejar claro que ante la hegemonía del capitalismo salvaje, o economía que mata como la llama el Papa Francisco, en el seno del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, se gestó un nuevo paradigma global, sustentado en la convicción de que el desarrollo de un pueblo requiere de la inversión en las capacidades humanas de la gente y de asegurar que el crecimiento económico que éste genera se reparta en forma horizontal y justa. El nuevo paradigma, denominado de desarrollo humano, centra su atención en el mejoramiento de la calidad de vida de la población. En ese paradigma, la seguridad humana se define como la condición de vivir libre de temor y libre de necesidad. Es un concepto amplio que contempla un abanico de amenazas que pueden atentar contra la vida y contra el bienestar de las personas: desastres ambientales, guerras, conflictos comunitarios, inseguridad alimentaria, violencia política, amenazas a la salud y delitos. El organismo internacional ha señalado siete componentes básicos de la seguridad humana: Seguridad económica. Seguridad alimentaria. Seguridad en la salud. Seguridad comunitaria. Seguridad ambiental. Seguridad política.

Seguridad personal. Comprende los fenómenos que acentúan los factores de riesgo, vulnerabilidad e inseguridad en la sociedad (asesinatos, violencia física, delitos asociados al narcotráfico, prostitución) y su impacto sobre grupos vulnerables (mujeres, niños). En comparación con la diversidad de amenazas que contempla la seguridad humana, la seguridad ciudadana resulta un concepto mucho más acotado. De hecho, la seguridad ciudadana puede entenderse como una modalidad específica de la seguridad humana, relacionada con la seguridad personal y, más específicamente, con amenazas como el delito y la violencia.

La seguridad ciudadana es una de las principales preocupaciones de los mexicanos. El delito, la violencia y el temor que éstos generan son desafíos que hasta hoy parecen insuperables para el Estado mexicano, de ahí que diversos especialistas centren su atención en esta modalidad específica de la seguridad humana, sin negar que una concepción amplia de la seguridad —que integre aspectos como la salud, la educación y la seguridad alimentaria— es la base de la seguridad ciudadana y del desarrollo humano.

La seguridad ciudadana consiste en la protección de un núcleo básico de derechos, incluidos el derecho a la vida, el respeto a la integridad física y material de la persona, y su derecho a tener una vida digna. Esta concepción está centrada en el bienestar de las personas y considera que la provisión de seguridad ciudadana es un requisito indispensable para su desarrollo humano. Asimismo, subraya el papel central que tiene la vigencia real y la tutela de una serie de derechos humanos que son exigibles frente al Estado. Así, la falta de empleo, la pobreza, la inequidad o la carencia de libertades, por citar sólo algunos ejemplos, son obstáculos directos para la convivencia y la seguridad ciudadana.

La mayoría de las propuesta recibidas, expuestas y que hoy se entregarán al Poder Ejecutivo consideran que el fortalecimiento de la seguridad ciudadana depende de la construcción de instituciones y formas de convivencia democráticas que permitan proteger de manera efectiva, sostenible y con apego a los derechos humanos la integridad física y material de las personas. En este sentido, la seguridad ciudadana no debe entenderse exclusivamente como una simple reducción de los índices de delito y violencia. Debe ser el resultado de una política que se oriente hacia una estrategia integral, que incluya la mejora de la calidad de vida de la población, la acción comunitaria para la prevención del delito y la violencia, una justicia accesible, ágil y eficaz, una educación que se base en valores de convivencia pacífica, en el respeto a la ley, en la tolerancia y en la construcción de cohesión social.

Propuestas y caminos diferentes para combatir la inseguridad existen, es cuestión de voluntad política desechar paradigmas ineficaces, aventurarse a incluir a la sociedad y academia en la solución de un problema tan preocupante como la inseguridad.

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