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viernes, 29 marzo, 2024
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Las cuentas públicas pasan como agua: la historia de las complicidades

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Por: La Jornada Zacatecas •

Los mecanismos institucionales para detener los malos manejos o francos actos de corrupción no funcionan. En las revisiones de la Auditoria Superior (federal y estatal) hay muchos casos que no pasan como irregularidades porque hay influencias especiales que ‘solventan’ los iniciales señalamientos. Sin embargo, hay casos donde la irregularidad es de tal magnitud que no es sencillo solventarla. Y pasa como eso: irregularidad. La Auditoría reporta los estados de revisión a la legislatura y avisa a la Procuraduría de los casos que ameriten averiguación más profunda y fincamiento de responsabilidades. Sin embargo, en las instancias donde debía ocurrir esto, los casos son fácticamente ‘perdonados’. Borrados con la magia de la complicidad y la influencia. Y la complicidad se debe a conflicto o tráfico o a negociación de intereses. En las bancadas parlamentarias se negocia: tú me apruebas, yo te apruebo y nosotros nos aprobamos las cuentas pendientes. Las redes (que son telas de araña) de conexiones entre los políticos que ejercen presupuesto público es mucho más grande de lo que los simples ciudadanos percibimos. Las conexiones son intrincadas. ¿Cómo militantes del PT respaldan absteniéndose en la votación legislativa al grupo mayoritario del PRI? ¿Qué apoyos mutuos negociaron o qué negocios externos tienen en común para ‘planchar’ (así dicen) la votación de aprobación de la cuenta pública? Las redes son recónditas y profundas.

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En Veracruz se dejó ver el nivel de complicidad de la Procuraduría en torno a las revisiones que había hecho la Auditoría Superior de la Federación: dejó ver de qué tamaño es el problema. En el caso de los estados es una situación proporcionalmente similar. En el caso de las Legislaturas que deben ejercer la función fiscalizadora del Poder Legislativo sobre el Ejecutivo, se deja ver otro tanto. Son dos poderes y, teóricamente, deben equilibrarse. Pero el equilibrio es un efecto de la autonomía que guarden entre sí. Sin embargo, dicha autonomía no existe porque los efectivos de ambos poderes pertenecen a una misma identidad partidaria y tienen entre sí relaciones de lealtad y de padrinazgos políticos que generan relaciones estrechas de dependencia entre ellos. Los legisladores están atados. No son libres ni se rigen por los criterios de la ley o la razón, sino de una muy práctica conveniencia político-económica. La propia normatividad está sujeta a los resultados de las votaciones, y no señala criterios rigurosos que deben cumplirse en el procesamiento de las observaciones de la Auditoría antes de someterse siquiera a la votación de aprobación de la cuenta pública. No hay candados que limiten la maniobra política de las mayorías parlamentarias. Mayorías que en este caso son oficialistas. Desde que se discutió el diseño del Sistema Nacional Anticorrupción se vio la necesidad de replantear las arquitecturas y reglas institucionales. Ahora se ve la verdad de este punto. Pero la necesidad de reforma es más profunda de lo que se pensó. A la fecha la corrupción pasa como agua.

 

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