Me limitaré a apuntar otros rasgos de la reflexión de Emanuele Profumi, sobre Colombia. Su interpretación filosófico-política, nos ha permitido pensar aquellos regímenes contemporáneos que convierten “lo político” [la esfera del poder colectivo, y de la creación de leyes/normas que regulan la sociedad] en un conjunto de modos instituidos dedicado a producir la guerra (-el principio de la violencia-]. Solución “monstruosa” defendida por un Estado y sus estructuras, convertidos en defensores de “lo político” perversamente configurado.
Contra esa guerra y violencia de “lo político”, oponiéndose activamente a ese “modelo”, las fuerzas imaginantes de la sociedad civil, han logrado –superando inmensas dificultades-, dar vida a una verdadera creación de “la política”, movimiento de democratización profunda que busca trasformar aquel modo de configurar “lo político” -poder colectivo/normativo.
Profumi, elabora esta constelación conceptual, potente y atinada, incorporando otros conceptos, como el de “no-violencia”, o el de “lo común”, que le permiten con una “fantasía exacta”, avanzar en la elucidación de la experiencia histórica y actual de Colombia.
De un largo proceso histórico, surgió -“desde abajo”- esa creación [de la] política, orientada por el principio de la no violencia, y la paz, reformulando los principios -imaginantes- de libertad-igualdad y solidaridad, y realizándolos efectivamente –a lo largo de todo el proceso- y no solo como fin/placebo-.
En su ensayo “Los migrantes forzados y la guerra, cuestiones preliminares desde la filosofía política”, publicado en la Revista Cálamo, en junio del 2016, Profumi resume una periodización histórica para mostrar esa exclusión (antinómica/antagónica) , entre “lo político” y “la política” en Colombia: 1.) La Violencia (1945-1965), donde la guerra es utilizada como forma de exclusión, hasta volverse un “régimen de terror” 2.) Una nueva Guerra Civil (1960-1975) conocido como momento del Frente Nacional, se generaliza la “guerra de guerrillas”, que busca mediante la violencia –e inicialmente- una salida parlamentaria y democrática a una conflictividad social explosiva. 3.) La guerra generalizada y la separación entre guerra y política (1975-1990). Intensificación de la violencia, nuevos actores grupos paramilitares y narcotráfico, a fines de 1970; se generaliza la “guerra sucia”, que perjudica especialmente a los actores sociales interesados en terminar con el conflicto armado, decididos a dirimir políticamente –no con violencia- los conflictos. 4.) El terror y los intentos para eliminar el principio de la violencia política en la esfera de “lo político” (1990-2016). Donde resalta un doble proceso antitético: por un lado la guerra generalizada y el estado de terror en el conjunto de la sociedad; y por el otro, una tendencia contraria, donde se van incluyendo actores sociales diversos, buscando poner fin al conflicto armado, un eje axial es una nueva constitución (1990), donde se excluiría explícitamente “el principio de la violencia” en los modos de organizar la sociedad.
En éste último período [ver I/II], Profumi destaca la irrupción de las fuerzas imaginantes de la sociedad civil, donde de múltiples formas (comunidades de paz, comunidades campesinas e indígenas, “asamblea permanente de la sociedad civil”, grandes manifestaciones por la paz, movimientos de las víctimas, incluyendo insumisiones al servicio militar o desobediencia fiscal, desde posiciones pacifistas, etc., se ha intentado combatir esa dinámica de “lo político” (poder colectivo/creación normativa) basada en la guerra y la violencia.
Por el contrario, todos esos movimientos/actores crean “la política”, como movimiento de democratización, reconstruyendo el tejido social, poniendo la política pacífica y no violenta… “como centro de la vida comunitaria”.
Para Profumi, existe entonces una clara oposición entre, por un lado, “Lo político”, dirigido a activar una guerra endémica y prolongada, y, por otro lado, los movimientos de creación de “la política”, opuestos contra esa entronización de la guerra y la violencia.
Esas son parte de las claves para comprender el corazón del problema de la guerra/violencia, en Colombia. Además, Profumi, propone, en otros escritos, que debemos elucidar también las formas en que se da la violencia, los actores que están involucrados, tanto a nivel nacional como internacional. De acuerdo con él, solo se puede transformar las formas de violencia, [conociendo bien “quién y qué cosa” se tienen que transformar], al mismo tiempo que se impulsa la creación de otro tipo de sociedad y de cultura, basadas en un nuevo imaginario político democrático.
Las leyes, o la defensa de los derechos humanos, importantes, como son, para limitar la guerra y la violencia, no son suficientes. Se requiere emprender una creación antropológica y política. Para Profumi, es crucial, por ejemplo… “un plan nacional para proteger las formas de autogobierno y de democracia social”, espacios donde enseñarnos mutuamente “la práctica de compartir el poder y la responsabilidad colectiva”.
En relación con el actual proceso de paz en Colombia, Profumi, enuncia una propuesta aparentemente paradójica: enraizar en el Estado las prácticas de autogobierno y de no-violencia, y paralelamente, “desmovilizar los paramilitares y guerrillas, y reducir progresiva y completamente el ejército nacional”.
No queda espacio, volveré al tema, invitándoles a continuar reflexionando con Emanuele Profumi…
¿Cómo podríamos pensar a México, desde esta perspectiva?
Profumi,Emanuele.2016.Colombia-la-pace-e-nostra. Roma/Exhorma/Edizioni.
Profumi,Emanuele,2016, RevistaCálamo.N0.5/2016