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martes, 16 abril, 2024
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Rafael Pérez Gay. ‘Leer es un acto de breve soledad’

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

La Gualdra 280 / Literatura

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Rafael Pérez Gay nació en la Ciudad de México el 21 de mayo de 1957. Es narrador, ensayista, editor y periodista. Estudió letras francesas en la FFyL de la UNAM. Es fundador, director editorial y director de la editorial Cal y Arena. Traductor de Samuel Beckett y E. M. Cioran. Ha sido colaborador de La Cultura en México, La Jornada, Nexos, Milenio y Unomásuno. Es autor de las novelas Esta vez para siempre (1990) y Nos acompañan los muertos (2009); y de los libros de cuento Me perderé contigo (1988), Llamadas nocturnas (1993), Paraísos duros de roer (2006), El corazón es un gitano (2010); y del libro El cerebro de mi hermano (2013), entre otros. Estuvo la semana pasada en Zacatecas, durante la inauguración del 5to. Encuentro de Narrativa, y aprovechando su visita platicamos con él.

 

Jánea Estrada Lazarín: Me gustaría que habláramos primero de su papel como promotor de los libros y la cultura. Usted tiene un programa en el que habla de eso, precisamente… La otra aventura.

Rafael Pérez Gay: Sí. La otra aventura es un segmento que dura unos 14 minutos en el canal proyecto 40, con el que llevo 280 emisiones. Yo tenía renuencia a la televisión porque pienso que hoy en día hay un parloteo, así le llamo -en el buen sentido de la palabra- a que la gente se sienta y habla. Yo mismo lo hago… unos hablan mejor, otros hablan no tan bien. El comentario que le hice al director, a Luis Armando Melgar, fue que me gustaría hacer un programa escrito; es decir, que siempre tuviera un guión y sobre eso improviso. Eso me permite traer los libros que he acopiado y que he hecho a lo largo de los años; libros escogidos, no creas que son muchos, pero sí bien seleccionados; libros de letras inglesas, de letras francesas. La otra aventura se convirtió en una forma de sacar esos libros con la intención de buscar, difundir y tratar de despertar en el espectador la curiosidad de acercarse a un libro. La lectura es una forma de vivir muchas vidas, no sólo la que tenemos; a veces nos cansamos de nuestra propia vida, queremos vivir otra… y entonces probablemente podemos empezar a leer. Eso es lo que pretendemos hacer, motivar a leer.

JEL: En uno de esos programas citó a Borges diciendo que “los verbos leer, soñar o amar no permiten el imperativo”, en ese sentido, en una sociedad como la nuestra ¿cómo hacemos para que jóvenes y adultos lean? Porque lo cierto es que se lee muy poco en nuestro país…

RPG: Leemos mal y poco. Los libros importan poco y yo por eso me he preguntado en qué momento hubo un derrumbe educativo, porque de lo que estamos hablando es de una catástrofe educativa que viene ocurriendo desde hace muchos años. A Monsiváis le gustaba fijar en el tiempo de 1970 a 1976… Antes, los libros tenían prestigio; antes, los maestros eran personas muy respetadas; antes de los años 70, en casi todas las casas de clase media de la República Mexicana había algunos libros, como de Stefan Zweig, de Giovanni Papini… siempre había un libro. En algún momento eso se derrumbó; claro que no es sólo culpa de los gobiernos mexicanos –aunque muy principalmente lo es-, sino que ocurrió que la cultura de la imagen comenzó a imponerse seriamente, de modo que el libro vino un poco a menos. ¿Qué hacer para que la gente lea? No lo sé. Sé que se puede intentar transmitir, que se puede hacer el esfuerzo por invitar a leer o a abrir una puerta… Abres una puerta y detrás de ella aparece un mundo, eso es un libro; cuando abres un libro hay siempre un mundo atrás de él y esos mundos a veces pueden cambiarnos la vida. Decía Borges también que los libros nos hacen más aptos, y más aptos no es que nos hagan exactamente mejores, sino que nos hacen sentir más, ser seres humanos mucho más intensos, ser personas mucho más sensibles a lo que estamos viendo y viviendo. Creo que hay que combinar hoy en día, la cultura de la imagen con la letra impresa, el mundo tecnológico con el papel, el libro digital con el libro encuadernado. El acto de la lectura siempre es el mismo, aunque estemos en nuestro celular, aunque leamos en la pantalla de la computadora… es un acto de breve soledad en el que uno interioriza algo; de modo que no temo a la historia del mundo digital. No pienso que el libro desaparecerá.

 

JEL: Ahora bien, si la primera aventura es vivir, la segunda leer, la tercera aventura cuál es…

RPG: La tercera debería de ser la memoria –me imagino, estoy improvisando-, porque probablemente contiene a las dos anteriores y yo creo que una parte importante de la literatura es la memoria; ésta es la herramienta fundamental de cualquier escritor, sea una memoria ficticia, sea una memoria real, sea una memoria testimonial… sin memoria no hay literatura y quizá no haya otras cosas tampoco.

 

JEL: Eso me recuerda el libro Me perderé contigo, en el que usted habla con maestría de las cosas simples, de las cosas sencillas de la vida, de la memoria… ¿Cómo hablar con esa claridad de cosas sencillas de la vida en un momento tan complicado como el que estamos viviendo actualmente en nuestro país?

RPG: Yo siempre he pensado que la literatura a la cual yo soy afín debe tener naturalidad; pero también digo que la naturalidad es lo más antinatural que hay. A veces dices de algún tipo de autor –no hablo de mí-, “bueno, narra con una fluidez, con una rapidez y toca temas a profundidad…”,  pero eso ha pasado por una serie de cedazos técnicos que se van aprendiendo a lo largo de los años. De modo que soy afín a un tipo de literatura que pueda explicar con claridad asuntos que sean abisales, que sean profundos; un tipo de literatura que pueda mostrarnos algo de la vida cotidiana pero que al mismo tiempo nos revele algo del alma.

 

JEL: Juan José Arreola decía, por ejemplo, que el poeta era “el testigo trágico de sí mismo”. En ese sentido, el narrador sería el testigo de qué…

RPG: El narrador es el testigo diario de su vida y del presente entendido como un pliegue en el cual tiene al futuro de un lado y al pasado en el otro. Montaigne decía “el presente no existe”, en realidad es un pliegue en el que futuro y pasado se juntan. El narrador podría ser el testigo de ese presente. Yo he citado varias veces al escritor Milan Kundera, cuando dice que uno pasa por el presente con una venda en los ojos, adelante se quita la venda, voltea y dice: “esto es lo que ocurrió”; sólo entonces ves lo que ha ocurrido…

 

JEL: En su libro El cerebro de mi hermano, concretamente, veo un acercamiento muy bello a la poesía, en el caso de que se pudiera llamar bello a un acercamiento tan trágico con la muerte…

RPG: Sí, y triste también. Es éste un libro indeseado; yo no hubiera querido escribirlo porque como tú bien sabes, es la historia del largo padecimiento del escritor mexicano José María Pérez Gay, mi hermano. Pero tenía que hacerlo. Un día platicando con un reportero le dije, ¿a ver, si ahorita te dicen que hay una guerra en algún lugar del mundo te interesaría ir? “Sí quiero ir”, me dijo. Bueno, pues es algo parecido. Ante mis ojos estaba pasando algo terrible y no me podía permitir que pasara sin dejar un testimonio. “Voy a tratar de hacerlo del modo más honesto que yo pueda–me dije en ese momento-, del modo más intenso y también breve”, por eso el libro y por eso su brevedad.

 

JEL: En su cuento “El final de la aventura”, al final precisamente, un personaje le pregunta a otro: “Y de qué tienes miedo”, su interlocutor le contesta: “De que se me olvide”. Y ahora le pregunto a usted ¿de qué tiene miedo?

RPG: Precisamente a que no pueda yo fijar en el tiempo algunas de las cosas que no quiero que se olviden. No tienen por qué ser cosas históricas fundamentales; muchas de las cosas más importantes que nos pasan a nosotros no se publican en las primeras planas de los periódicos. Ésas están en otra zona, en otro lugar y no quisiera olvidarlas… y muy probablemente por eso es que escribo.

 

JEL: Y en “Para llorar” dice usted “los treinta son el espacio predilecto de las lágrimas, caldo de cultivo inmejorable”, si esto fuera así, ¿los sesenta son el espacio predilecto para qué?

RPG: Los sesenta pueden ser los años para las lágrimas un poco más tranquilas, lágrimas de la memoria; lágrimas que tienen que ver con un momento en el cual sabes que estás ya en uno de los últimos capítulos… porque en el caso de que te fuera muy bien, pues vivirás unos años más, eso nunca se sabe. Las de los sesenta, deberían de ser, ojalá que ocurra, unas lágrimas de eso que llaman sabiduría y eso no es otra cosa que haber vivido ya sesenta años.

 

Con eso cerramos nuestra entrevista y de ahí nos fuimos al Museo Zacatecano, donde más tarde impartiría la conferencia inaugural del 5to. Encuentro de Narrativa “La imagen y otras formas de narrar”. Rafael Pérez Gay realizó una crónica sobre cómo ha visto a México a lo largo de los años, cómo ha ido evolucionando su manera de escribir desde que siendo muy joven decidió que los libros eran muy importantes para él, de ahí que no sólo los lee desde que su hermano mayor le invitó a que lo hiciera, sino que desde hace décadas también los escribe, los edita y promueve su lectura. Dice Rafael Pérez Gay, que en los tiempos de mayor crisis en México, ha sido testigo de que la cultura se ha fortalecido y que espera que justo ahora que estamos en un momento crítico en nuestro país, eso suceda, pese a las “amenazas del extranjero y pese a que también desde dentro no estamos lo suficientemente organizados”. Que así sea. Nos quedaremos a la espera de su próximo libro, del que también nos dio la primicia, Perseguir la noche es el nombre, y trata de la enfermedad “de la historia de un escritor que cumple 50 años, dedicado a la investigación del siglo XIX mexicano y que desea hacer una novela que pase del XIX al XX; en eso está el escritor cuando le informan que tiene cáncer. La historia de esta enfermedad es de lo que se trata este libro, y el personaje, desde luego, soy yo mismo”. Seguro será otro muy buen libro. Yo por lo pronto, le recomiendo que lea su cuento “Para llorar”, que dicho sea de paso, es uno de mis cuentos favoritos.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_280

 

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