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Por: FERNANDO SANTACRUZ MORENO • admin-zenda • Admin •

Campesinos de América, Uníos…

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Graciano Sánchez Romo

Cuando Carranza promulgó aquél 6 de enero de 1915 la primera ley agraria, lo hizo porque había desatención a los campesinos, a los que trabajaban la tierra y nada les quedaba, los postulados básicos de ésta, fueron incorporados al Artículo 27 Constitucional, Carranza fue partidario de la pequeña propiedad y  Obregón aceleraba el paso en la restitución de tierras, mientras que Calles procuraba una solución integral al problema del campo. Así la confederación nacional campesina nace y es representada por primera vez por Graciano Sánchez Romo.

Nacido el 18 de diciembre de 1890 en San Luis Potosí, Sánchez Romo concluía sus discursos con el grito de Campesinos de América, Uníos, ante esa lacerante presencia de los hacendados y latifundistas. En aquellos años, se registraba un  acaparamiento extremo de la propiedad de la tierra, registro que demostró que “Las haciendas ocuparon el 47% del territorio nacional, el 70% de los predios agrarios poseían un millón de hectáreas, apenas 1.5% de la superficie nacional. Los terratenientes extranjeros tuvieron en su poder más de 32 millones de hectáreas, de las que 17 millones correspondían a estadounidenses.

En la actualidad, las cosas no han cambiado mucho porque ese campo mexicano, y, consecuentemente el zacatecano, sigue abandonado, las cifras no cambian, lo que se demuestra con datos que reflejan que la concentración de la tierra había dejado a la población rural sin propiedad alguna; el 97% de los habitantes en el campo carecían de un pedazo de tierra; se calcula que de una población de 15 millones que había en 1910, alrededor de 12 millones dependían de la economía rural. Las cifras actuales van casi igual en la misma proporción; pero esto sirve de preámbulo para hacer algunas reflexiones en torno a esa gloriosa organización que poco a poco se fue deteriorando. Dejó de ser gloriosa cuando aún vivía el pinense  José Antonio García Leyva, del que se colgaron algunos “políticos” para lograr sus objetivos, desde entonces, la presencia de la Confederación se fue a pique, supieron mantenerla activa personajes como Pepe Escobedo Domínguez, Ricardo Monreal (aún no era doctor), malos dirigentes fueron Celestino Tobanche Alonso y el ahora presidente de Ojocaliente, Humberto Rincón, hijo putativo de Enrique Flores Mendoza que lo quiso ayudar, pero el resultado fue totalmente negativo, echó a perder al muchacho alegre. Bueno, le sirvió de parapeto para realizar dos que tres cosas “a favor”, como dijo el joven aquél.

Antonio Martínez Zaragoza tiene una larga carrera en la grilla campesina, sabe bien de qué lado masca la iguana y sabe cuáles son las que ponen, de tal manera que las esperanzas están puestas en él y para empezar a cantar la canción del agrarista, dice el corrido de Barcelata, este viernes se organizan y se llevarán a cabo eventos relacionados con esa inexistente organización de la clase campesina. La CNC a su evento y la flamante ala Campesina de Filemón Valadez Gallegos, también a su foro de análisis: “El Campo Zacatecano: Los Retos del Siglo XXI”, retos que se mantienen, desafortunadamente desde hace muchos, muchos años.

Deberían de unificar criterios para que todos empujaran el vagón hacia el mismo rumbo porque eso de que en el campo se han hecho granes inversiones y que las cosechas de granos han dejado miles de millones de pesos, pues queda en la duda porque pobre siguen siendo en el campo, no todos, claro, aquellos que son del contentillo de los políticos que manejan el recurso, pues claro que tienen que estar bien y pasearse en buenos muebles, hay muchos campesinos que también se dan esos lujos, pero gracias al esfuerzo del hijo o de los hermanos que se van a partirse la madre a los campos de la unión americana, en donde hay que pegarle de sol a sol por unos cuantos dólares, para vivir (allá) en el hacinamiento y bajo la incertidumbre que provoca “la migra”.

Funcionarios los hay que hace seis años eran gatos callejeros, ahora no, su status ha cambiado y son poseedores de ranchos, de miles de hectáreas compradas con dineros de Juan Pueblo, de invernaderos que les dejan sus buenas ganancias, pero lo relevante aquí es que las organizaciones campesinas han estado casi siempre con la cabeza enterrada, como los avestruces y ahora que tanto Ala Campesina como la gloriosísima, tienen esa histórica oportunidad de recomponer su mundo, ojalá y que todo se lleve a feliz término.

La organización es fundamental, comentaba el sinaloense Oscar Castelo Ceyja, para lograr nuevos esquemas para la comercialización y para ello se ocupa también de una buena capacitación, para que haya resultados, mismos que se consolidarían con la participación de esas mano de obra calificada que egresa de las instituciones educativas como la UAZ de su Unidad académica de Agronomía, o de veterinaria, están los profesionistas de la Universidad de Chapingo y los que egresan de la Universidad de Nanis Romo, de la UTEEZ y de los tecnológicos regionales.

No hay extensionismo rural y así, de nada sirve  que se hable, se diga y se cacaraquié que son muchas las posibilidades de lograr grandes volúmenes de producción “de lo que sea”, si no hay con qué ni cómo darle valor agregado a esos productos. No deben de hacerle al tío Lolo, los recursos se los llevan otros, otros son los que la gozan y mejor vamos a cantar:

Voy a empezar a cantarles

la canción del agrarista,

les diré muchas verdades,

señores capitalistas.

Es el cantar de los pobres

que en el campo trabajamos,

los que con tantos sudores

nuestras tierras cultivamos…

Hasta aquí mi comentario, nos veremos en la próxima entrega…■

 

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