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miércoles, 24 abril, 2024
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Un rockcito para todos los roles / Rock zacatecano en el Cultural de Guadalajara A.C. Primera Muestra

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Por: JAIME FLORES GUARDADO •

La crisis económica, las fallidas reformas estructurales, la incapacidad de las autoridades para difundir la cultura zacatecana en otras latitudes no han sido suficientes argumentos para que el rock zacatecano sea de avanzada en diversos foros, en este caso en el Tianguis Cultural de Guadalajara. Los imponderables y la falta de recursos económicos poco a poco se fueron diluyendo para que, por fin, a las cuatro de la mañana del día 5 de septiembre del presente, las bandas emprendieran el viaje a la Perla Tapatía; todo marchaba normal, las guamas, los alipuses, la euforia de los participantes era evidente, sin embargo, nunca falta el pelo en la sopa, y a escasas cuatro cuadras del lugar del evento, ¡pás!, que se desgrana el jeringuillo de la caja de velocidades –diría aquel parroquiano a la dama en apuros-, y a empujar el autobús para estacionarlo correctamente. Los Señores del staff se discutieron con su camioneta para trasladar el equipo que desde acá llevó el “Digimón” (de los pocos músicos que colaboran para que el colectivo de rock realice estas actividades).

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Tony, el encargado de foro, presentó a la primera banda, una agrupación que, de entrada, parecía que llevara años en el circuito, por su acoplamiento, por su carisma y por esa extraña fusión que hacen de su música un atado de piezas para atraparte al instante en esos colores sicodélicos que rondan sus melodías, para entrelazarlas con el cúmulo de armonías que parecen tomadas de aquel oscuro Black Sabbath de inicios de los setenta; Children of the grave me viene a la memoria. Los melancólicos y viscerales arpegios que Láriz arranca a su guitarra reflejan sus andanzas por los añejos géneros metalosos del thrash, pop, alternativo y las nuevas tendencias que aplica Diego Ernesto Lorea en sus vocalizaciones, a veces retro, evocando a Morrison, a ratos, con incursiones a los guturales sonidos del black, o en sus devaneos con el hip hop, en esa diversa formación que integra un set por demás interesante. La audiencia estuvo atenta, aplaudiendo los metálicos riffs del Lucifire, que en momentos dejó caer todo el peso del heavy clásico en unos impresionantes requintos que en largo tiempo conservarán los tapatíos en su memoria. Pinales contribuyó con el ritmo de las cuerdas graves, siempre en movimiento, siempre preciso para acompañar a un gran personaje del rock zacatecano, el veterano Erico, quien viene desde los sonidos ochenteros de aquella banda fresnillense Necrosis, para asegurar un lugar en la historia con su participación en la agrupación Chiles y engalanar esta muestra, luego, con Meteoro, ¡uff! Tremendas dosis de rock.

Urbanicidio, la banda de urbano que se ha parado en los mejores escenarios, aquí, en el Cultural de Guadalajara
Urbanicidio, la banda de urbano que se ha parado en los mejores escenarios, aquí, en el Cultural de Guadalajara

De inmediato, aparecieron los chavos estos de la Lázaro, con el clásico cotorreo bandoso del Varela, que le halla para acaparar la atención de los escuchas y meterlos al ritmo y blues que manejan como esencia de sus retratos hechos canción, de los acontecimientos urbanos de una olvidada entidad que, poco a poco, ha sido arrumbada por su gobiernos –de cualquier partido político– oportunistas, que sólo se han dedicado a despojar de sus tierras y la riqueza del subsuelo, dejando únicamente miseria, soledad, basura y contaminación en los pueblos que, al ser explotados, rápido se convierten en fantasmas. Con el puño en el aire, la historia de un ser humano hundido en su propia miseria y destrucción; pocos saben de las causas del sufrimiento que lo metió al mundo de las drogas, del alcohol, de todo lo que logra meterse, empero, no es el único culpable de su andar por la ciudad sin ton ni son, porque hay padrastros que maltratan, que violan, que asesinan, y cuando se cambian los papeles, ¿la situación es la misma? Con el puño en el aire, apenas visos de un deseo incontenible por hacer slam, el cual se daría más adelante.

Pacal, en el Cultural de Guadalajara, en una enorme actuación donde se ‘desataron’ los chavos para hacer ‘slam’
Pacal, en el Cultural de Guadalajara, en una enorme actuación donde se ‘desataron’ los chavos para hacer ‘slam’

La siguiente banda era esperada por la ansiosa concurrencia que ya estaba sacando tremendos churros de mostaza, ¡órale!, pocas veces había visto tantos y tan prendidos, siempre en estado eufórico, sin ofender, sin agredir, en lo suyo, disfrutando de la música de estos verdaderos guerreros del death metal. Guadalajara es otra onda; es prendida, atenta, con inigualables deseos por participar en el festín; el tremendo slam que se dio es una muestra de ello, claro, motivado por los clásicos sonidos de la deidad maya de nombre Pacal, que prendió la pradera del cultural con sus aguerridos riffs; el Fity, seguro en sus requintos, ya si no, responsable del estilo de la banda, mientras en la otra guitarra Ele Martínez atacaba con sensibilidad en las armonías. Una grata sorpresa causó el regreso de Erick, quien ya había formado parte de la agrupación hace algunos ayeres, conformando una base rítmica que llenó las expectativas de los asistentes que comentaban la habilidad y el punch del bataco, quien, sin dar tregua, aporreaba los tambores con el ya tradicional estilo que ha logrado El Betillo a través de su desempeño.

¡Yo quiero un disco de esa banda!, gritaba al viento el buen Carlos Matsu, un compa de Calera avecindado por aquellas tierras de la catedral del rock nacional, metalero de cepa, de esos aferrados que sí gastan unas monedas para apoyar la escena.

“Desde Zacatecas, cabrones, nosotros somos Postnecrum, ¡a mover las cabezas!”; la técnica del Beto en las guturales siempre logra atraer a la audiencia con sus gritos; quizá la experiencia adquirida en los mejores escenarios del país en tres lustros o la presencia misma de un exigente portavoz de los motivos que a la gente gustan, hayan sido factor para que la banda escuchara absorta los movimientos alterados de la banda de reconocimiento en el circuito nacional. Las ya conocidas notas del teclado de Whilhem se escucharon en derredor; las armonías de la ya bien identificada pieza Deidad de sangre inundaron la explanada para poner alertas a los bandosos y, al mismo tiempo, dejar que fluyeran esas notas operísticas que, con gran elocuencia, dejó en el ambiente la grata presencia de Ale Necrum, quien sorpresivamente apareció en el escenario. A pesar de las fallas en el canal donde conectaron el teclado, los señores de Postnecrum nunca desistieron en su intento por complacer a la audiencia, y luego de los arpegios de Lucio, siguieron los poderosos riffs a que nos tienen acostumbrados, como una respuesta a los requerimientos de los guerreros tapatíos que no dejaban de moverse para incorporarse al slam. La insistencia del vocal, quien con esa enorme presencia logra motivar, de inmediato vio la respuesta de los más jóvenes que, al grito de ¡a mover las cabezas!, circulaban en torno a los sonidos graves y contratiempos de Nino en el bajo y Said en la batería. Los comentarios de la banda a nivel espectadores giraron en torno a lo particular de su sonido, a esa manera de fusionar el metal, el folk con las notas sinfónicas que premian ese esfuerzo que, insistentemente, imprimen en todas sus interpretaciones.

Aurea Hybride, en su actuación el pasado 5 de septiembre, en el Cultural de Guadalajara
Aurea Hybride, en su actuación el pasado 5 de septiembre, en el Cultural de Guadalajara

Para concluir con esta primera Muestra de Rock Zacatecano  en el Cultural de Guadalajara, la banda metal progresivo experimental Aurea Hybride hizo acto de presencia, exponiendo un alucinante arte que, con el correr de los tiempos, va dejando una estela de sonidos a través del universo, que si te atreves a viajar por esos senderos, entenderás el principio y el inagotable cárcamo de sonidos ambientales que te encierran en esa cápsula sin tiempo, para derretirte a pausas escuchando la musicalidad de una agrupación que ha sido ejemplo para muchas otras. Casi a punto de aparecer su tercera producción, los áureos se dejan caer con material de sus anteriores discos, seguido de lo más novedoso, ahora con un nuevo baterista, jerezano por cierto, que casi de primeras tomas se incorporó para sustituir al anterior, sí, al que se divertía con el silbido de su patito; ahora cuenta con los servicios de Alberto Trujillo Félix. Los teclados del músico argentino Fabián Castilla, quien estuvo de visita por tierras zacatecanas acompañando a la banda, se escucharon en ese tenor, en el mismo deseo por trasponer las barreras de los encasillamientos, proponiendo nuevas alternativas de la música contemporánea; enhorabuena, Aurea Hybride, que tiene en su interior a dos grandes guitarristas, Isaac González en los requintos, Carlos Ortega Pumba armonías, a un gran bajista de nombre Rubén Medina y un grandioso arcoíris de posibilidades que dejaron de manifiesto en el Cultural, dejando a la audiencia absortos en esos pensamientos que duran buen rato para asimilarlos.

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