El día 9 de diciembre se celebró el Día Internacional contra la Corrupción.
Todos sabemos en que consiste, sin embargo, a veces es difícil identificarla, porque la corrupción adopta muchas formas y algunas muy sofisticadas, de lo que sí estamos conscientes, es que es universal o generalizada, ya que en mayor o menor medida está presente en todos los países del mundo, en donde México es uno de los más corruptos según el índice de corrupción por Transparencia Internacional, al ocupar el lugar 103, sólo con 35 puntos de 100.
Personas versadas en el tema, y refiriéndose concretamente al caso de México, opinan que obedece a múltiples factores, uno de ellos es la deficiente educación, pues ni los padres ni los maestros inculcan valores a los niños y a los jóvenes, tales como: respeto, honestidad, responsabilidad, honradez, compromiso, integridad, disciplina, tolerancia, diálogo constructivo y conciliador, etc..
Otro factor es la falta de respeto a las leyes, ya que paradójicamente, nuestro país tiene muchas y muy buenas leyes, el problema es hacerlas cumplir; en lo que atañe a la corrupción, se aprecia un fenómeno peculiar, ya que se ha convertido en sistémica, porque la misma sociedad presiona hacia la corrupción y se extiende enormemente, lo que significa que hemos llegado a un punto crítico. Nadie quiere ser el único tonto que no sea corrupto y hasta admiramos a los corruptos, porque pensamos que son inteligentes, presentándose la corrupción como un claro signo de debilidades institucionales. No nacemos corruptos, cuando los sistemas funcionan y las instituciones son confiables, los ciudadanos se adaptan.
El principal factor que propicia la corrupción es la impunidad ya que “no pasa nada”, es decir, el corrupto no es castigado, o bien, los beneficios de la corrupción exceden las penas y a veces lo que se castiga es la deslealtad, no en sí la corrupción.
Así las cosas, tanto el Estado mexicano como todos los sectores de la sociedad tenemos que participar enérgicamente a efecto de reducir al mínimo los índices de corrupción, ya que en ella necesariamente están involucrados los ciudadanos comunes, las empresas y demás organizaciones de la sociedad civil, habida cuenta que para que haya corrupción se necesitan dos: El corrupto y el corruptor, el que recibe y el que da, por lo que no es un acto reprochable únicamente a los gobernantes o a los servidores públicos.
Para abatir la corrupción, los especialistas en el tema recomiendan acciones concretas como: Rendición de cuentas y transparencia, armonización legislativa, control en la función pública, protección del patrimonio nacional, servicio profesional de carrera, medición del desempeño, uso racional del gasto, declaración de ingresos, sistemas de inteligencia, denuncias ciudadanas, severidad en las penas y que impliquen, desde luego, resarcir el daño, etc. La democracia no es suficiente si no hay un sistema anticorrupción. ■
*Comisionada presidenta de la CEAIP
