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jueves, 18 abril, 2024
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México es un país de documental, señala la realizadora Alejandra Islas para Acentos

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Por: ALMA RÍOS • Araceli Rodarte • Admin •

■ La Semana de Cine Documental Jerez es una oportunidad de ir formando público, comenta

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■ El género compite con televisoras y cines que no exponen trabajos mexicanos, afirma

“México es un país de documental. Hay tanta diversidad, tanta riqueza cultural, y desgraciadamente tantos dramas, pero también un caudal de manifestaciones artísticas que generan documentales. Entonces, nosotros tenemos mucho qué hacer todavía”, dijo la realizadora Alejandra Islas, quien fuera convocada como otros de sus pares del 10 al 14 de diciembre, a la segunda Semana de Cine Documental Jerez 2014, donde también se llevó a cabo la reunión anual de la Red Nacional de Documentalistas, espacio en que el gremio planteó su agenda para 2015.

Islas dijo en Acentos, el programa de La Jornada Zacatecas TV, es egresada del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) de la UNAM y alterna la docencia con la producción de documentales.

Desde hace dos años, comentó, filma un proyecto sobre el despido masivo que dejó en 2009, a 44 mil trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) en resistencia a fin de reinstalarse, “una lucha que yo creo es sin precedentes en México, y bueno, creo que van a lograr algo”.

La línea del documental social que viene de una larga tradición cinematográfica, se refleja cada vez más no sólo para el caso de México sino a nivel global, pues siempre hay realizadores atentos a la problemática de los conflictos sociales, expuso.

Recordó la temática del primer documental La salida de la fábrica de Lumiére en Lyon (1895), que presenta a los obreros saliendo de su lugar de trabajo y es uno de los primeros registros de la vida de los trabajadores “hechos alrededor nuestro”.

Carlos Navarrete, conductor de la serie televisiva, propuso la situación por la que atraviesa el país como complicada y que ha llenado de tragedias su historia reciente para preguntar a Islas sobre los diálogos que puedan gestarse en espacios como la segunda Semana de Cine Documental Jerez 2014.

Al respecto la fundadora e impulsora del Festival de la Memoria. Documental Iberoamericano,  señaló, “estamos en un momento de una crisis social fuertísima que estamos viviendo y está expresándose por todas partes y cuyo detonante, Ayotzinapa, nos vino a develar y recordar todas las tragedias que hemos vivido”.

Trajo a colación de este historial, la producción de un documental sobre el incendio en la Guardería ABC, y hacia atrás en el tiempo, enumeró temas como los migrantes y otros conflictos como los que se suscitaron en Chiapas hace décadas, que no dejan lugar a dudas de que la muerte y desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, se generarán muchos documentales.

Agregó, “toda esa realidad por dolorosa, trágica y fuerte que sea”, quiere ser vista por la gente retratada a través de los ojos del documentalista “que no sigue una línea editorial de una televisora comercial” y no hace su registro a la manera de reportaje superficial sino “trata de profundizar en las capas de una realidad”.

Esa interpretación de los documentalistas es compartida también por la audiencia, aseveró, “por eso creo que el documental ha crecido mucho en producción, en interés en los propios realizadores, porque hay un público que quiere ver esa realidad retratada de otra manera, no maquillada ni deformada”.

Alejandra Islas ponderó positivamente por ello la iniciativa de Benjamín Contreras, organizador de la Semana de Cine Documental Jerez, pues dijo, es una oportunidad para mostrar buen cine en este género e ir formando público para el mismo, desterrando los prejuicios de que es aburrido, denso o pesado.

El acto de al final de una proyección convocar al diálogo y el debate, no puede hacerse en una sala comercial. En este sentido permite la convivencia y el desahogo a las preguntas suscitadas por una película con temática social, tal como la que inauguró el evento, Narco Cultura (Shaul Schwarz, 1913), dijo.

Personalmente dijo acerca de la finalidad del documental, discusión reiterada al seno de las artes que puso sobre la mesa Carlos Navarrete, el género ha sido asociado a la educación y la transmisión de información, “pero yo creo que sobre todo, al menos para mí, lo que trato es de generar emociones que logren generar reflexiones”.

Afirmó, una película no puede cambiar al mundo, sea ficción o documental, pero las hay que marcan, “te dan otra dimensión de las cosas, de la realidad, de ti mismo. Yo creo que por ahí va la cosa con todas las artes”.

Hoy día, añadió, luego de precisar que es imposible que en una sola película se agote una historia pues la realidad es compleja, hay muchas modalidades de hacer documental, que enlistó como “agitativo” que es muy informativo, otros son contemplativos, interactivos y recientemente cunden en las redes y las plataformas digitales variantes en formatos breves.

Se despliegan muchas formas de contar historias para todos los tipos de pantallas y de esta manera se está conformando todo un movimiento que está generando mucha curiosidad e interés tanto para realizadores como para el público.

Carlos Navarrete propuso, los documentalistas están más cercanos a tener una intencionalidad política en sus obras, que por ejemplo, los escritores de ficción. No obstante en la reciente emisión de la FIL de Guadalajara Paco Ignacio Taibo 2, Juan Villoro y Elena Poniatowska, entre otros, se manifestaron por el caso Ayotzinapa. En los realizadores de documentales, añadió, pareciera haber menos escozor para exponer un tema político que de manera personal interesa y socializarlo por este medio.

La documentalista aseveró existen estas inquietudes y necesidades de contar historias sociales, pero dijo, no es una tendencia mayoritaria. Entre la diversidad temática actual, comentó, más bien hay una tendencia a acentuar la subjetividad, “contar la historia desde el yo”.

“Historias incluso muy íntimas o muy personales que han estado relacionadas de alguna manera con un tema social, esa sí es una tendencia fuerte en Iberoamérica que es el documental que mejor conozco”.

No obstante, añadió, los documentalistas no pueden estar ajenos a lo que hoy atestiguan socialmente al igual que los demás artistas, por lo que surge la necesidad de ofrecer ante hechos como el ocurrido en Iguala, “una versión propia”.

Esto se facilita, dijo, porque las tecnologías para la producción “ya están en manos de todos”, cosa evidente en las redes, donde se publican constantemente por estudiantes o aficionados, videos experimentales, de animación y otros en formatos cortos, relacionados con temas sociales.

Existe también, dijo, una sobreproducción de materiales que hace difícil para los documentalistas profesionales la competencia con empresas televisoras y las cadenas de cine que no exhiben los trabajos realizados en México.

De esta manera los realizadores buscan ganar público “sea como sea, aunque sea de poquito en poquito”, y para ello, afirmó, los municipios se constituyen en una gran veta porque han sido abandonados, perdido sus salas de cine, a veces convertidas en centros comerciales.

Sin embargo, la proliferación de pantallas, ya sean las del celular,  de las salas de cine o los foros culturales, entre otras opciones, abren una posibilidad mayor a los documentalistas, quienes ya no tienen prejuicios en producir para estos diferentes formatos, dijo.

Comentó, el documental mexicano fue considerado por la crítica especializada en el contexto del Festival Internacional de Cine Documental de Guadalajara, como un género que está teniendo “mejor resultado que la ficción”, que también ha producido buenos materiales recientemente.

Por ello dijo, “lo que queremos es llegar con ese público, dialogar con ese público, que encuentre el trabajo que uno hace y esa mirada que a lo mejor también lo acerca de esa manera a otras realidades”.

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