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viernes, 19 abril, 2024
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Daniel SanMateo: el lector indiscriminado, el escritor tímido

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Por: BEATRIZ PÉREZ PEREDA •

La Gualdra 512 / Literatura / Narrativa / Entrevistas

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Daniel SanMateo es un escritor cuya generosidad se refleja en lo prolífico de su obra, una voluntad a prueba de cualquier vaivén editorial y en un compañerismo genuino dentro de la comunidad literaria, esto lo convierte en un lector atento no solo de los clásicos sino de autores contemporáneos: un lector indiscriminado, un escritor tímido; en esta época de la sobreexposición de la personalidad, parece una postura arriesgada, pero envidiable. Los temas que abarca en su obra son diversos, van de la experiencia humana hasta la que no lo es, lo otro, lo ominoso, la imaginación encarnada en un deseo de contar el mundo, desde una mirada revestida de una virtud poco frecuente en los escritores: la paciencia. 

Beatriz Pérez Pereda: Dentro del cuento, el género que más has publicado, sorprende tu registro: policiales o noir, ficción especulativa, minificción… cuál es tu postura frente al cuento, tu poética… 

Daniel SanMateo: Comencé escribiendo poemas, desde los trece. Mi mamá y mi abuelo leían a León Felipe, Ramón Xirau, muchos de la Generación del 27, Octavio Paz, Gerardo Deniz o Antonio Deltoro. Mi papá me regaló un día un libro de Haiku. Desde ahí quedé fascinado por el poema brevísimo. Decir tanto con tan poco, detener el tiempo con el verbo. A los quince, encontré a Hemingway, Maupassant, Bradbury, Carver, Borges, Chéjov, Rulfo, Lovecraft, Machen. Con ellos me inicié en el cuento. Me interesa la densidad narrativa, la profundidad emocional del personaje, crear una atmósfera que sumerja al lector en la página. Sigo con el poema, pero desde los veinte se tornó místico, así que no los muestro más. En cambio siento necesidad de contar el mundo, la experiencia humana y no humana. Por eso también la diversificación de géneros y extensiones, la multiplicación de ejercicios estilísticos. Seguro viene también de ser un lector indiscriminado, leo lo que sea, cuando sea, donde sea. Voy del noir al horror, a la cifi y fantasía, al realismo, al weird, a lo experimental y de vuelta. Me resulta inaudito que hay quienes solo leen un género, un solo tema. A mí todo me atrae, todo me da curiosidad, como Publio: “Nada humano me es ajeno”. Es un descubrimiento constante. El cuento permite eso, tiene esa potencia y ese aspecto lúdico. Confieso también que no es una decisión consciente, simplemente voy resolviendo las ideas que anoto en mi libretita y escribo conforme la emoción e inteligencia lo permitan. Hay una intuición sobre si algo requiere más o menos extensión, pero muchas veces se resuelve con la reescritura. Reescribir sin perder el primer élan, ahí mi poética. Además siempre tengo presente la cita de Cortázar: “La novela gana por puntos, el cuento por KO”. Y yo agrego: “Pero ambos ganan”. 

BPP: Tienes publicada una novela Luciérnagas en el desierto (Editorial Bambú, España), que está dirigida a las infancias, a los y las adolescentes, que se sabe son un público difícil de atrapar, cómo surgió está novela, cuéntanos un poco del proceso creativo. 

DSM: Escribí sobre un exilio siendo yo mismo un exiliado. Era una manera de justificar las razones para abandonar el país. He vivido siempre entre dos mares, dos lenguas, dos culturas, un poco partido a la mitad, dos pies enraizados a dos distintas tierras. Esto ha sido mi tragedia, pero también mi triunfo, algo que me permite ver con ojos diferentes. Y eso me une a muchos en el mundo de ayer y de hoy, la migración, ir y venir, explorar, descubrir, mejorar, mutar. En la biblia Dios le dice a Abram: “לֶךְ-לְךָ, anda, ve” y al hacerlo establecen un pacto que le suma una letra a su nombre. En la novela el protagonista Dalil debe partir para vivir. Esas escenas se me presentaron de súbito, todas las historias familiares, de los amigos, de la imaginación encarnada. Y después la escena final, que genera un bucle, una promesa de retorno. Llegaba de la universidad y por las noches la escribía a mano en un cuaderno, la radio de fondo, en mi estudio diminuto. Terminé la última sección, curiosamente, una Navidad que regresé a visitar a mis padres. Jamás creí que su destino fuera la LIJ, pero la voz del protagonista cobró fuerza y se impuso. Era un niño que les hablaba a otros niños. La mandé a Barcelona por la cercanía y porque no tenía tiempo para traducirla al francés. De haberlo hecho, quizá la hubiera mandado a L’école des loisirs, una editorial que admiro. Bambú la acogió al mes y desde entonces he visitado escuelas que la han leído. Les debo mucho. Es cierto aquello que dicen, que los textos, allá afuera, toman vida propia. Que los jóvenes me lean es mi Nobel. 

BPP: Cuentas con un blog donde publicas entrevistas a otros escritores, has coordinado antologías, en tus redes sociales compartes reseñas de libros y apoyas frecuentemente el trabajo de tus pares, qué opinas del gremio de escritores en México, cómo te ha tocado vivir la amistad, la cercanía o lejanía con otros…

DSM: Soy tímido, un tanto introvertido, me siento más cómodo con la imaginación, el arte y los libros que en los ambientes sociales. También haber estudiado en varios países dificulta generar lazos duraderos. Pero en todos lados he pasado por talleres de poesía y cuento y ahí me he sentido a gusto, las afinidades electivas que nos retan y nos motivan, que nos acompañan incluso cuando las personas no lo hagan más. Mencionaba que leo de todo sin censura alguna, igual recomiendo con entusiasmo aquello que me place. Mi abuelo decía que lo que no se da, se pierde. De ahí se conjuga descubrir gente y tejer lazos que nos superen. Por desgracia, la oferta para publicar, las becas, los puestos, empujan a muchos a competir, a creer al arte o a la literatura como un juego de suma cero, a crear mafias y favoritismos. Es pernicioso y fatal. Sin duda, al no pertenecer a un grupo, he mermado mis oportunidades, pero también la soledad da una libertad envidiable que deja experimentar lo que dicte el corazón, buscar nuevas rutas, cambiar incluso. Pero aun solo, el creador no crea en el vacío sino habitado por toda una tradición. Me gusta colaborar y trabajar individualmente, depende mucho del proyecto y de los participantes. He formado grupos que se han destruido por razones tontas, otros que siguen plenos de respeto mutuo, conspiraciones que son a prueba de cualquier fuego. En todo caso, como la escritura suele ser muy solitaria, uno y su pluma y su papel, me gusta poder ir hacia el otro de forma benévola. De ahí las entrevistas, uno se nutre de todo y de todos y es una manera de elegir a sus maestros.

BPP: Supe que Moby Dick es uno de tus libros de cabecera, este año hay una iniciativa internacional para leer esta novela, el #MobyDick2022, cuéntanos un poco cuáles son las enseñanzas y asombros que te ha dejado esta novela, ¿por qué es uno de tus libros imprescindibles?

DSM: Me formé como lector en la biblioteca de mi abuelo. Tenía de todo, poesía, novela, monografías de diversos temas. Él estaba obsesionado con Moby Dick. Íbamos a pescar trucha arco iris y me platicaba de Ismael, el capitán Ahab, Starbuck o Queequeg. Sobre todo de Moby, la gran ballena blanca. Tenía varios tomos de la novela, la original en inglés y traducciones en español, todos esos volúmenes gastados por la lectura, repletos de marcas y notas al margen. Intenté leerlo a temprana edad, sin éxito. A los quince reintenté. Seguía siendo una lectura difícil. Deseaba tanto hallar la clave que me revelara la magia, entender a mi abuelo. Finalmente a los veintiuno, la leí completa y ahora la releo cada año. Cada relectura parece la primera, se va revelando lentamente, como un amanecer que clarea la bruma matinal hasta la ebullición del sol en el cénit. Me parece la novela total, aventura, disquisiciones filosóficas y teológicas, intriga, amor, un antihéroe imparable. Leída a la par de la Biblia, la novela explota, una plétora de referencias que rebotan como luz en el espejo. Hemingway tomó de ella una sola idea y le valió el Nobel. Otros leen Guerra y Paz, o Ulises o el Quijote. Para mí resultó esta. O quizá solo sea que ese libro me une a mi abuelo para siempre. 

BPP: Como un escritor de múltiples intereses, qué es lo que sigue, cuáles son tus próximos proyectos.

DSM: Leo a diario, escribo a diario, aunque sea una sola línea, un título, una idea. Trabajo varios proyectos a la vez: los poemas incógnitos, los cuentos que no cesan. A veces concibo proyectos de mayor aliento. Este año debo mandar la segunda parte de Luciérnagas en el desierto. Al final será una trilogía del desierto. La segunda parte ha sido reescrita ya varias veces. Creo que es hora de soltarla. También estoy escribiendo cuento de horror cósmico. Desde el inicio de la pandemia, noté que mis textos se ennegrecieron un poco. Por qué oponerme, mejor abrazar esa veta y minarla hasta lo profundo. Llevo siete y me gustaría llegar a trece, compaginar un libro de cuentos y ofrecerlo a una editorial nueva que me tiene ilusionado. No diré cuál porque ahora mismo tienen otro manuscrito mío y no quisiera que el saber que les mandaré otro interfiera en el dictamen del actual. Obvio seguir con POIESIS, entrevistar a más creadores geniales que admiro y que descubro. A lo mejor me animo a concursar en premios. Es algo que he hecho muy poco y que quizá deba intentar ahora que me tengo más confianza. Y seguir tocando puertas aquí y allá. Tarde que temprano tendrán que abrir. 

Daniel SanMateo

Daniel SanMateo nació en la Ciudad de México en 1984. Narrador y poeta, Maestro en Filosofía Moderna por la Universidad de la Sorbona (París IV Sorbonne). Autor de: Luciérnagas en el desierto (Bambú, 2012), Los Ángeles es una escena del crimen (IMC, 2012), Nunca más serás tan joven como ahora (GYRE, 2017), El paraíso es una sierra asolada por el tibio rayo del sol (Nuevas letras, 2009), Los reinos negros (Cuatro lunas, 2003). Antologado en Vamos al circo, Minificción Hispanoamericana y Cortocircuito. Fusiones en la minificción, ambas editadas en Ficción Express de la BUAP. Antologador en: 2600 líneas sobre el nivel del mar (Norte/Sur, 2013), V de valor (Anacreónticos, 2014), Edrielle (Concierto para solistas, 2015), Todo es nuevo bajo la luna (Anacreónticos, 2016) y Libro de los secretos (Anacreónticos, 2021)

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Por Daniel SanMateo

Salió del castillo y de inmediato enfrentó terreno hostil. 

Tendría que sortear trampas, evadir tropas enemigas, esquivar artillería pesada. 

Tomó valor y corrió a toda velocidad, impulsado por su buena estrella.

Los guardias lo vieron, se lanzaron a perseguirlo. El camino se pobló de obstáculos, brincar muros y abrir puertas que bloqueaban su paso.

Los enemigos llegaban con velocidad, demasiados, no podría luchar contra todos a la vez. 

Miró el reloj, quedaban algunos segundos.

Los enemigos lo rodearon. Rechazó unos a golpes y esquivó a otros con brincos. 

Eran demasiados, comenzó a agotarse, el tiempo corría, sus fuerzas sucumbían. Todo estaba perdido. 

Hubiese sido la muerte, pero un rayo tronó en el cielo y el transformador de la esquina chispeó sobrecargado de electricidad. La cuadra entera se pintó de oscuro.

La pantalla apagó y prendió en un segundo, y mostró, nuevamente, con sus vidas íntegras y su salud a tope, el menú de inicio en el videojuego espectacular. 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la-gualdra-512

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