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martes, 16 abril, 2024
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Hay que frenar la caída del peso con proyectos de inversión productiva

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Por: ARTURO HUERTA GONZÁLEZ •

Ante los resultados de la consulta organizada por el gobierno entrante respecto a continuar con la construcción del nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México (NAIM), donde cerca del 70% se pronunció en contra, los mercados de capitales y de divisas han reaccionado, manifestándose en una caída de la Bolsa Mexicana de Valores de alrededor del 3% a las 13 horas del lunes 29 de octubre, y una devaluación del peso de alrededor del 2% respecto al viernes 26. Es una reacción natural porque los dueños del dinero consideran que no se les ofrece opciones de rentabilidad, tal como lo representa el NAIM, y de ahí que presionan, sacando algunos de ellos su capital, para que el nuevo gobierno reconsidere su decisión y no cancele dicha obra. Los precios de los bonos mexicanos también se debilitaron el lunes, por lo que ha bajado su precio respecto al viernes, representando ello un aumento del rendimiento que recibirán los poseedores de los mismos.

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El presidente electo ha dicho que “de cancelarse el proyecto de Texcoco, el gobierno respaldaría los contratos asignados, así como las inversiones realizadas en los bonos emitidos para financiar la obra, principalmente por parte de las Afore”, por lo que “no se afectarán las inversiones que realizaron las Afores en dicho proyecto y, por lo tanto, los recursos de los trabajadores están salvaguardados”. En principio dicha cancelación representará una fuerte erogación del nuevo gobierno hacia las empresas que han realizado inversiones en el proyecto de Texcoco, recursos que perfectamente podrían canalizarse a impulsar a Pemex, o a la CFE, u otros proyectos de estratégicos, pero se justifican en la perspectiva de evitar los graves problemas ecológicos que representaba la construcción del NAIM sobre el lago de Texcoco. El culpable de esto, es el gobierno de Enrique Peña Nieto que aprobó dicho proyecto, haciendo caso omiso a los expertos que alertaron desde un inicio que no debería realizarse en el Lago de Texcoco, por los daños ambientales que ocasionaría.

Para que la cancelación del NAIM no eleve la incertidumbre y la percepción de riesgo soberano y reduzca la demanda por instrumentos de deuda pública y ello aumente la tasa de interés de la deuda, el nuevo gobierno tiene que plantear una política económica que genere expectativas de crecimiento y de rentabilidad en el sector industrial y agrícola, para que los inversionistas canalicen sus flujos de inversión hacia tales sectores, y no opten por especulación de salida de capitales. El banco central no debe aumentar la tasa de interés para frenar la salida de capitales y las presiones sobre el tipo de cambio, sino al contrario, debe bajar la tasa de interés para propiciar, junto con el incremento del gasto público, opciones de inversión en los sectores productivos para impulsar la dinámica económica y disminuir las presiones sobe el sector externo y así contribuir a la estabilidad peso-dólar. Si el banco central reacciona aumentando la tasa de interés para frenar las presiones sobre el tipo de cambio, ello ahondaría las presiones sobre las finanzas públicas, como del sector privado y acentuaría los recortes presupuestales tanto del sector público, como privado que contraerían la actividad económica, y los problemas serían mayores, pues no habría opción rentable de inversión en el sector productivo, y el capital buscaría otros mercados de inversión, lo que ocasionaría salida de capitales, devaluación y crisis.

El problema es que si el nuevo gobierno continúa con la misma política que ha venido predominando, de libre comercio, alta tasa de interés, política de austeridad fiscal (superávit primario -el que excluye el pago de intereses de la deuda), no ofrecerá opciones de inversión rentable en el sector industrial y agrícola, y las opciones de Santa Lucía, como las de ampliación del aeropuerto de la CDMX y de Toluca, no son de la cuantía necesaria para impulsar la inversión que requiere la dinámica económica del país, ni tampoco lo representan las inversiones del NAIM.

Si no se ofrecen opciones de inversión atractivas en el sector productivo, no habrá crecimiento económico y proseguirán las presiones sobre el tipo de cambio, tanto por el déficit de comercio exterior, como por la salida de capitales ante falta de opciones de inversión.
Más que continuar la discusión entre los proyectos del NAIM y el de Santa Lucía, la discusión nacional debe enfocarse en cual debe ser la política económica del nuevo gobierno para encarar los problemas de crecimiento, desempleo, subempleo, alto endeudamiento, fuertes presiones sobre el sector externo, el tipo de cambio, y alta dependencia de entrada de capitales. La política económica debe compatibilizar los objetivos de crecimiento económico, baja inflación y alto empleo, sin tener que seguir privatizando y extranjerizando la economía. ■

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