Dan Morain, periodista californiano, escribió, luego de la histórica elección de 2020 en los Estados Unidos, el libro titulado Kamala Harris: la historia de la primera mujer vicepresidenta de Estados Unidos, en él ofrece un recorrido por la vida de la abogada que hoy compite, llevando la delantera, por la presidencia de la principal democracia del mundo. El texto permite conocer el ambiente en el que se educó la hija del par de científicos, su madre, de origen hindú, su padre, de origen jamaiquino. Ella, Shyamala Golapan, investigadora especialista en cáncer de mama. Él, académico economista, “primer economista negro que conseguía un puesto de por vida en el Departamento de Economía de Stanford”, escribe Morain.
Además, permite entender la formación político y cultural de una mujer que hizo de su ambición virtud, combustible para la vida pública que eligió, primero como fiscal de distrito, en los Estados Unidos, electa y, por tanto, sometida a la ambivalente presión entre ofrecer resultados en la búsqueda de la aplicación de la ley, y la función de apegarse al Estado de Derecho para ser eficaz en su función. Una deliberada gestión entre la prudencia, el pragmatismo, los resultados y un estricto conocimiento del derecho, sus oportunidades, sus debilidades y el compromiso con la justicia, le permitieron presentarse a la elección como Fiscal General del Estado de California, siendo electa como “la primera mujer, la primera persona de raza negra y la primera de ascendencia india en acceder a la fiscalía general del Estado”, citando nuevamente al autor, con 9.6 millones de votos, en 2010.
En 2016, inmediatamente después de ser reelecta en tal cargo, decidió presentarse a la elección para Senadora por el Estado de California, ante la retirada de la ocupante del cargo. Como Senadora, rápidamente destacó por su capacidad para interrogar a los candidatos al gabinete del entonces recién electo presidente Donald Trump. Pronto se convirtió en una destacada parlamentaria en la bancada demócrata, aún con la desaprobación de no pocos de sus compañeros veteranos, por un estilo que oscilaba entre la astucia, la rispidez y la polémica. De ello dan cuenta sus interrogatorios hechos a Jeff Sessions, primer fiscal de Trump. A tal grado tuvo capacidad para actuar como interrogadora feroz, que Sessions le solicitó ante sus duros cuestionamientos: “No me presione, no puedo responder tan rápido. Me pone nervioso”. Otro interrogatorio por el que trascendería su figura, sería el que realizara a John Kelly, Secretario de Seguridad en ese mismo gobierno trumpista. Ante la interrupción y luego regaño de un Senador republicano a la novata Senadora californiana, en defensa del funcionario, el equipo de Kamala probó su astucia. Esa misma noche posicionaron un meme con la frase “Coraje, no cortesía”.
Lo anterior es quizá la razón por la que, en principio y aún, el ex presidente Donald Trump parece rehuir de un debate, del que parecía ansioso cuando su rival era el presidente Joe Biden. La historia, además, entre ambos, Kamala y Trump no es nueva. Trump fue su donante para reelegirse como Fiscal en California; sin embargo, la astucia volvió a aparecer en la campaña demócrata: Kamala Harris decidió donar los seis mil dólares de donación al Central American Resourse Center, en Los Ángeles, una organización que da asistencia a refugiados y migrantes.
Sin duda pues, nos encontramos ante un perfil cuya capacidad para adaptarse a un mundo que le reta, desafía la tradición, la inercia y el status quo, justo la otrora ventaja que, entre otras, presentaba la candidatura de Donald Trump, frente a Joe Biden.
@CarlosETorres_