Revolución significa para muchos un cambio profundo en las estructuras estatales, es también el resultado del hartazgo ciudadano provocado por una mala actuación de quienes dirigen los destinos de una nación. México se encuentra sumido precisamente, en una profunda crisis multidimensional que ya muestra fisuras en sus bases fundamentales como el sistema económico, el sistema jurídico, el sistema social y ambiental. A todos nos queda claro, sin embargo, creo fundamental que puntualicemos los elementos que pueden generar una nueva revolución en nuestro país.
Primero. La caldera en la que se encuentran sumidos los ingredientes de nuestra inconformidad hierven en su punto más crítico, la pobreza, la marginación, la desigualdad histórica, la inseguridad, la desconfianza en las instituciones y el desencanto ciudadano generalizado, están ahí a la espera de que la caldera colapse. Segundo. La inconformidad y la desconfianza es tal, que los ciudadanos se han organizado, generando que la población se arme para defender sus intereses y derechos fundamentales en suplencia del papel que debiera cumplir el estado.
Tercero.
El estado está siendo rebasado en la defensa de sus ciudadanos; no genera riqueza ni progreso ni empleo, no hay una adecuada calidad de vida, no hay buenos resultados con la alternancia en el poder, son malos unos y otros y, por si fuera poco, los mecanismos de control como el clero y los medios de comunicación, no están siendo suficientes para distraer tanto malestar ciudadano. Cuarto. Contrario a disminuir los problemas históricos que enfrenta México, han aparecido nuevos retos para el pueblo, incluyendo las mutaciones sospechosas del virus de la influenza que más que matarnos, nos atemoriza como si ese fuera su verdadero fin; me pregunto ¿qué otros monstruos deberán aparecer para acentuar todavía más el temor colectivo? Ya veremos.
Tenemos además, la carga de pagar más impuestos, altos salarios y beneficios a quienes ostentan el poder al puro estilo monárquico, mientras disminuye el poder adquisitivo del salario, aunado a que los servicios son cada vez más caros e ineficientes, las obras públicas dejan mucho que desear o cuando menos, no son las que los ciudadanos esperan, teniendo incluso, que organizarse para defender espacios declarados como patrimonio cultural de la humanidad o áreas naturales protegidas y parque nacionales.
En este contexto, cualquiera con una mediana inteligencia puede concluir que estamos al borde de un nuevo movimiento civil, lo cual no beneficiará a nadie, incluyendo a quienes dirigen los hilos endebles de la nación. Si acaso, esa inconformidad descrita en los últimos cuatro puntos, necesita de un líder que fundamente filosóficamente un nuevo movimiento, que describa los parámetros y alcances de una nueva reestructuración nacional que debiera ser pacífica, pero que, al parecer no encuentra cause, planeación o diseño por parte de quienes tienen la oportunidad de conducirnos hacia la estabilidad armónica.
Recordemos que Juan Jacobo Rousseau, Montesquieu y John Locke fueron artífices de modelos hasta hoy vigentes como la legalidad, la libertad y la división de poderes que inspiraron revoluciones como la francesa, la inglesa y la independencia de Estados Unidos; creo que ese es el eslabón que falta para abrir la llave de esa caldera a punto de explotar, el elemento intelectual del movimiento que ya ha iniciado a manera de autodefensas.
Nunca le apostaré al caos, pero tampoco tengo la obligación de cerrar los ojos a la realidad de mi patria, cuando el presente y el futuro de muchos jóvenes y niños está incierto, a la deriva; ojalá que ocurra una inspiración divina de último momento y que los tomadores de decisiones trabajen juntos para recuperar el estado de derecho, el equilibrio económico, la paz y la justicia social, de otra forma, la historia los identificará como responsables del derrumbe de México.
Del otro lado de la luna se encuentra la nación de la abundancia, basta en recursos naturales, minerales, petróleo, personas brillantes, intelectuales, jóvenes impetuosos, empleados, amas de casa, artistas, profesionistas, grupos y asociaciones que le apuestan a México y que están dispuestos a sumarse por un proyecto de beneficio colectivo; nuestro país nos puede brindar todo si la administración pública responde a sus fines: satisfacer intereses colectivos, si cada quien cumple con su rol de una manera responsable, coherente y honesta.
Debemos idear un modelo de revolutum positiva en donde no sea necesario derramar sangre, en donde la inteligencia nos lleve a equilibrar demandas y aspiraciones, en la que la distribución del ingreso y la riqueza sea posible, en la que México se proyecte como la gran nación que verdaderamente es, en el contexto mundial. Amén. ■
*Representante de Zacatecas
ante el Consejo Consultivo
Nacional para el Desarrollo Sustentable