La Gualdra 661 / Cine
El año es 2054, Mickey (Robert Pattinson), un joven ingenuo e inocente, junto a su mejor amigo Timo (Steven Yeun) le debe dinero a la gente equivocada; por dicha razón, ambos buscan escapar del planeta Tierra. Para lograrlo, intentan abordar un crucero con destino a un planeta que tiene probabilidades de ser colonizado. Dicha excursión es dirigida por el político Kenneth Marshall (Mark Ruffalo), en compañía de su esposa Ylfa (Toni Colette).
Para conseguir un pase directo a la nave, Mickey aplica al programa de “desechables”, enfocado en labores de alto riesgo. Gracias a los avances tecnológicos, en el futuro es posible guardar los recuerdos y la información genética de un ser humano en un disco duro, para que una vez que éste muera se pueda “reimprimir” y al día siguiente pueda continuar con su trabajo. De tal forma, a Mickey se le asignan tareas que representan una muerte segura, pero que el protagonista accede a realizar con cierto grado de melancolía y resignación.
Todo avanza con aparente normalidad hasta que un día Mickey, en una exploración de rutina, sufre un accidente y es dado por muerto. Por azares del destino, el joven sobrevive y cuando regresa a la nave descubre, para su enorme sorpresa, que ya imprimieron una nueva copia de él. Ya que la ley prohíbe la existencia de “múltiples”, siendo el castigo la aniquilación de todas las copias, ambos Mickey’s unen sus fuerzas para sobrevivir.

En esencia, todas las películas de Bong Joon-ho muestran diferentes versiones del mismo monstruo. Para el surcoreano, el capitalismo ve a los seres humanos como algo reemplazable, una diminuta pieza dentro de un enorme engranaje que nos traga y nos escupe una vez que nos deja de necesitar. En una más que notable carrera, el realizador ha hecho uso del medio fílmico y las posibilidades del cine de género para retratar las profundas contradicciones de un sistema que, a la par que nos deshumaniza, también nos acerca cada vez más a nuestro fin como civilización.
Tanto en los trabajos que ha filmado en su país natal (Memories of Murder, 2003; The Host, 2006; Mother, 2008; Parasite, 2019), como en su cine producido dentro de la industria hollywoodense (Snowpiercer, 2014; Okja, 2017), Joon-ho ha mantenido una línea en común, relacionada con la despersonalización del individuo ante una maquinaria que lentamente lo desaparece dentro de su cadena de trabajo.
Esta premisa llega a nuevos y muy literales extremos en Mickey 17 (2025), su más reciente filme. El cineasta compone un relato que funciona a manera de paralelismo, donde las personas en puestos de poder son tan tiránicas, ridículas y deshumanizadas como las del mundo real, utilizando y desechando a las personas como simple carne de cañón. A medio camino entre Modern Times (1936) de Charles Chaplin, Nausicaä of the Valley of the Wind (1984) de Hayao Miyazaki y Robocop (1987) de Paul Verhoeven, el surcoreano abraza el sinsentido, la sátira y el absurdo más caricaturesco de la ciencia ficción.
Esto lo logra, en mayor medida, gracias a la excepcional interpretación doble de Pattinson, quien, en las múltiples versiones de Mickey, es capaz de mofarse de sí mismo; adquiriendo una expresividad física digna de un personaje de dibujos animados, en un registro similar a intérpretes como Buster Keaton, Bruce Campbell o el ya mencionado Chaplin.
En ese sentido, Mickey 17 es quizá la película más irreverente y desinhibida en la filmografía de Bong Joon-ho, así como su más esperanzadora. Si bien el surcoreano es conocido por retratar el lado más cruento de la sociedad sin tapujos, en esta ocasión lo hace de manera mucho más mesurada, apostando por un tono más afable. Al final, Mickey 17 orbita en torno a una de las principales cuestiones dentro de las grandes historias de ciencia ficción: ¿qué nos hace humanos? Para Bong Joon-ho la respuesta es algo tan sencillo como asumirse imperfecto, contradictorio y con miedo a morir. Un individuo sintiente y complejo, no un número más.