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lunes, 21 abril, 2025
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Donald Trump, su economía en picada y nuestra derecha en el limbo

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

Confieso la sorpresa que tuve al leer “la preocupación” del dirigente de un partido político porque, según él, la política económica de la presidente Claudia Sheinbaum, con su discurso nacionalista, ahuyenta la inversión extranjera de la industria automotriz. La preocupación es infundada. Las inversiones no han volado y no creo que lo hagan. Por otro lado, el interés de retirarlas de México es de Donald Trump. Sheinbaum Pardo se ha referido al nacionalismo cuando el gringo se extralimita creyéndose el gobernante transnacional. ¿A caso está pintada?

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Al dar seguimiento a algunos de los comentarios que se hicieron en torno a ese tema, la preocupación terminó siendo mía; porque llegué a la conclusión de que realmente así piensa una parte de nuestra clase política. En tales condiciones, no están en capacidad de hacer propuestas de alternativas viables. El atraso es tan terrible porque algunos han hecho de la propaganda su única fuente de alimentación ideológica (que ésta, de por sí, es falsa conciencia) y han castrado de su entendimiento, el sentido común y la reflexión. Lo comento porque justo es parte del tema de hoy.

Durante casi cuatro décadas la economía mexicana liderada por los gobiernos del PRI y luego del PAN aceptó, sin chistar, que el extranjero le confeccionara un patrón de crecimiento económico basado en la inversión extranjera en todas las áreas que les asegurara acrecentar sus riquezas (producción industrial, financiamiento, extracción de petróleo y minerales, comercialización y prestación de servicios públicos privatizados). 

Resulta obvio que en ese modelo económico sólo podrían invertir los que tienen una acumulación de capital suficiente: países europeos, Estados Unidos, Japón y más recientemente China. También es lógico que los inversionistas esperan multiplicar su riqueza a través de la ganancia y que, por lo tanto, su capital se dirigirá a la región dónde eso le resulte más redituable.

Un sector de fuertes inversionistas fue la industria automotriz de USA que acrecentó el nivel de sus inversiones (chequen INEGI) y también lo hizo Alemania, Japón y China, ya sea en su fase terminal o la de autopartes que, a partir del 2015, aceleró el crecimiento. Hasta el 2018 México aparecía como uno de los países de salarios más bajos en el mundo (el mínimo en México era de 1,982 dólares anuales, por debajo del promedio de la OCDE. El país con mayor salario mínimo era Luxemburgo con 23,777 dólares anuales; luego los Países Bajos con 22,631 dólares), ese hecho monumental llamó a las inversiones extranjeras.

Algunos no entienden que la industria automotriz trasladó parte de sus plantas de producción a México (inversión extranjera) fue para abaratar sus costos de producción al disminuir su desembolso por salarios (grado de explotación), y lanzar al mercado automóviles a precios competitivos.

Cierto, la inversión extranjera ocupa empleo. Y lo producido, al cruzar la frontera (exportación), se contabiliza en el mercado mundial como producción mexicana (Producto INTERNO Bruto), aunque el propietario es extranjero. Al mismo tiempo, ese producto ajeno a la economía mexicana se contabiliza favorablemente en las cuentas de balanza comercial (exportación menos importación).

Con anterioridad he tocado temas relacionados con una economía en quiebra en EU y el agotamiento de su tradicional modelo imperial. Los siguientes datos pueden aclarar las cosas: al cerrar el 2024, Estados Unidos mostró una balanza desfavorable frente a México por 21 mil 906 millones de dólares. En el comercio automotriz las cosas fueron monstruosas: Según S&P Global Mobility y el Departamento de Comercio, México exportó a EEUU 2 millones 771 mil 287 automóviles y los gringos exportaron a México sólo 160 mil unidades.

Se nota que el crecimiento de la economía de un capitalista gringo no necesariamente se corresponde con el crecimiento de la economía gringa. Mientras ésta última tiene fronteras territoriales, para el gran capital no hay frontera.

En la visión de Donald Trump, asesorado por empresarios que son funcionarios en su gabinete, el gobierno norteamericano debe repatriar sus capitales regados en el mundo para disminuir el déficit comercial. Cree que teniendo los capitales en territorio puede administrar un gran boom económico. Su herramienta de aranceles para presionar a la repatriación también juega el propósito de disminuir la competitividad de precios en el mercado porque, en realidad, en la economía de EEUU ya no le es suficiente los bajos salarios de México frente a economías de mayor desarrollo tecnológico en el que, algunos procesos, los realizan robots que sustituyen a los trabajadores. Es decir, se ahorran el salario. 

¿Díganme, en todo esto, qué papel juega la política nacionalista de Sheinbaum? Aún más, ¿Qué tiene que ver el narcotráfico y el Fentanilo con esto? El combate mexicano al tráfico del Fentanilo les ayuda porque lo producen y no quieren competencia, les acerca dinero fresco, aunque ilegal. 

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