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jueves, 15 mayo, 2025
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10 motivos para no escribir (segunda parte)

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Por: ÓSCAR GARDUÑO NÁJERA •

6- Basta con que usted pregunte por ellas. Vamos, hasta ferias anuales organizan para ofertar todos los libros que se les quedan en las bodegas. Su espíritu combativo en ocasiones es tan gracioso que parecen estar afiliadas a algún partido político o comité estudiantil. Pero ahí están: las editoriales independientes. A mí hasta la fecha no me queda claro lo de independiente, pero dentro del marketing es una palabra que tiene pounch, así en la música, así en el cine, así en el arte en general. Son editoriales que por lo regular reniegan del establishment literario aunque en el fondo desearían pertenecer a él, y son muchas las que reciben apoyo del gobierno.

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El trabajo de las editoriales independientes consiste en dar con ingenuos como usted, que buscan a toda costa dar a conocer su novela, su libro de cuentos, su poemario, etc. Y como al hablar de las editoriales independientes también hablamos de una empresa de capital variable lo suyo es hacer negocios, obtener ganancias, pagar a los pocos empleados con los que cuenta, por lo que en cuanto den con usted le van a mentir, ya que se trata de atraer su producto literario por malo que éste sea.

Claro: usted se va a emocionar. Pero, ¿sabe qué?, usted se miente desde el momento en que cree que eso que tiene en la pantalla de la computadora es digno de publicarse, y el editor de cualquier editorial independiente le miente cuando le dice que pasa, que basta con hacerle unas cuantas correcciones y listo. Sin embargo, de las dos mentiras la de usted es la más miserable, ya que el editor al menos intenta hacer negocios, llevar el pan a la mesa de su familia, pagar puntualmente a los empleados en lugar de asaltar peatones a las afueras de cualquier sucursal bancaria, mientras que a usted, como autor que es a partir del momento en el que firma el contrato, sólo lo motiva la vanidad, la presunción que otorga una acartonada cultura que únicamente sirve para humillar al ignorante, al pinche iletrado.

Otro punto es el dinero con el que cuente nuestra futura promesa literaria. Dejen ustedes que escriba mal. Dejen ustedes que la persona viva en el engaño porque los únicos que halagan sus libros son sus familiares. ¿Saben qué es lo peor de todo? Que como en cualquier sociedad capitalista tiene dinero y puede hacer lo que se le venga en gana, porque estamos acostumbrados a asociar el dinero con el poder, así sea para darnos a conocer porquerías literarias. Y en ediciones de lujo, por supuesto. Y el que tiene dinero está en todo su derecho. Peores cosas hemos visto.

Va un ejemplo: estoy en contra de los talleres literarios y, sin embargo, en ocasiones las penurias económicas lo llevan a uno a impartirlos. En aquella ocasión se trataba de un taller de poesía que daba a una señora que se sentía poeta, puesto que me pagaba a mí por aprender algo de lo que yo, a la vez, había aprendido también de otros que, a su vez, se sintieron poetas. La paga era poca, pero alcanzaba para cigarros, los pasajes, boletos de metro y revistas de pornografía casera.

Durante la primera sesión del taller de poesía, la mujer, avejentada y un poco hipocondríaca, puesto que sólo faltaba que le doliera el dedo gordo del pie para serlo del todo, me dijo, no sin cierto aire de presunción, que ella era poeta. Supuse que era de lo más normal, puesto que me iba a pagar por un taller de poesía y no por uno para aprender a hornear galletas de chocolate o para bordar ositos en almohadas. Hacen falta poetas en el mundo, aseguré. Lo que me dijo a continuación me dejó impactado. Tengo publicados más de cinco libros de poesía, se los voy a enseñar.

La mujer desapareció para ir a una gran y bien surtida biblioteca. Intenté acordarme de su nombre. Tal vez había leído algo de ella en algún suplemento cultural. Tal vez en uno de los tantos y tantos encuentros que se realizan de poetas, y a los cuales nunca me invitan pero siempre dan a conocer los nombres de los que asisten. No sé. Sentí que me estaban tomando el pelo. A ver, una mujer que publica más de cinco libros de poesía no toma un taller con un perfecto desconocido como yo, que a lo mucho había publicado en revistas universitarias que más tardaban en anunciar en que desaparecían. A lo mejor quien me va a dar el taller es ella, pensé antes de que la mujer volviera con los libros. Los puso sobre una gran mesa. ¿A ver qué le parecen? De entrada, todos estaban publicados por la misma editorial, y por lo tanto todos tenían los mismos horrores: portadas mal hechas, encuadernación como de taller de secundaria, erratas incluso en el título de la portada, papel de cortina transparente que te permite leer el texto de la siguiente página, en fin, todo un atropello en contra de las buenas costumbres editoriales. Me dijo lo que le habían cobrado por cada edición. En realidad se trataba de un robo. Intenté advertirle, pero en eso me interrumpió y me preguntó que si no me gustaría participar en una antología de textos eróticos. Ni siquiera espero mi respuesta y me dijo el dinero que debía pagar para aparecer en la antología, dinero que incluía tres ejemplares de cortesía para mi buena suerte. Lo peor vino cuando se empeñó en que me llevará los cinco libros dedicados, los cuales no dudé en envolver con papel china y regalarlos a la semana siguiente a la que entonces era mi novia, quien terminó conmigo meses más tarde.

7- Antes de dedicarse a la escritura busque ayuda profesional. Si usted tiene fe irrestricta en el psicoanálisis, que así sea, busque al que tenga el diván más cómodo; si usted cree en los grupos de autoayuda, regrese con el psicoanalista, convoquen a hombres y mujeres del mismo tipo y creen una secta, religiosa o no, o un partido político; si usted es de los que cree en la “literatura” de Osho, Carlos Castaneda, Paulo Cohelo, Jodorowsky, Murakami o Bolaño, aborde cualquier línea del Metro de la Ciudad de México, porque ahí encontrará los libros que necesita y a muy buen precio.

8- Los jóvenes escritores son propensos a causarse daño a sí mismos, sufren como letra de bolero y se cortan las venas como letra de tango. Se apartan de los demás porque se sienten diferentes, y por supuesto que lo son: tipos del clásico nerd que no hace más que sobaquear La Guerra y la Paz de Tolstoi aunque no pasen de la primera página de la introducción. Son nuestra nueva generación X-men con poderes específicos que en la mayoría de los casos únicamente emplean para humillar a quien se deje, para hablar mal del que se deje y para hablar pestes de la literatura mexicana, hasta que les publican su primer libro y los seleccionan para la escolta de la escuela.

Algunos de ellos beben mucho, se drogan, y está bien que así sea, lo malo empieza cuando lloriquean, cuando llaman en la madrugada y amenazan que se van a tirar de un puente, cuando se dan golpes de pecho porque la literatura mexicana del siglo 21 no tiene un lugar para ellos, cuando se toman fotografías con sus gatitos y las suben al Face, cuando pasan de ser creativos a automarginarse, porque esa es la mejor postura que encuentran en un país donde, a falta de oportunidades, siempre queda la telenovela de la marginación.

9- Si al fin usted decide escribir y considerar este texto como el resultado de una mente imbécil, lo cual por otra parte de entrada acepto, revise bien los índices de lectura en México, haga cuentas, calcule cuántos van a leer esa obra maestra suya; se decepcionará y para eso están las drogas, el alcohol y la imitación chafa de su gran Bukowski.

10- ¿Se da cuenta?, ¡ya lo hace!, sí, eso de escribir: cuente cuántas palabras escribe a diario a lo idiota en su muro de Facebook, en su cuenta de Twitter, ¿es necesario que escriba más? ■

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