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sábado, 10 mayo, 2025
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Clinton preside un partido entrampado entre su pasado y su futuro

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Por: La Jornada •

Filadelfia. Después de cuatro días de elogios, cantos, testimonios, videos y un coro unido de la cúpula del partido, Hillary Clinton fue lanzada como la persona más calificada, más sagaz, más astuta y más comprometida con su pueblo y la más confiada en el destino del “país más grandioso del mundo” en la historia para ocupar la Casa Blanca, solo falta que los electores les crean.

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Clinton tiene la distinción de ser la candidata presidencial más reprobada por una amplia mayoría de la opinión pública (unos dos tercios) en la historia reciente, algo que comparte con su contrincante republicano Donald Trump.

Se puede deducir que la mayoría no quiere a ninguno de los dos y por lo tanto, y por ahora, esta contienda girará sobre cuál candidato es menos peor, o a quien menos se le desconfía.

Tan es así que Clinton y Trump son más despreciados por los jóvenes que Voldemort, el villano de la serie de Harry Potter, según un sondeo de NextGen Climate.

La opinión de los jóvenes representa el futuro de este partido, pero obviamente no se trata de una división generacional, como lo comprueba el hecho de que el precandidato más viejo, el insurgente “socialista democrático” Bernie Sanders de 74 años, capturó por amplios márgenes el voto joven en las elecciones primarias.

La participación o no de los jóvenes podría ser determinante en la elección general en noviembre -como lo fue en la histórica primera elección de Barack Obama- y por ahora Clinton no solo no ha convencido a este sector, sino es símbolo perfecto del pasado.

Ese pasado también es problemático para otros sectores, lo cual también fue expresado en la campaña insurgente de Sanders y que se manifestó aquí en la Convención Nacional Demócrata.

A pesar de los esfuerzos de Bill Clinton y la cúpula del partido de presentar a la candidata como “una agente del cambio”, su largo historial político constata un ejemplo casi perfecto de una figura del “establishment”.

Más aún, su inevitable identificación con las políticas de su marido cuando fue presidente implican que se perciba como partidaria de una agenda neoliberal en donde se desmanteló parte de la red de bienestar, se impulsó una ley que llevó a cientos de miles de jóvenes aforestadunidenses y latinos a la prisión, otra que anuló la separación de la banca comercial y la de inversión producto de las reformas después de la Gran Depresión, lo cual fue factor clave en la gran recesión de 2007, y un giro hacia la derecha en la política exterior.

Los casi mil 800 delegados (un 46 por ciento del total) de Sanders, junto con otros que apoyan de manera crítica a Clinton, han debatido todo esto durante las elecciones primarias.

Ese debate no ha concluido, y las filas disidentes dentro del partido y de su ahora candidata -pero no todos opuestos a ella- continuaron expresando su reprobación de ese pasado.

Hoy otra protesta más irrumpió en el centro de prensa, decenas de delegados de Sanders de repudiaron nuevamente las acciones de Clinton y su cúpula.

“La colusión del Comité Nacional Demócrata con la campaña de Clinton -comprobado por las filtraciones de Wikileaks- y que la presidenta del partido, Debbie Wasserman Schultz, haya tenido que renunciar por eso solo para ingresar al equipo de campaña de Clinton son indicaciones de que nada va a cambiar”, comentó Valdez Bravo, un delegado de Sanders de Oregon en la convención y un veterano militar, a La Jornada.

“Es otra bofetada por la cúpula a los 13 millones que votaron por Sanders”, agregó Bravo. Algunos se saldrán del partido por esto, otros están evaluando qué harán ante la amenaza de Trump, afirmó.

Pero al final, dijo, “esta convención se realiza en Filadelfia, la cuna de la revolución de independencia, y algunos de nosotros consideramos que este movimiento es una segunda revolución estadunidense”.

Dentro de la convención estas expresiones disidentes siguen manifestándose. Leon Panetta, el ex jefe de la CIA y ex secretario de Defensa de Obama, y anteriormente, jefe de gabinete de Bill Clinton fue abucheado por cientos de delegados cuando se atrevió abordar el tema de libertades civiles en su discurso ante la convención el miércoles.

Las políticas de supresión de libertades civiles bajo leyes antiterroristas, la persecución de “filtradores” de información clasificada para el bien público (Chelsea Manning, Edward Snowden y Julian Assange y varios periodistas) son objeto de condena por muchos dentro del partido.

A la vez, el impacto de la campaña de Sanders también quedó claro dentro de esta convención. El presidente Obama, en su discurso de ayer ante los delegados e invitados y el mundo, se vio obligado a elogiar a los activistas de Sanders por colocar el tema de que “hay demasiada desigualdad en nuestra economía, y demasiado dinero en nuestra política”.

El propio Sanders celebra que su “revolución política” logró una gran participación de jóvenes y otros sectores que no suelen ser activistas electorales, y que con ello se logró elaborar “la plataforma más progresista en la historia del partido”.

Más aún, Clinton fue obligada a adoptar algunas posiciones de Sanders en su campaña incluyendo elevar el salario mínimo, establecer un mecanismo para garantizar una educación superior gratuita en universidades públicas para gente con recursos limitados, y más notablemente pronunciarse en contra el Acuerdo Transpacífico de Libre Comercio (después de promoverlo durante meses).

Pero aunque aquí fueron expuestas las grietas entre los demócratas, vale recordar que el Partido Republicano está mucho mas dividido -tal vez al borde de una crisis institucional irreparable. Solo se tienen que ver las imágenes de la convención republicana en Cleveland donde la mayoría de las figuras más reconocidas del partido se ausentaron -incluyendo los dos ex presidentes, todos los anteriores candidatos presidenciales de ciclos anteriores y hasta el anfitrión de la fiesta, el gobernador de Ohio- mientras que aquí estaba todo el elenco mayor del partido abrazando a Clinton.

A la vez, el Partido Demócrata, por la amplia gama de sus bases y aliados, refleja el futuro diverso de este país comparado con un Partido Republicano abrumadamente blanco.

Si algo mostró esta elección y estas convenciones es el repudio al consenso entre las cúpulas de ambos partidos durante los últimos 30 años, sobre todo en torno a las políticas socioeconómicas tanto dentro como fuera del país.

Eso continuará como un centro de esta elección tanto dentro como entre ambos partidos de aquí al 8 de noviembre.

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