En el cierre del Coloquio “Toma de Zacatecas: causas y consecuencias de una batalla”, el historiador Limonar Soto Salazar impartió la conferencia magistral El expediente 2481 (AHEZ). Movimientos sediciosos en el estado de Zacatecas, año de 1913, basada en un conjunto de 48 documentos resguardados en el Archivo Histórico del Estado.
Dichos documentos, en su mayoría telegramas y oficios dirigidos por el entonces gobernador Rafael Ceniceros Villarreal, abarcan del 9 de febrero al 31 de mayo de 1913, y dan cuenta del clima de inestabilidad política y militar que antecedió a la toma de Zacatecas por las fuerzas de Pánfilo Natera en junio de ese año.
La conferencia ofreció una reconstrucción de la crisis en Zacatecas tras la Decena Trágica, cuando el gobierno de Francisco I. Madero fue derrocado y se instauró el régimen de Victoriano Huerta.
Soto Salazar contextualizó el expediente en el marco de una rebelión generalizada que afectó a diversos puntos del país y explicó cómo Zacatecas fue escenario de focos de insurrección. Al respecto mencionó las incursiones rebeldes en localidades como Sombrerete, San José de la Isla, San Pedro Piedra Gorda, Jerez, Fresnillo, Colotlán y Salinas.
El gobernador Ceniceros pidió insistentemente apoyo al gobierno federal mediante telegramas a la Secretaría de Gobernación y al Ministerio de Guerra, encabezado por el general Manuel Mondragón. Algunos de estos mensajes llegaron cifrados y resultaron incomprensibles incluso para el gobernador.
Entre los personajes que aparecen en el expediente destacan el propio Ceniceros Villarreal; Eusebio Carrillo, quien asumió como gobernador interino tras la renuncia del primero; Francisco Llamas Noriega, diputado federal con interlocución directa con el gobierno; el ya mencionado Manuel Mondragón, primer ministro de Guerra de Victoriano Huerta, quien también fue némesis y familiar de Felipe Ángeles; y Pascual Orozco, a quien se solicitó intervenir contra las denominadas “gavillas” revolucionarias.
Para describir el aplomo de Eusebio Camacho, el historiador hizo mención de una llamada documentada en un telegrama enviado al general Mondragón, en la que se reporta que a finales de mayo de 1913, desde Fresnillo, el coronel Manzano —lugarteniente de Pánfilo Natera— exigió por teléfono la entrega de la plaza de Zacatecas. Camacho se negó rotundamente, en un episodio que Soto describió como “surrealista”, comparándolo con una extorsión, y que subraya la necesidad de investigar con mayor profundidad a este tipo de personajes.
Sobre el envío del cañón “El Niño”, una pieza de artillería blindada de gran poder destructivo, el investigador explicó que la ciudad tenía condiciones ideales para su despliegue, permitiendo su movilidad desde El Bote hasta Guadalupe para repeler o atacar.
Limonar Soto subrayó la necesidad de estudiar y visibilizar a los actores pro-huertistas en Zacatecas. El cronista, Federico Priapo Chew coincidió en reconocer el mérito de esos personajes, como el general Medina Barrón, que pese a defender un gobierno ilegítimo, permaneció en su puesto cumpliendo con su deber frente a una batalla perdida.