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domingo, 30 junio, 2024
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La privilegiada clase política de Zacatecas previo al estallido insurgente

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Por: LEONEL CONTRERAS BETANCOURT •

La fusión, eta especie de simbiosis del poder económico y del político en que este último está subordinado al primero, no es de ahora. La separación de ambas esferas en las que se empeñado la Cuarta transformación con nuestro todavía presidente en funciones y que pareciera no se resigna a que ya su tiempo paso, ha estado presente en todos los ámbitos y tiempos de este mundo. En Zacatecas, por ejemplo, previo al estallido de la independencia que encabezó el cura Hidalgo, quienes partían el queso en el queso, ocupaban o designaban quien debería de ocupar los cargos públicos; fueron los grandes potentados. Los dueños de las ricas minas, sobre todo. Al desatarse el movimiento insurgente, en Zacatecas, de manera particular en la capital de su provincia, aparecieron, como resultado de la posición de clase de los actores, posturas diversas y hasta encontradas. La aristocracia minera radicada en su mayoría en la ciudad de Zacatecas, capital de la intendencia del mismo nombre constituía una rancia clase que había transitado entre los apoyos de la Corona a través del virrey con precios del azogue accesible y la ocupación de los cargos políticos y administrativos del Ayuntamiento. Estos factores le permitieron tener el control y manejo de los hilos de la política. Tres décadas antes de que estallara el movimiento insurgente la élite del distrito minero con capital en la ciudad de Zacatecas, la integraban 32 individuos, según la nómina de 1781. Entre ellos destacaban por el número de minas, operarios y riqueza que poseían los Borda, Arteaga, Ansa, Castañeda, Arizmendi y Esparza entre los más notables. Dueños de ricas y famosas minas como Quebradilla, San Acacio, Santa Rita, San José de la Cantera y Roldanera entre las más sobresalientes por su producción, (Contreras, Leonel, Las escuelas de primeras letras de la Intendencia de Zacatecas, 1785_1811, tomado del documento: “Nomina de las minas del Distrito minero de Zacatecas”, pp. 84 y 85. AHZ, Fondo Ayuntamiento, Serie: Reales células y provisiones, Fjs. 89 a 118 a 2012, pp. 84 y 85). En su mayoría sino es que todos debieron ser españoles o criollos y algunos de estos mismos o sus descendientes en línea directa no debieron cambiar mucho treinta años después. Otros fueron sustituidos por los nuevos ricos emergentes entre los que no faltaron criollos que se instalaron en el Ayuntamiento. Tras los pronunciamientos de Valladolid y Guanajuato en 1809 que secundaron las proclamas de Talamantes y Primo Verdad en la ciudad de México que les costó la cárcel, en favor de la independencia, el virrey remplazó a la vieja clase política por gente nueva en el ayuntamiento zacatecano. De esta forma los Castañeda, Garcés, Moreno, Chacón y Joaristi al ser desplazados por el poder central fueron sustituidos por otros prominentes europeos entre los que estaban Ángel Abella, José María Arrieta, Martín Artola y Nicolás del Rivero, (Rodríguez O., Jaime, 2009, p.175). Aunque no se debe perder de vista que en la víspera del grito de Dolores, la clase minera zacatecana que constituía a su vez la élite política, combino las actividades de la minería y el comercio, según lo documenta Mercedes de Vega: “Si anteriormente el cabildo estuvo integrado por una mayoría criolla dedicada básicamente al comercio, a la que se podría calificar como propietaria media, a partir de ese momento su composición incluyó a comerciantes y mineros peninsulares prominentes con intereses en las compañías más poderosas. Así, el poder económico se fundía con el político en la institución más preciada: el ayuntamiento”, (Mercedes de Vega, 1997, p.60).

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