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domingo, 20 abril, 2025
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Implicaciones de la innovación educativa

■ La innovación educativa solo tiene sentido si creemos en nosotros como maestros, pero en especial si tenemos fe en nuestros alumnos Jerónimo

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Por: RAMIRO ESPINO DE LARA •

Un docente que permanentemente se pregunta si en realidad su práctica profesional impacta de manera favorable en la relación didáctico-pedagógica que ejerce con sus alumnos, se podría pensar que sería un buen inicio para pensar en un docente con tendencias a innovar su práctica profesional, un docente que buscará siempre la mejor estrategia que le lleve a transformar los procesos de enseñanza y aprendizaje. En la actualidad, estas aseveraciones pueden carecer de significado puesto que la noción de innovación educativa ha perdido rumbo y, se confunde con algo que no necesariamente sea una innovación dado que este término se ha trillado demasiado. 

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Las instituciones educativas se transforman sí y solo sí sus docentes adoptan posturas y acciones innovadoras, ¿cómo se reflejarían estas?, educar, formar y promover transformaciones significativas en los educandos implica generar procesos que lleven consigo una visión de futuro. En educación, innovar no es ir en búsqueda de lo nuevo, sino de lo novedoso, lo significativo, lo útil y lo que sea de impacto social; cierto es que, últimamente los docentes hacen esfuerzos por querer innovar, sin embargo, esto queda en la nada puesto que se enfrenta a dos problemas: la postura de indiferencia de parte de algunos educandos y, la falta de apoyo de las autoridades educativas.

Es necesario pensar en que las innovaciones en el ámbito educativo requieren de referentes teóricos que sean significativos y que puedan, en un momento dado, no tan solo conceptualizarse sino también teorizarse. Se requiere pues, que todo proceso innovador, nazca de una postura crítica de parte del docente, por supuesto que esto los llevará a un proceso de modificación permanente del ejercicio de su práctica profesional.

En los procesos innovadores no se puede apostar al todo o nada dado que existen procesos que no siempre pueden traer resultados del todo satisfactorios. La innovación no siempre es sinónimo de algo nuevo y/o bueno, esto se detecta cuando en discurso un docente se dice o se concibe como innovador, pero en los hechos se resiste al cambio, esto lo manifiesta cuando cae solamente en una postura pragmática, por otro lado, puede que un docente se vea obligado institucionalmente a que sea innovador y, no le queda claro el propósito de serlo o, siente que se requiere de mucho esfuerzo y teme, tal vez, a que lo consideren como un mal profesor. 

Un docente prefiere hacer bien las cosas que sabe hacer y teme o se resiste a pisar terrenos novedosos y desconocidos para él; si bien es cierto que a la innovación educativa la relacionan con lo nuevo y distinto, no la refieren a lo novedoso y todo lo que ello implica, innovar no es solo hacer las cosas distintas, sino de mejorarlas. En educación, cuando se dice que algo se ha innovado, debemos demostrar que lo que se cambió fue novedoso y llevó a una transformación; de lo que se trata es de que se generen procesos educativos innovadores, mismos a los que les debe anteceder una investigación ya sea escolar o educativa. Lamentablemente solo se han manifestado cambios en el sistema educativo y, por desgracia, a estos cambios les llaman innovación.

Lo cierto es que la Secretaría de Educación Pública no promueve acciones innovadoras entre sus docentes, burocráticamente solo los obligan a hacer cosas distintas, mismas que se encuentran muy alejadas de procesos innovadores, lo peor, que estos procesos los institucionalizan y, el docente los legitima. Todo esto son mera innovaciones burocráticas, mismas en las que la institución cambia la normatividad e incluso los proyectos, pero metodológicamente no sustentan dicho cambio; se descontextualizan y, los institucionalizan sin saber si realmente causan impacto favorable en los educandos y la sociedad.

Para que un maestro o directivo sea innovador, no se requiere que tenga ideas brillantes, ni que diga de manera insistente y persistente de lo que se necesita, se requiere la creatividad y acciones que generen una mejora del contexto y los sujetos a quienes va dirigida dicha mejora. No porque algo sea distinto pueda ser innovador, y, lo que es peor, que se asegure que las cosas han mejorado con lo que supuestamente se innovo; cuando un proyecto que se dice innovador lo propone la administración educativa central y no se hace partícipe al docente, por lo general ese proyecto se condena al fracaso dado que solo se operaría de manera acrítica, asistemática y hasta descontextualizado. 

Para que realmente haya procesos de innovación en educación, se requiere apertura, actualización permanente y seguimiento. Para que una innovación educativa realmente funcione, se requiere de considerar muchos aspectos o implicaciones: recursos, voluntad y compromiso, formación y actualización de quienes ponen en práctica los proyectos, de la institución misma, entre otros. 

En sí, la verdadera innovación educativa requiere un enfoque cuidadoso y estratégico, un compromiso con la mejora continua y una comprensión de que los resultados se obtienen a través de cambios graduales y persistentes en lugar de soluciones rápidas y llamativas.

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