Si Juan Preciado, el hijo de Pedro Páramo, hubiese llegado a las costas de Florida en lugar de Comala, tal vez le hubiera acompañado a su presentación, alguna frase pro libertad, porque pasa que Estados Unidos ha basado su historia como nación bajo el lema de que la libertad debe ir y estar por encima de todos y de todo, pero poco han reflexionado -como nación- en que lo que defienden hasta con una estatua en Nueva York, no es lo que dicen que es.
El discurso gabacho de libertad está ligado a la ya casi centenial premisa de Harry S. Truman sobre el desarrollo después de la segunda guerra mundial, y con la cual dividió el mundo en paralelos opuestos (y codependientes aunque no lo haya dicho así) entre las naciones desarrolladas y las subdesarrolladas. Bajo este discurso, se impulsó el plan Marshall para la reconstrucción de las ciudades de Europa occidental y también bajo este discurso nacieron los humanos de primera y los humanos de segunda.
Es decir, los humanos de primera son los libres y desarrollados; en pocas y resumidas cuentas, Estados Unidos y sus aliados, mientras que los de segunda somos todos los que nacimos fuera de la nación de las barras y las estrellas.
El american dream se ha vendido so pretexto de desarrollo: «ve a Estados Unidos, gana dólares y serás quién tú quieras ser». La libertad y el desarrollo están estrechamente vinculados… pero no como lo cuentan los vecinos del norte.
Amartya Sen, premio nobel de Economía aseguraba que el desarrollo exige la eliminación de las fuentes de privación de la libertad y enlista que éstas son: 1) la pobreza; 2) la tiranía; 3) la escasez de oportunidades económicas; 5) las privaciones sociales sistémicas; 6) el abandono de los servicios públicos; y 7) la intervención de los Estados represivos.
Sen, claramente no nació en Estados Unidos, ni tuvo una formación doctrinaria gabacha, por eso se atrevió a sentar las bases teóricas para que hoy podamos decir que tanto la libertad como el desarrollo son palabras prostituidas por los que dirigen la nación de las armas, y que so pretexto de éstas, invaden medio mundo, al mismo tiempo que expulsan a los que cruzan. Mientras Estados Unidos levanta muros contra inmigrantes, se esmera en que ninguna nación levante muros comerciales. Se escriben tratados comerciales ventajosos, se imponen aranceles impagables, se venden semillas transgénicas, se declaran bloqueos y guerras económicas. El súper peso nunca es súper contra el dólar.
En otras palabras: ni la libertad ni el desarrollo son lo que Estados Unidos dice. La libertad existe cuando hay desarrollo y hay desarrollo cuando no hay una violencia sistémica de las posibilidades, y actualmente, ninguna nación -lamentablemente- podría ser ejemplo de esto.