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lunes, 21 abril, 2025
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Retrospectiva, perspectiva y prospectiva de la educación en México 2/2

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Por: RAMIRO ESPINO DE LARA •

Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; 

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breve y eficaz por medio de ejemplos

Séneca.

En el ámbito educativo, muchos han sido los esfuerzos para atender la demanda a una ciudadanía que se encuentra en crecimiento, esto se agrava aún más con el crecimiento poblacional, lo cultural, lo geográfico, la inequidad, la economía, entre otros factores; todo esto ha provocado que los resultados en la calidad y nivel de aprendizajes, decepcionado así a la sociedad.

En una entrevista que el Dr. Pablo Latapí realizó en el 2004 a Fernando Solana, ex secretario de educación, éste dio a entender que los presidentes de México realmente no han estado interesados en la educación, este desinterés radica en que no tienen una visión clara acerca de qué es lo que se debe de hacer para fortalecer al sistema educativo; trayendo como consecuencia el que no exista una sociedad más abierta, consciente de sí misma, ocasionando una marcada desigualdad social.

Aunado a lo anterior, históricamente se han asignado presupuestos insuficientes y, los que se asignan, se destinan en un porcentaje de más del 90% a sueldos y salarios, por si esto fuera poco, ha habido un sindicalismo corporativo y remora del sistema educativo por medio del cual, aparte de mermar el presupuesto, influye enormemente en las decisiones institucionales. En este siglo XXI, la situación sigue igual o peor, siguen las deficiencias en las políticas particularmente del gasto educativo.

Lo cierto es que la política sindical a la fecha, solo ha servido como factor entorpecedor de la calidad educativa, interfiere en las decisiones cupulares a grado tal que o bien, son un estorbo a ciertas autoridades educativas, o son cómplices de otras. Es obvio que los sindicatos no tan solo tienen injerencia en el campo laboral, también lo tienen en el curricular en el de la formación de maestros, en la aplicación de programas y proyectos varios y, lo que es más grave, en la distribución presupuestal.

Las autoridades educativas han sido demasiado complacientes particularmente con quienes no tienen ni el más mínimo interés por que la educación sea verdaderamente trascendental dentro de nuestra sociedad, esto se dio y tal vez se siga dando a través de mucho tiempo. Podemos decir pues, que el Estado es víctima de sus propias complicidades. Esto, lo vimos de una manera más acentuada en los sexenios anteriores puesto que, a todas luces se reflejaba una total falta de libertad para el ejercicio de las atribuciones directivas; llegaba el momento en que los directores de centros educativos, eran subordinados de dirigentes sindicales.

A la fecha -segunda década del siglo XXI-, todavía contamos dentro del ámbito educativo con problemas estructurales tales como pobreza, desigualdad, segregación y corrupción. Esto ha propiciado cierto rezago y deficiencia educativos; no se puede negar que se han diversificado los proyectos educativos, sin embargo, estos, no se han estructurado como consecuencia de diagnósticos problematizados, sino de evaluaciones que cuentan con un grado muy alto de subjetividad.

Por lo antes expuesto, se requieren políticas públicas que garanticen resultados educativos significativos, se debe reconocer e institucionalizar una estructura social, económica y laboral para que, de esta manera, se garantice también la participación abierta y democrática de todos los actores del sistema social y educativos. Se requiere, además, una reforma educativa que sea atractiva, que promueva la profesionalización de los docentes y la formación administrativa de quienes laboran en el sector educativo.

Es de suma importancia que, para garantizar una buena funcionalidad del sistema educativo, se les dé más autonomía a las autoridades estatales para que, se pueda garantizar así una educación contextualizada mediante la promoción de aprendizajes que les sean significativos a los educandos. Es así como se podría pensar en una política educativa que cada Estado deba diseñar como gobierno para crear las condiciones socioeconómicas suficientes y así poder garantizar un sistema educativo eficiente.

El sistema educativo cumplirá con su función como tal si existiera una mejor distribución del ingreso y la riqueza, si se prestaran mejores servicios de salud, seguridad y transparencia. No son solo las reformas a las que se les deben apostar, cierto es que debe existir una descentralización, pero debe ser ordenada y sistematizada; lamentablemente hoy día el ritmo de trabajo en el ámbito educativo se encuentra centralizado por medio de la Secretaría de Educación Pública (SEP), si esto sigue funcionando así, se será más operativo que sustantivo, solamente serán los Estados administradores de la educación, esto evitará la implementación de proyectos innovadores. 

No podemos hablar de una Escuela Nueva, de proyectos como la Escuela es Nuestra y otros más, si el sistema educativo sigue siendo rehén de las autoridades de la Secretaría de Educación Pública, de los líderes sindicales y otros intereses particulares, ajenos a toda sana intención. Definitivamente, se debe fomentar la libertad en la toma de decisiones, la normatividad, en teoría, así lo permite.     

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