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martes, 29 abril, 2025
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■ Nietos y tataranietos de Pedro Núñez Arévalo aprenden desde pequeños el valor de la receta familiar para la elaboración tradicional de esta delicia zacatecana

Heladería ‘El Nilo’, cinco generaciones de tradición gastronómica

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Por: ALEJANDRA CABRAL •

El legado de don Pedro Núñez Arévalo, creador del tradicional helado relleno que asemeja la forma de las torres de la Catedral zacatecana, perdura con el trabajo diario de su descendencia, entre ellos, Ramiro González Núñez, quien se involucró desde los 18 años en el negocio familiar y hoy enseña a sus nietos a guardar la receta de esta delicia zacatecana.

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Hoy, González Núñez tiene 58 años y consigue mantener en operación la sucursal de la Heladería El Nilo -ubicada frente a la Fuente de Los Conquistadores- los 365 días del año. “Así llegue el frío o hiele” la sucursal de donde parten los carritos rústicos que se han vuelto emblemáticos en el Centro Histórico de la ciudad, tiene siempre disponibles los helados de vainilla con ate de membrillo y mermelada de guayaba en la punta, que son de obligada degustación para visitantes nacionales y extranjeros.

Conseguir la leche bronca de establos -cada vez menos disponibles-, comprar entre 15 y 30 kilogramos de guayaba cada semana, hervir 40 litros de leche en el cazo de cobre para la preparación de helados, es parte de la rutina de este zacatecano, quien, sin importar la temporada, debe arreglárselas para conseguir los ingredientes que hacen que cada helado relleno elaborado, conserve la autenticidad de la receta de don Pedro Núñez.

“Del establo a su helado” es la frase con que el entrevistado describe la frescura de los ingredientes utilizados, González Núñez explica que la leche ordeñada en San Ramón hace un par de días es la que está en los helados que hoy compran los antojados clientes, que aún en esta temporada de lluvia llegan o lo adquieren desde los carritos ubicados cerca del Portal de Rosales, afuera de Catedral y en la calle Allende. 

En el municipio de Genaro Codina se adquiere la cajeta de membrillo que va en cada helado; guayabas de Jalpa son las que se usan para la preparación de la mermelada que se agrega a cada molde de acero inoxidable que es rellenado de manera individual, hoy como hace 84 años.

Ramiro González cuenta que el nombre de “El Nilo”, surge de una anécdota de don Pedro, quien, al cruzar la frontera hacia Estados Unidos, encontrándose a bordo del tren, escuchó a su compadre despertar por la madrugada para preguntar “si ya habían cruzado el río Nilo”, refiriéndose al río Bravo, confusión que fue motivo de risas durante el viaje y quedó grabada en la memoria del heladero.

Cuando don Pedro Núñez trajo sus helados a la ciudad de Zacatecas, desde Jerez, fue un pionero en este giro de negocio. Ramiro González recuerda que en la ciudad solo existían tres neverías, la “Atenas” (que se ubicaba cerca de Cine Ilusión), nieves “Don Mónico” y el tradicional helado cuya receta parecida a la de un atole, se ha convertido en un tesoro familiar.

Alrededor de los años 2000, antes del fallecimiento de doña María Luisa Esquivel Duarte, esposa de don Pedro, la heladería estuvo a punto de extinguirse; hoy permanece en pie, pese a que todavía padece los embates de la pandemia, “de la inseguridad y la mala fama que se le ha hecho al estado”, refiere González Núñez, explicando que hace algunos años se vendían 300 helados durante el fin de semana, y ahora difícilmente se despacha la mitad de ellos.

Sin embargo, las recomendaciones de boca en boca, de las empresas organizadoras de eventos y la presencia en redes sociales, compensan esta baja en las ventas y mantienen viva la tradición a lo largo de cinco generaciones.

Servir a los clientes que compran una garrafa para fiestas infantiles o hasta para eventos con mil invitados, las celebraciones en Palacio de Gobierno y los tianguis turísticos en los que Helados “El Nilo” ha suscitado filas de decenas de personas que quieren probar “un pedacito de Zacatecas”, son experiencias que guarda Ramiro González con satisfacción.

El heladero no solo conserva la tradición de su abuelo, sino que, al igual que don Pedro -quien gustaba de experimentar con sabores y ofrecer opciones a sus clientes-, ha llegado a crear nieves de tuna con mezcal, de Kinder Delice, nieves y paletas de pica-fresa, de chicle, fresa, mango, queso con zarzamora, piñón y otras alternativas al tradicional helado de “pito de perro” -como se le conoce popularmente-.

Kevin Emanuel González Martínez, licenciado en Historia y nieto de don Pedro, ha dedicado su trabajo de tesis a la tradición iniciada por su abuelo. Desde los 4 años, Santiago Saucedo -quien ahora tiene 13 años-, ayuda con la preparación de los helados y entiende la importancia de la elaboración artesanal y la custodia de la receta familiar. 

Es así como los nietos y tataranietos de Pedro Núñez Arévalo aprenden los gajes del oficio desde pequeños, pues saben que son herederos de un sabor que cada zacatecano y zacatecana conoce y relaciona con los paseos de la infancia por el Centro Histórico, endulzando suavemente el paladar como se endulza la vista al caminar por los edificios de cantera rosa. 

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