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viernes, 18 abril, 2025
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Reflexiones sobre la oposición política

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

En opinión de José Gregorio Hernández Galindo, oponerse se traduce en expresar una contradicción, una falta de acuerdo, una discrepancia o un descontento; para Hernández, en materia política y en un entorno democrático, es natural que los partidos o movimientos que no obtuvieron la aceptación popular sostengan sus propias tesis no coincidentes con la autoridad en turno. Del latín oppositio, oponerse se traduce, a manera de argumentos, contra el gobierno que se canaliza por las vías institucionales y de manera pacífica. Según Mario Fernández Baeza, la oposición política es una conducta o un tipo de comportamiento político, cuya formalización en las instituciones y en los sistemas políticos, ha tenido lugar junto al desarrollo del parlamentarismo y de los partidos políticos; se entiende, continúa Fernández, que la oposición actúa en un marco de respeto y de aceptación de reglas consensuales en el juego político. Para Fernández, en los sistemas presidenciales latinoamericanos, la oposición adopta a menudo una función obstruccionista, traducida en la frase “no dejar gobernar”, condición que ha sido, muchas veces, un factor clave en la ruptura democrática, pues la carencia de cooperación con el gobierno elimina la credibilidad y la legitimidad del sistema democrático; atinadamente, Fernández contempla que la forma de ser oposición adelanta la forma de ser gobierno. En la página del Sistema de Información Legislativa de la Secretaría de Gobernación se dice, en cuanto la oposición, que es la unión de personas o grupo que persiguen fines contra opuestos a aquellos que buscan los grupos o personas que detentan el poder político o económico y que son reconocidos institucionalmente como autoridades respecto de las cuales los grupos de oposición hacen resistencia, sirviéndose de métodos y medios constitucionales, legalistas o ilegales y violentos. Para dicho sistema, el término oposición se emplea también para hacer referencia al partido o partidos que no ostentan el poder político materializado en el gobierno y las políticas y programas que éste promueve. En mi opinión, la oposición constituye un equilibrio de fuerzas de fundamental importancia en los sistemas democráticos que contribuye, además, a la formación de una ciudadanía, informada, participativa y coherente con la realidad del país. Para el que escribe, una verdadera oposición política debe partir de la lucha de ideas, de una sólida argumentación teórico-filosófica y de una crítica firme que tenga, como punto de partida, la objetividad analítica para edificar, democráticamente, la posibilidad de constituir una fuerza superior a la que detenta el poder. Así, la oposición política debe formar una nueva generación de políticos con sólidas raíces académicas, con una instrucción profunda en la ciencia política, reconociendo talentos y apoyando, fehacientemente, a verdaderos líderes que trabajen e incidan positivamente en la superación de las grandes brechas sociales y económicas que históricamente se han tatuado al pueblo de México; la oposición política que visualizo debe ser ejemplo de nacionalismo, de amor a la patria, de esfuerzo, de trabajo. Estoy convencido de que la oposición debe evitar la fábrica de líderes ficticios o producto de la mercadotecnia política que no contribuyan en nada, pues son presa de sus propios intereses o de los grupos que los encumbran al poder, para después desecharlos como un juguete que cumplió su cometido. La oposición no debe, desde mi consideración, alejarse del Derecho, la Ley y la Justicia, menos aún, hacerse valer de artificios para engañar a la población, pues el país siempre ha perdido cuando los expertos en oratoria venden elefantes rosas y espejitos al electorado; México ha padecido sus peores crisis económicas, mientras el poder se obtiene tumbando sistemas; la pobreza y la marginación se han incrementado, al igual que la inseguridad, cuando se ha dado la oportunidad a fanáticos y arribistas que han pretendido vender al extranjero, los bienes de la Nación. Personalmente, he sido un orgulloso integrante de la oposición contra varios regímenes anteriores y nunca he necesitado de artimañas, diatribas o argumentos falaces para convencer a nadie, pues afortunadamente, en otras administraciones priistas y panistas, ha habido mucha tela de dónde cortar, he brindado cifras, he presentado argumentos y me he fundamentado en disposiciones legales internacionales, federales, estatales y municipales y he tenido la fortuna de exponer en distintas conferencias, foros, congresos y cursos, el resultado de investigaciones sustentadas mediante el método científico. Nunca he pretendido engañar a nadie y lamento que una gran parte de la oposición política en este país actúa como si un buen número de mexicanos fuéramos un grupo de ignorantes o imbéciles, pretendiendo, incluso, colgar al presente sexenio, el extenso rosario de calamidades que se construyeron en casi 90 años de priismo y 12 de panismo. La oposición deja mucho qué desear en su desesperación por no quedar tan abajo en el porcentaje de preferencias electorales. Juegan a perder.

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