Antonia Hernández Salas, habitante de la colonia Toma de Zacatecas, en el municipio de Guadalupe, reside en una zona de tantas que sufren los estragos de las lluvias, pues con hogares construidos de lámina, adobe, y otros materiales poco resistentes, tiene que sobrellevar los daños causados por el clima que, sumado a las condiciones marginales de las calles, como muchas familias, debe buscar la manera de proteger su vivienda.
Con más de ocho años viviendo en dicha colonia, Antonia Hernández comparte el hogar con su padre, un adulto mayor enfermo, y su esposo, quien hace años, a causa de un grave accidente, no puede conseguir un trabajo estable, por lo que económicamente la situación es aún más complicada en temporada de lluvias, ya que con el poco ingreso que obtienen, a través de un pequeño negocio de dulces, tener una vivienda, con condiciones dignas, es difícil.
“Los que tenemos techo de lámina, en la temporada de lluvias se nos moja toda la ropa, se nos mete el agua por todos lados”, explicó mientras mostraba la fachada deslavada de su hogar, que, afortunadamente, está un poco beneficiada por la pavimentación de la calle principal de la colonia, sin embargo, como muchas de las casas aledañas, los techos de lámina o lonas no son suficientes para poder proteger el interior de sus hogares.
Explicó que en 2014 fue la última vez que autoridades estatales o municipales atendieron la infraestructura de la colonia, pues únicamente con la pavimentación de una sola calle se pretendía darle mejoras. Incluso, dio a conocer que se les apoyó con la colocación de láminas, sin embargo, a la fecha, las recientes administraciones estatales y municipales no han prestado atención a este lado de la zona conurbada.
Mientras daba un recorrido por su pequeño hogar, hecho de paredes de adobe, así como de plásticos y algunas maderas, para cubrirse del frío, Antonia explicaba que darle mantenimiento a las láminas, y cubrir los agujeros que tienen las mismas, con lonas y otro tipo de materiales, son algunas de las acciones que pueden tomar para prevenirse en la temporada de lluvia, así como cubrir los muebles y las pertenencias para evitar que se sigan dañando.
“Otro día después de la lluvia tenemos que sacar las cobijas a secar, los colchones que no son nuevos. Hay personas que somos ya mayores y no podemos conseguir trabajo tan fácilmente para poder mejorar nuestra calidad de vida”, señaló.
A pesar de ser un hogar con poco espacio, la familia abre las puertas para recibir a un sinnúmero de palomas blancas, mismas que ocupan el lugar de una mascota, que llenan la casa de alegría y dan esperanza a una familia que ha pasado por difíciles momentos, pero que no cierra las posibilidades de que todo mejore.
Asimismo, refiriendo la poca atención de las autoridades, Antonia envió un mensaje donde dijo que colonias como esta necesitan más atención, no sólo para mejorar la infraestructura de las calles, sino también de las viviendas de los ciudadanos que, la mayoría de las veces, tienen menos oportunidades de ingresos económicos.
“Que vengan, que nos vean cómo vivimos y no nada más que pasen en sus camionetas sin bajarse”.
Mencionó también que colonias vecinas, como la Ignacio Allende y la Pérez Cuevas, se ven mucho más afectadas y que “sí estamos muy afectados, pero no tanto como ellos porque ellos viven en terrenos irregulares y no tienen servicios, incluso pedimos apoyo para que ellos pudieran tener mínimo casas de lámina, pero nada”.
A pesar de que la lluvia es una bendición para muchos, para Antonia, como para cientos de familias, es un tormento que sólo deja la apatía de las autoridades, pérdidas materiales y el desalentador sentimiento de un nuevo comenzar.
