Como activista por los derechos de las mujeres y de las personas con discapacidad, siempre me preguntan que por qué me gusta tanto el Rosa. “¿Qué no sabes que estás impulsando un estereotipo de género?”, es lo que más me dicen. Paradójicamente, por más que se trabaja por erradicar estereotipos, por liberarnos de roles, seguimos creando nuevos estereotipos sobre qué significa ser feminista o luchar por los derechos de las mujeres. Es por esto que me alegra el éxito que la película “Barbie” ha tenido en nuestro país y a nivel global.
Sé que para muchos ese es un tema que se ve como banal. Después de todo, ¿no vivimos en un país donde mueren al día 11 mujeres? ¿Por qué hablar de Barbie cuando nos seguimos enfrenando a estas terribles realidades? Para contestar esto, repetiría uno de los slogans más famosos del feminismo: lo personal es político, es decir, hablar de una película, de una muñeca que ha sido parte de la vida de tantas mujeres y niñas, es reivindicar estos espacios personales como dignos de discusión. Los sueños, ilusiones, y momentos de diversión de las chicas, merecen ser tan discutidos como lo son, por ejemplo, los partidos de futbol en nuestro país.
Porque Barbie, la película, contiene profundos mensajes feministas, digeridos de una forma muy accesible. Parte del reto del activismo que llevo es cómo comunicar el mensaje del empoderamiento de manera efectiva y que resuene en las personas. No se imaginan cuántas veces me he encontrado con públicos que ven en el feminismo un mensaje de radicalización, de odio hacia los hombres y las familias. Un miedo terrible a las “feminazis”.
La película, que debo decir, está más enfocada a personas jóvenes y adultas que a la niñez, lo hace muy bien al traer el mensaje de poder tener herramientas para que las niñas creen lazos sociales con otras niñas y su entorno, que puedan tener espacios donde puedan explorar distintos sueños y profesiones, es vital para crear chicas resilientes. Y sí, también analiza cómo Barbie no es un símbolo perfecto de feminismo. No puede negarse que el juguete ha estado envuelto en discusiones sobre consumismo, materialismo y estándares imposibles de belleza.
Esto no niega que su creadora, Ruth Handler, pensó en su muñeca como un instrumento para enseñarles a las niñas a ser independientes y buscar carreras profesionales. Yendo en contra de las costumbres de su época, Barbie nunca se casó con Ken. Ella fue la dueña de su propia casa, de su propio carro, y ha sido astronauta, científica, política, diseñadora de modas, etc.
En nuestro país, solo 3 de cada 10 mujeres son dueñas de sus casas y solo 3 de cada persona que hace ciencia en el mundo, son mujeres. Sí, Barbie ha hecho todo esto, y ha inspirado a muchas niñas a hacerlo. Lo hace vestida de rosa, y con accesorios rosas y llenos de brillos para enseñarnos que no hay que despreciar la feminidad ni la ternura.
Se pueden lograr tus sueños sin tener que masculinizarnos, sin tener que actuar “como hombres violentos” para conseguirlo. Esta es una importante lección. La reacción de repeler, fundamentada en que el feminismo en Barbie deja fuera a los chicos y a los hombres, es una prueba de que tenemos que seguir trabajando por identificar al feminismo como algo para todas y todos.