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viernes, 27 junio, 2025
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Premio Iberoamericano Ramón López Velarde 2025 a Sofía Ramírez

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Por: ZOAR ROMÁN •

La Gualdra 674 / Premio Iberoamericano Ramón López Velarde

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Porque mis cinco sentidos vehementes/ penetraron los cinco Continentes,/  bien puedo, Amor final, poner la mano/ sobre tu corazón guadalupano…

Ramón López Velarde

Detective de las palabras es la poeta, detective de documentos, pistas y fechas la investigadora. Conocer la búsqueda de la palabra perfecta para el poema y saber también del regocijo del archivo perdido y encontrado en la biblioteca es una afortunada coincidencia.

Recolector de palabras, Ramón López Velarde buscaba con el vocablo preciso descubrir y descubrirse. Su empresa era mágica, en palabras de Octavio Paz: quería obligar a las cosas, por medio de la metáfora, a volver sobre sí mismas para que sean lo que realmente son.

Este encanto se extendió a todo lo que tocó con su poesía: muchachas, personajes, plazas, iglesias, calles, pianos, caballos, insectos. Un sortilegio que nos obsequia una nueva mirada del mundo, pero también, uno que revela su esencia y, con ello, la esencia de todos nosotros.

Sofía Ramírez es consciente de ello, de lo enigmático de López Velarde y del trabajo detectivesco de encontrar maneras de nombrar la realidad y develarla y recrearla mediante la poesía.

“Quien nos revela la magia del mundo es el propio López Velarde porque todo en él cobra otro sentido al ser bautizado con su lenguaje: sus palabras nos descubren lo que a simple vista no habíamos apreciado y nombran aquello que creíamos desconocido”, dice la propia Sofía.

Intelectual meticulosa, sabia como su nombre, entusiasta y apasionada, se vuelve rastreadora de los pasos de Velarde. Consciente de que tenemos acceso a cierta parte de la vida de Velarde y también de que hay rincones ocultos, íntimos, que siempre nos permanecerán en misterio.

Ella sabe, por ejemplo, que Ramón López Velarde era aficionado a la magia y al esoterismo; conoce de memoria la leyenda de que una gitana predijo la muerte del poeta, una muerte por asfixia para ser más precisa; por supuesto que ha pensado en la fecha de superstición del poema “Día 13” y en todas las lecturas que puede tener el número 33.

Sofía es la quinta lopezvelardeana en ganar este reconocimiento. La mujer número cinco. Cinco como las grafías que componen su nombre, cinco como los sentidos, cinco como los continentes, cinco como los panes que multiplicó Jesús. Me parece que el poeta que afirmaba que nada podía entender ni sentir sino a través de la mujer y que aseveraba tener un corazón retrógrado, habría reparado en este número cinco que hoy nos reúne. Y, que debo decir, fue elegido por unanimidad y con mucho entusiasmo por los seis miembros del jurado.

La razón es clara, y para ello tomo palabras de Marco Antonio Campos: “Si alguien ha conservado la memoria de López Velarde en Aguascalientes con datos fidedignos, es decir sin invenciones ni falsas leyendas de café, es Sofía Ramírez”.

La profundidad de su investigación: la revisión de archivos, la búsqueda de fuentes directas es una muestra de su compromiso. Sus textos claros y amenos, son ejemplo de su talento. Dolores Castro (la primera mujer en obtener esta presea) afirmó: “Escribir poesía no era un adorno, ni para los fines de semana, era responder a una vocación, a un llamado”. Sumergirse en la poesía lopezvelardeana también se siente así, como llamado, como si sus textos estuvieran aguardando por nosotros, será porque, “sus recuerdos son nuestros recuerdos y el cielo cruel es el cielo que nos cubre en las mañanas de provincia. Los aromas de la tierra mojada, del pan recién horneado, del rompope, del azahar de las bodas, de la iglesia y del crisantemo se respiran en el preciso instante en que surge su palabra. Así es y será siempre la literatura lopezvelardeana: secreta, clara”, dice Sofía.

Esa secrecía que necesita de agudos detectives y esa claridad que busca lectores sensibles que se identifiquen. El poeta obliga una lectura compleja y comprometida por su dificultad; pero también íntima, como con quien compartimos secretos. Y es que al leerlo se tiene la seguridad de que al revelársenos él nos descifra también a nosotros mismos. Un lector de Velarde nunca sale ileso.

En una tradición como la nuestra, tan acostumbrada a volver de bronce a cada persona célebre, alejándola para siempre de nosotros, colocándola en un espacio aparte, reservado para unos cuantos, llega un poeta que deja claro en cada verso que siente, sufre y goza, y que se conflictúa por sentir y gozar tan intensamente. Un escritor que trasciende por la conexión que logra establecer con sus lectores. Leer a Velarde es siempre una experiencia que deja marca y en muchas ocasiones el estigma nace de lo que desnudándose él, ha desnudado de nosotros. En cada lectura el poeta nos revela de nuevo al mundo, su mundo y el nuestro.

Tal vez sea así que consagramos a nuestros autores predilectos, por su capacidad de nombrar eso que ya había en nosotros pero que no sabíamos decir hasta que llegan ellos y lo dicen a su manera, aunque por todos. La ganadora del Premio Iberoamericano Ramón López Velarde 2025, Sofía Ramírez dice sobre el poeta: “Encierra un todo que nos es propio, íntimamente propio”.

 

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