Termina un año con acontecimientos que abren todo tipo de interrogaciones, mientras –claramente- las tendencias apuntan hacia un aumento de la conflictividad, con impactos crecientes y -a la vuelta de poco tiempo- sin ninguna duda-: exponencialmente distópicos. Interpretarlos nos exigiría destruir el engaño de la democracia representativa, autoinstituyendo regímenes verdaderamente democráticos.
La confusión es mayúscula -en estos temas- ¿qué es la política?, ¿Qué democracia? Necesitamos avanzar elucidando -y anticipando-en lo posible, los conflictos pasados, presentes y por/venir.
Nos enfrentamos a amenazas de carácter planetario, el ejemplo más evidente es el del “colapso ambiental” debatido en la COP-21 en París, y cerrada en falso, con la insoportable “inanidad” de los acuerdos, farisaicamente proclamados como “históricos” justamente para ocultar a la ciudadanía la catástrofe que realmente está -ya- ocurriendo, mientras los “tomadores de decisiones”, continúan enfrascados en la rebatinga de intereses y luchas por el poder diferencial. Los autoelogios y el cinismo (-criminal-) campean detrás del “capitalismo verde”: operación para dar continuidad a la destrucción, vendiéndola como “salvación ecológica”.
Otra cara de lo mismo, es la mundialización efectiva del capitalismo financiarizado, ahora convertido en una “economía de casino” planetaria, articulada -lógicamente- junto con la precisa caracterización de Jean Ziegler…”La fase superior del capitalismo es la mafia” (consultor/ONU/Derechos Humanos)
En el plano político, las preguntas ¿Cuál democracia?, ¿Qué es la política? Pasan a primer plano.
Grecia (para los que quieran verlo) es un ejemplo por demás drástico. En una corta “parábola” que va del triunfo de Syriza, el formidable NO del referéndum, la capitulación de Alex Tsipras, la ruptura y triunfo electoral, etc., han puesto en evidencia que la democracia representativa, es una vía políticamente autodestructiva (…“dicen que es democracia pero no lo es”).
El triunfo –aún parcial, pero innegable- de Podemos y las fuerzas con las que logró hacer confluencias (Cataluña, Galicia, Valencia, etc.), encienden también nuestras esperanzas, Pero…¿Continuaremos sin extraer enseñanzas de la experiencia política contemporánea? ¿Lograrán dar continuidad a la “revolución democrática” sin privilegiar la “lucha a favor de la creación y contra aquello que pueda obstaculizarla”?
Un parecido “patrón estructural” es visible en otras experiencias: en Islandia, la socialdemocracia abortó las decisiones ciudadanas (constituyentes). En América Latina: Venezuela con los errores de Chávez y Maduro; Argentina, con el kirchnerismo; Ecuador con Correa; Brasil con Lula y Dilma Roussef, etc.
Se trata de experiencias históricas muy diversas-. ¿Cuál es el riesgo de Podemos –et al-?: “vacunar” a la ciudadanía, y qué ésta, termine identificando con la izquierda el camino que conduce a la frustración, aceptando -finalmente- a los gobiernos de extrema derecha, su narrativa, y un “nosotros”, con los cuales construir “sentido”; por más “irracionales” –en el corto o largo plazo- que puedan parecernos.
Si la hipótesis crítica sobre la democracia representativa es correcta, -las fuerzas del cambio- que no la transformen, auto-sabotean las oportunidades para una creación política democrática efectiva, bloqueando -a diversas escalas-, los movimientos democráticos que impulsan la autonomía, la autolimitación, la autoinstitución.
¿Seguirán en España – tarde, o temprano- el mismo camino que Grecia? ¿Acaso los artífices de la “nueva política” que aspiran a sustituir a la “vieja política”, bajo los mismos parámetros estadocéntricos y de representación, desprecian o ignoran estos dilemas? “La política es cuestión de doxa (opinión), un tipo de saber que no es ciencia, sino capacidad de juicio, prudencia, verosimilitud”, de ahí, la asamblea ciudadana, la deliberación común, el principio de mayoría, etc.
Requerimos con urgencia -absoluta- una creación política -autorreflexiva-, más allá de la dicotomía entre la vía de la autoorganización y la vía institucional. Redefiniendo nuestras tradiciones, junto con lo que entendemos -a estas alturas- por “revolución democrática”.
Una metáfora sobre la “fundamentación” vacía del sistema democrático-representativo, es la comparación que hace Castoriadis, entre las elecciones y el misterio de la Eucaristía….
Un domingo… “la voluntad política se licua o se transforma en fluido, se recolecta gota por gota en vasijas sagradas/profanas llamadas urnas y, a la noche, gracias a algunas operaciones suplementarias, este fluido, condensado cien mil veces, es trasvasado en el espíritu, a partir de este momento transubstanciado, de algunos centenares de elegidos”.
Entregamos ¿religiosamente? un mandato, irrevocable por un largo tiempo, a representantes, que terminan produciendo situaciones irreversibles; condenándonos a seguir padeciendo estas democracias corruptas, a las que continuamos encadenados.
¿Hasta qué la ventana de oportunidad se cierre, y lo está ya en sus 3/4 partes, para poder evitar el colapso ecológico debido al calentamiento global?…etc.
¿Ha surgido el partido-movimiento qué nos mostrará una vía para hacer frente a estos desafíos? Celebramos los avances. Pero, no caben -aquí- ingenuidad, utopías, mistagogos. Elucidemos -juntos- las inmensas tareas políticas emprendidas y por hacer: crear “sociedades -democráticas- en movimiento”; superar la apatía/privatización/consumismo…; investir ese “hacernos cargo” -colectivamente- de los asuntos comunes, generando los pasiones democráticas y los afectos correspondientes. https://www.facebook.com/coordinadorazacatecana.caravananacional ■