La Gualdra 580 / Literatura / Poesía / Libros
Veinticinco viñetas bastan para que el autor trace, a profundidad, el trémulo despertar sexual y amatorio de un adolescente que, encarnado en la voz poética, recorre después de transcurrido un tiempo la memoria de aquellos días o, acaso, la ilusión con la que se recuerdan esos instantes, los más prístinos en su experiencia erótica según va conociendo el lector a través de los versos.
Julio César Toledo (Chicontepec, Veracruz, 1977) nos entrega en su más reciente libro de poesía, un experimento que busca explorar la ficción a través de la historia que los recuerdos expuestos en los poemas que, hipotéticamente, ha escrito el protagonista de esta aventura amorosa trayendo al papel algunas semanas de su adolescencia, durante las cuales vivió un encendido encuentro con otro hombre, un jovencillo igual que él, que -en el momento en el que se realiza la lectura- también encarna a todos quienes habían sido y después fueron en el palmarés erótico del personaje.
No importa cuánto tiempo haya pasado desde entonces, la tragedia de las primeras veces es que ya ocurrieron y, aún se recuerden los más mínimos detalles, ya no están ocurriendo al momento de narrarlas, o de volverlas poema como es el caso. Pero en el recuerdo, o en su impostación, hay espacio para cierta rabia, para hacer guiños al lector y buscar su complicidad con quien ha decidido mostrar lo más descarnado del deseo, lo más perverso de la inocencia que nunca estuvo en el amor que recién se experimentaba.
El poemario es un espacio, entonces, para la fantasía, pero que no es un rosario de deseos que se miran con nostalgia, porque también hay briznas de dolor, de lo lacerante que es que, incluso en lo imaginario, nunca se tiene el control sobre el deseo de los otros y que no siempre somos el deseo correspondido de quien despierta nuestra libido o, peor quizá, la pasión puede explotar cuando se comparte entre más de dos.
De Marta Sánchez a Kurt Cobain, de las salas de latinchat a las llamadas nocturnas a un teléfono fijo interrumpidas cuando un familiar levantaba el auricular en otra habitación de la casa, la adolescencia que leemos se encuentra claramente anclada a un momento en el que los encuentros entre dos muchachos que se traían ganas debían flanquear muchos más obstáculos de los que ahora. Una década de los 90 que parece lejanísima en el tiempo, pero no en la intensidad con la que se vive un enamoramiento que va más allá de la candidez de querer volver de la escuela tomados de la mano.
Entre cenizas, nieve, chicles y charcos veraniegos, transcurren los poemas para llegar a un clímax que deja en vilo al lector, en busca de una bocanada de aire para resistir el golpe en el estómago que, por lo que se lee en Todos fueron tú, puede ser la adolescencia con sus amores.
* Julio César Toledo, Todos fueron tú, Ediciones El Ermitaño, 2023.
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