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martes, 22 abril, 2025
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Dos en la carretera: ‘Gracia’, de Ilya Povolotsky

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Por: SERGI RAMOS •

La Gualdra 580 / Desayuno en Tiffany’s, mon ku / Cine

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Gracia, primer largometraje del director ruso Ilya Povolotsky, se convirtió en una de las muy gratas sorpresas del Festival de Cannes. Proyectada en la Quincena de los Cineastas, se trata de una road movie que recorre las zonas limítrofes del Cáucaso, siguiendo las etapas de una furgoneta en la que viajan un padre y su hija adolescente.

Uno de los grandes aciertos de la película consiste en retomar la experiencia común del viaje por carretera, puntuada por encuentros necesariamente imprevistos. Padre e hija entablan relaciones fugaces con los personajes secundarios, durante unas horas, antes de dejarlos atrás. Retratos de un instante, como la afición de la joven adolescente por las fotografías Polaroid, única memoria conservada de esta experiencia.

El filme expande la lógica del viaje aportando de manera progresiva la información sobre los dos protagonistas. Hasta aproximadamente la mitad del metraje, no sabemos nada de por qué padre e hija viajan en su furgoneta ni a qué se dedican. Hasta que una secuencia se inicia con unos coches rodando a toda velocidad por un paisaje desértico. Tras un corte, los volvemos a ver parados en un improvisado autocine en medio de la arena, mientras la joven vende refrescos y chicles a los espectadores. Hasta dos secuencias después, no se confirmará que ambos organizan proyecciones ambulantes por todo el territorio, como tardaremos en enterarnos de cuál es la verdadera razón por la que el padre decidió emprender esta vida nómada.

Fotograma de Eureka, de Lisandro Alonso

La película de carretera como viaje de formación, para una joven que empieza la película con su primera menstruación, y que va a pasar de aguantar como una niña las esporádicas relaciones de su padre, a intentar emanciparse para encontrar su lugar como adulta. El viaje como remodelación de las jerarquías familiares.

La road movie permite también acceder a una Rusia periférica, que combina los espacios salvajes, los centros comerciales y los gigantescos complejos residenciales medio en ruinas, deshechos de la época soviética, donde la economía informal parece ser la regla. Un país sin internet, fuera del presente, en el que el trabajo de los dos personajes, y el cine, todavía tienen sentido. “¿Qué harás cuando todo el mundo tenga internet?”, pregunta la hija. “Me compraré un orangután”, responde el padre.

Sin duda Ilya Povolotsky, en su ópera prima, al desplegar encuentros inacabados y esporádicas relaciones a través de esta Rusia de los márgenes, alcanza una forma de gracia.

 

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/lagualdra580

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