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martes, 22 abril, 2025
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Cine plano: estudio y estado. ‘Sólo el río sabe’, de Wei Shujun y ‘Firebrand’ (‘El juego de la Reina’) de Karim Aïnouz

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Por: SERGI RAMOS ALQUEZAR •

La Gualdra 579 / Desayuno en Tiffany’s, mon ku / Cine

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Dos de las películas que despertaban más expectativas en la última edición del Festival de Cannes resultaron ser dos grandes decepciones: Sólo el río sabe, del chino Wei Shujun; y Firebrand (El juego de la Reina), del brasileño Karim Aïnouz.

 

Un desangelado clon noir

La ópera prima del realizador chino, Correr donde sopla el viento (2020), destacaba por su frescura e irreverencia. Se trataba de la historia de “dos tontos muy tontos” estudiantes de cine que echaban a perder todo cuanto tocaban. La película ilustraba además la necesidad actual de buscarse la vida en la economía informal china.

Sólo el río sabe se pasa al cine negro, género que los chinos contribuyeron a renovar con virtuosismo después la oleada coreana, bien entrado el siglo XXI, con directores como Jhia Zang Ke o Diao Yinan. En cambio, la incursión en el noir de Wei Shujun no alcanza a ser más que una pálida y convencional copia de alguno de estos títulos recientes, lastrada por un argumento trillado basado en la adaptación de un best-seller en China.

Sólo el río sabe, de Shujun Wei

Los peligros del guion

Algo parecido ocurre con el último trabajo de Karim Aïnouz, un realizador con una carrera mucho más dilatada, que va del cine más experimental en Viajo porque preciso, volto porque te amo (2009) codirigido por Marcelo Gomes a un cine de autor en constante renovación, como en La vida invisible de Eurídice Gusmão, presentado en Cannes en 2019.

El juego de la reina, sin embargo, resulta una aplicada y académica reformulación de las películas de época. Se inspira en la historia de Catherine Parr, séptima esposa del rey Enrique VIII, dotándola de una lectura feminista. Frente al violento y feminicida rey, la reina se convierte en el estandarte la contrarreforma protestante, cuyos principios liberadores son revisitados no sin cierto anacronismo.

El riesgo, cinematográficamente hablando, es que la legítima emancipación de género se convierta en una fórmula narrativa que no tome en cuenta que una película es algo más que un guion cargado de nobles ideas. En ese sentido, sorprende ver que, en Cannes, un director no aparezca entre los guionistas. O que la película se permita una serie de licencias históricas para enfatizar la opresión del patriarcado, como el papel desempeñado por Thomas Seymour, quien históricamente acabó siendo su esposo, pero que la ficción trata de un modo bien distinto.

Que además el título francés (El juego de la Reina), calque el de una serie Netflix de éxito (El juego de la dama, en México Gambito de dama) nos puede indicar por dónde van los tiros.

Volviendo a Sólo el río sabe: los créditos de inicio dan prueba del apoyo masivo del estado chino a la producción de la película, para un realizador que dio sus primeros pasos en un cine relativamente independiente de la financiación estatal. En las primeras secuencias, vemos cómo la comisaría de policía se muda a los locales de una antigua sala de cine. En este caso, la lectura más adecuada consiste seguramente en interpretar al pie de la letra.

 

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_579

 

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