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domingo, 20 abril, 2025
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Pobreza y violencia: un mismo origen

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Por: Andrea Robles •

«Y el que curra del trabajo temporal”

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La pobreza es una expresión de la violencia estructural del sistema neoliberal. Y como un problema estructural, abordar la pobreza desde el plano individual, resulta inútil y hasta insultante; el engaño del mérito es una promesa falsa que no debe ni venderse, ni creerse.

Y cuando hablamos de pobreza, es importante no sólo pensar en los pesos que hay (o que no hay) en la cartera, sino en la serie de dinámicas que tenemos: en los privilegios, las carencias, las limitantes y las fronteras sociales que invaden nuestro paradigma social, creando así una esfera particular en cada persona, cada familia, o cada sociedad, según la escala que se observe.

Pensar que el pobre es pobre porque quiere, es el discurso más introducido sistémicamente en la sociedad capitalista, y es la máscara del brutal capital que se expande a costa de quien sea, porque el dinero busca el dinero, no busca ni personas, ni bienestar, ni desarrollo, ni nada que no sea dinero, y para hacer dinero hay que producir, y para producir hay que tener dinero para ganar dinero: así de básico es el ciclo del capital que nos violeta todo el día, todos los días.

Las violencias estructurales tienen que ver con todo eso que tenemos normalizado: como el trabajo mal pagado, la explotación laboral, los hiper trayectos, el deplorable transporte público, la escases de medicamentos y la dificultad para acceder a primeros niveles de atención médica, la pésima infraestructura vial, etc. Es decir, el pan de cada día, cuya historia se ha convertido en la historia de todos a través del tiempo.

Las violencias emergentes en cambio, son las que no están en la dinámica del sistema, pero que existen y laceran también: ejemplo de ello, el reclutamiento forzado por parte del crimen organizado, las desapariciones, los crímenes sexuales, las tasas de homicidio, la expansión de la narco agricultura forzada, por mencionar algunas.

O sea que por donde volteemos a ver, hay violencia: unas más arraigadas que otras, unas se producen y otras se reproducen, pero a final de cuentas, violentan.

Entonces, pensemos que la pobreza no es sólo el sinónimo de no tener dinero, sino la suma de las violencias que enfrentamos; el no poder ir a la escuela, el tener un trabajo mal pagado, el no tener acceso a cultura, el no poder atenderse médicamente, no tener acceso a la cultura del cuidado y la prevención, el vivir en las periferias urbanas, etc.

Tal vez, el discurso, las políticas y la cosmovisión de la pobreza debe cambiar de lado; la clase obrera debe apropiarse -no sólo de los medios- sino de la construcción del imaginario social, para empezar a visualizar que el bienestar no es lo que el capital ofrece a través del dinero, sino tener acceso a todo lo que no debería alcanzarse únicamente a través del capital.

La pobreza no es una condición natural; no hay nada natural en el despojo que el capital produce, no hay nada natural en la miseria.

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