“La gente no necesita científicos para saber que Capstone es la responsable de las explosiones y de los temblores y que las autoridades están encubriendo a la minera”, afirmó Darcy Tetreault, investigador de la Unidad Académica de Estudios del Desarrollo de la Benemérita Universidad Autónoma de Zacatecas (BUAZ), sobre el supuesto sismo registrado la semana pasada que cimbró la zona habitacional del norte de la capital del estado.
Durante la presentación del libro “Extractivismo, contaminación y luchas socioambientales en México”, coordinado por Darcy Tetreault, Carlos Lucio y Cindy McCulligh, el académico recordó que durante mucho tiempo no hubo explosiones ni “terremotos” hasta que inició operaciones esa empresa minera.
En ese sentido, “me da gusto que los habitantes del norte de la ciudad no necesiten científicos para decirles que esos no son terremotos. Saben muy bien que hasta años recientes no había temblores de esta magnitud ni con esta frecuencia y todo mundo sabe que esos temblores vienen des actividades subterráneas de Capstone y es una barbaridad que las autoridades están tratando de encubrirlas”, expresó.
Sin embargo, Tetreault destacó el surgimiento de una organización autónoma y de una mayor denuncia de parte de los vecinos y colonos, con la esperanza de que se detengan las explosiones provocadas por la mina.
Sobre el libro presentado este viernes, detalló que este explica por qué los conflictos socioambientales emergen en algunos contextos donde hay condiciones de deterioro social y de justicia y detalla sobre la manera en que se conforman las agencias colectivas de resistencia y la construcción de alternativas.
También indicó que la pretensión con esta obra es contribuir al debate en torno al extractivismo y la contaminación, pero a partir de la perspectiva de los sujetos sociales que están involucrados en los conflictos por el territorio y el agua.
Por su parte, Carlos Lucio López, especialista en Antropología Social, afirmó que los daños socioambientales provocados por el extractivismo están al borde de que se presente una disyuntiva entre el capital o la vida, de forma que el libro no plantea una descripción analítica del fenómeno, sino de fortalecer a los sujetos sociales y construir alternativas.
Comentó que el Observatorio de Conflictos Ambientales tiene un registro de 800 conflictos socioambientales en el país y la mayoría tiene un componente minero y energético, pero aseguró que hay cientos de conflictos más que no están documentados ni contemplados en esa literatura.
Detalló que el libro expone el problema del despojo urbano y la necesidad de recuperar espacios comunes para los pueblos indígenas desde una perspectiva convivencial, además de la necesidad de pensar los paradigmas científicos y occidentales que prevalecen en la sociedad porque “nos arrojaron a un callejón sin salida y produjeron un escenario desastroso en el que nos encontramos, donde no solo hay cambio climático sino una crisis a nivel civilizacional”.
Lucio López dijo que se debe discutir este escenario porque “lo que vamos a jugarnos ahora es lo que puede ocurrir con la vida y el planeta. Lo que nos estamos jugando es de ese tamaño y sino se discute con seriedad, estamos perdiendo el tiempo”.
Por tanto, indicó que en el libro se describen problemáticas en el contexto de las afectaciones sociales y ambientales, pero a partir de las dinámicas de acción colectiva y la construcción de alternativas.
Por último, McCulligh, especialista en estudios ambientales, expuso que un elemento importante en el libro es el desmenuzamiento del actuar del Estado ante las crisis ambientales que afectan la vida cotidiana.
Explicó que el Estado construye narrativas y aprovecha los momentos de crisis ambiental para canalizar recursos a actores privados y para proyectarse como un actor con valor simbólico.
“Es una investigación cercana a las comunidades y es un aporte que podemos hacer desde a academia para entender, leer y analizar a fondo ese discurso y la práctica de los diversos actores”, agregó
Además, comentó que los debates sobre el extractivismo son amplios, pero no tanto sobre la contaminación, de forma que en el libro se plantea que, en esa disyuntiva entre el capital de la vida, una de las formas en que el aceleramiento del metabolismo social se manifiesta para las comunidades es el deterioro de sus condiciones de salud y de vida debido a la contaminación.
McCulligh señaló que hay situaciones de contaminación que no son fáciles de identificar, pero que en el futuro van a afectar la salud de la población, especialmente de aquella con mayor condición de marginalidad, pero el libro expone la capacidad de las comunidades para organizarse y “poner en jaque procesos donde hay una clara simetría de poder”.