La vigencia del ethos villista como generador de identidad y promotor de valores agraristas y comunitarios sigue dando sentido de pertenencia a quienes reconocen en la Revolución Mexicana una causa social, expuso el historiador René Amaro Peñaflores durante la conferencia “La Toma de Zacatecas y la consolidación del villismo”, impartida este martes en el marco del coloquio de aniversario de la Toma de Zacatecas, organizado por la Crónica del Estado.
Desde Palacio de Gobierno, el historiador subrayó que los valores impulsados por el villismo tuvieron expresiones concretas en la organización obrera, el surgimiento de mutualistas y la consolidación de una identidad colectiva en el estado, pese a la crudeza de la batalla del 23 de junio de 1914.
Ese legado, afirmó, se origina en la propia Toma de Zacatecas, acontecimiento que definió el curso militar de la Revolución y el imaginario social de toda una región.
Amaro Peñaflores destacó que Francisco Villa se nutrió de tradiciones reformistas del siglo XIX, como las de Tata Pachito, Luis de la Rosa Oteyza y Trinidad García de la Cadena. Este último -bandolero, hombre de letras, abogado y político de altos vuelos- representa, según el ponente, una influencia subestimada en el ideario popular que más tarde asumirían las facciones revolucionarias del norte.
También subrayó el papel de la prensa combativa y el surgimiento de nuevas formas de sociabilidad, como asociaciones políticas y mutualistas obreras, incluso de inspiración católica. Recordó el caso de Obreros Libres, una de las organizaciones que reflejan el impacto social del villismo en Zacatecas.
En Mazapil -describió-, muchos obreros rechazaban unirse a las huestes revolucionarias porque “lo que necesitaban era trabajar para alimentar a sus familias”. Sin embargo, con el tiempo, se generó una conciencia social que los incorporó a la lucha. Aunque el villismo no los integró de forma corporativa como sí lo hizo el carrancismo con los Batallones Rojos, sí ofreció una vía de participación obrera por fuera del control estatal.
Al abordar el conflicto entre Villa y Venustiano Carranza, René Amaro puntualizó que se trató de una controversia profundamente clasista. Aunque ambos se asumían como constitucionalistas, defendían proyectos de país opuestos. Carranza -explicó- representaba a una clase media en proceso de oligarquización, mientras Villa impulsaba la redistribución de tierras y una agenda de justicia social desde abajo.
Esta pugna también tuvo expresiones en el estado. El conferencista mencionó a figuras zacatecanas que transitaron entre el villismo y el carrancismo -y viceversa-, como Luis Moya, Pánfilo Natera, Martín Triana, Gertrudis Sánchez y Cándido Aguilar.
Destacó el legado de Enrique Estrada, a quien definió como “gobernador agrarista y obrerista”, por su actuación entre 1916 y 1920, periodo en el que abrió espacios al sindicalismo y sirvió como mediador en conflictos laborales y huelgas.
Durante la sesión de preguntas, Amaro Peñaflores fue consultado sobre la relación entre estas figuras revolucionarias y la posterior institucionalización del poder político en el siglo XX. Aclaró que no observa una conexión directa entre Enrique Estrada y la fundación del Partido Nacional Revolucionario (PNR) en 1929, aunque sí ubica el origen del pacto corporativo en la alianza entre el Estado y la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), desde 1918, algo que ha documentado en su obra sobre el movimiento obrero.
Respecto al presente, consideró que la Cuarta Transformación no ha roto con esa lógica, sino que la ha reforzado. Señaló como ejemplo el fallido intento de desvinculación con las petroleras, y concluyó que el corporativismo sigue operando “en cada poro” de las estructuras sindicales, incluso de las que se consideran independientes.